Como no le gustaba quedarse adentro mucho tiempo, Vic tenía que ir afuera al menos una vez al día o se volvería completamente loco. Era criatura de la naturaleza; literalmente, se veía como un pinche reptil. Así que era muy necesario. Claro que no necesitaba estar en el sol como las lagartijas dado que era de sangre templada no como ellos y no dependía del calor que radiaba, pero a veces se sentía así.

Como ahora. Estaba haciendo su tarea pero no se podía concentrar porque sentía esta necesidad de tomar el sol, de no estar adentro. Afortunadamente, era un genio y pensó hacer su tarea afuera. ¡Perfecto! ¿Tal vez en un árbol espeso donde nadie me puede distraer? ¡Sí!

Sin pensarlo dos veces, salió de su habitación en una camiseta roja y pantalones cortos negros con las manos llenas de libros y mucha prisa. Cuanto antes mejor, pensó mientras andaba ligero por los pasillos del Instituto.

Cuando por fin llegue afuera, no podía evitar sonreír mientras sentía el sol rozar su piel verde. Fue al primer árbol espeso que vi, se quitó las chancletas y lo subió manteniendo sus libros debajo de su brazo izquierdo. Sentándose en una rama grande puso los libros en su falda, tomó una bocanada de aire puro y empezó a trabajar.

Estaba repasando sus apuntes cuando alguien se sentó justo por debajo del árbol en el cual estaba sentado. Escondido entre el follaje del árbol no lo podría ver a Vic bien, pero él sí lo podía ver… y lo estaba distrayendo. Mierda. Tenía que hacer algo. – ¡Hola! – le saludó en voz alta con la intención de asustar...

Un día muy duro de trabajo le vaticinaba el destino para el día de hoy. Dada su condición de ser neutral y que parecía estar completamente lejos de entender realmente a la gente, había sido elegida para una breve misión. Olya, que ya había olvidado ese nombre, entró al Colegio con una sonrisa, un vestido formal y un pequeño portafolio. Su misión era buscar al profesor Xavier. Sin embargo, dicho hombre no se encontraba disponible. Dijeron que volvía dentro de unas horas.

Pléyone interpretó aquello como un... Veremos cuándo te aburres y te vas. Sin embargo, ella tenía la paciencia de un árbol que ve crecer y morir todo su alrededor. Sonrió y dijo que esperaría. Le indicó a su amable interlocutor un árbol del patio donde se sentaría a esperar. Las oficinas le parecían aburridas. Se dirigió al lugar y se dispuso a cerrar los ojos.

Pero una voz la interrumpió. Abrió los ojos con calma y miró a su alrededor. No vio a nadie... Luego volteó hacia arriba... Y unos ojos se asomaron entre las ramas, sonrió a penas.

— Hola— respondió sin más.

Con una amplia sonrisa en la cara, Vic ya estaba preparándose para estallar en carcajadas tras saludarla a la chica de pelo rubio tan de repente y alto mientras. Pero apenas reaccionó. De hecho, no reaccionó nada. Simplemente miró a su alrededor en plan casual. ¡No se asustó! Como era posible. Como era… Tal vez su mutación le concedió el don de no tener miedo a nada. Su apodo mutante probablemente era Valiente o algo. De todos modos… se sentía algo decepcionado y no podía evitar dejar de sonreír… hasta que la chica miró para arriba directo a sus ojos.

Abriendo los ojos por sorpresa, rápidamente se puso a sonreír para verse amable y dijo – ¿Hola, cómo estás? – antes de darse cuenta de que hacer una nueva amiga no era su meta. ¡Su meta era hacer su tarea y estudiar! Pero como iba a decirle que se largara cuando no le hizo nada mal a propósito. Además a Vic de verdad le gustaba hacer nuevos amigos; era medio adicto. Pero esta vez tenía que luchar la obsesión por el bien de sus notas. No se veía muy divertida la chica de todos modos... En serio, ¿¡cómo no se asustó!?

– ¿Qué haces aquí? – preguntó con una ceja escamosa alzada. No parecía estar haciendo nada importante, así que…