Pléyone era más que una cara bonita, era una chica muy lista y además una mutante. Por su rostro, su voz y personalidad, Pléyone parecía un hada etérea, parecía que en cualquier momento iba a desaparecer, se desvanecería en polvo de estrellas. Su andar calmado, su mirada soñadora, y su sonrisa leve iban perfectas con su manera de ser... bastante extraña.

Además también era una chica muy inteligente, su regeneración celular le brindaba además, una regeneración y producción de neuronas y conexiones neuronales bastante excepcional, aunado al hecho de que no necesitaba dormir, y podía pasar horas leyendo sobre un tema que le interesaba. En su caso era la tecnología y la paz. Comprendía bastante cosas sobre el mundo, y una de ellas es que existía la paz, y que la vida en un ciclo de guerras, tarde o temprano habría una, no podía detenerlas, pero podía ayudar a crear escudos que brindaran una posibilidad a las personas de sobrevivir en ella.

En eso residía su valor, su papel en SHIELD era de investigar nuevas tecnologías, y hacía su trabajo a la perfección. A veces pasando bastantes días sin quitar la vista de su trabajo. No se cansaba en extremo, y no necesitaba nada más, ni si quiera respirar, así que podía fácilmente trabajar.

Ese día estaba probando un prototipo de un escudo, estaba en el campo de tiro, y aunque no era una tiradora excelente, podía hacer su trabajo y probar su escudo. Era una lámina de metal, delgada pero resistente, lo suficientemente larga para cubrir a un humano agachado, y con una rendija para poder ver, era ese cristal que quería probar. Lo había colocado frente a una diana, se colocó en posición y disparó...