hospital psiquiátrico de haven

AMBIENTACIÓN

En 1885, Matthew Vannacutt decidió construir una institución psquiátrica a sus veintidós años de edad. Por entonces, el crecimiento de enfermos mentales en la población, ascendía considerablemente. Él, dedicó toda su juventud a sus estudios clínicos, a descifrar la lógica entre la cordura y la demencia. Más allá de sus planes como mérito personal, el doctor Vannaccutt hizo levantar los muros del hospital donde sus pacientes no se vieran afectados por el bullicio de la ciudad. Un entorno rural del condado de Pend Oreille County, Washington. El aire por entonces era completamente puro. A pocos kilómetros de la institución mental, el desvío les conducía al pequeño pueblo de Haven. Un lugar tranquilo e invadido por el sonido de los pájaros.

Sin embargo, el doctor Vannacutt, desconocía que las tierras bajo su hospital, estaban destinadas a unir el mundo de los espíritus y al mundo de los vivos en uno solo. El velo que separa ambos lados está casi inexistente, débil y a muy poco tiempo de desaparecer. Pero la mente del doctor está invadida por la ciencia, por la prueba del hombre sobre la Tierra. Alguien como Vannacutt, jamás cedería su lógica de: "nada" tras la muerte, aunque éste la conociera.

—¿O sí...?

Al principio, eran imágenes. El tipo de ilusión óptica que se obtiene de mantener los ojos cerrados durante un tiempo en completa oscuridad. Le siguieron sucesos inexplicables, objetos que cambiaban de lugar o mensajes ensangrentados recorriendo los pasillos uno a uno. Los espíritus intentaban llamar la atención, pero al ser ignorados enloquecían. Finalmente comenzó, durante la noche de un martes cualquiera, un ser del otro lado enfurecido por no pertenecer al lado de los vivos, intentó poseer el cuerpo de una paciente de ala Oeste. El hospital entró en un completo pánico. Gran parte del personal pereció intentando contener el cuerpo poseído, pero todos ellos fallaron. La paciente ya no era humana. Su fuerza era tres veces superior, de piel tan fría como un témpano de hielo y labios que iban perdiendo la pigmentación. El doctor Vannacutt creyó que se debía a la posesión, no obstante ignoró que la vida del paciente hacía horas que dejó de luchar, dejando un cuerpo a disposición de los espíritus del otro lado.

El doctor Vannacutt, activó el cierre central de emergencia del hospital. Cerrando cada espacio de luz por muros aún más altos que los interiores, una especie de mecanismo avanzado de un arquitecto anónimo que trabajó codo con codo para construir sobre la colina, un hospital inquebrantable, una fortaleza para la demencia. La razón que tuvo para encerrar a todos sus pacientes, personal y visitantes, aún es desconocida puesto que, en cuanto el sonido de los engranajes empezaron a trabajar, no había vuelta atrás.

Nadie sabe que sucedió exactamente durante las siguientes horas, pero desde Haven aseguraron que los gritos desesperados se escuchaban desde la alcaldía del pueblo. Estuvieron día y medio intentando encontrar una entrada, pero ninguno de los pueblerinos pudo, no hasta que los gritos cesaron. Fue entonces cuando la gran puerta del hospital se abrió despacio, de la misma forma que alguien agradable te invita a pasar a su hogar—pero de manera desafiante—. El alcalde de Haven fue el primero en poner un pie dentro y no dio crédito a sus ojos. Su cuerpo se estremeció, sintió que su espalda se cuajaba y no tardó más de un minuto en comenzar a vomitar. La escena era escalofriante. Los cuerpos de todos los que permanecieron encerrados, estaba en su mayoría descuartizados y sus extremidades adornaban cada rincón del hospital.

Abrumada por tal atrocidad, la comunidad de Haven acordó cerrar el hospital. Los cuerpos fueron sepultados, algunos otros quemados por petición de las familias, aunque las historias que cuentan los niños pequeños en el pueblo, es que quedaron brazos, piernas, manos y alguna que otra cabeza dando vuelta por el lugar...

Actualmente la heredera de la familia Vannacutt decidió asumir el trabajo de su familia. Para ello, se propuso limpiar la reputación de su apellido y la sangre que mancha la colina de Haven.

Luego de una larga serie de audiencias judiciales, un batallón de abogados y cantidades de dinero que no fueron registradas en ningún libro; Rohaline Vannacutt consiguió los permisos para reabrir las puertas del hospital. Se levantó un monumento en memoria de todos los que fallecieron aquella oscura noche y se dio la bienvenida a los nuevos pacientes.

Dos años han transcurrido desde la reapertura y la trágica historia del hospital empieza a quedar atrás gracias al esfuerzo y los prometedores resultados del personal médico. Pero en todo esto hay un tono oscuro, un sabor amargo que no se le puede quitar de la boca a nadie. ¿Te has dado cuenta, cuando el lugar se siente helado incluso con la calefacción encendida? O esas noches en las que viste algo moverse en las sombras y creíste que era tu compañero de cuarto. ¿Fue eso realmente? Cómo olvidar a ese paciente que gritaba afirmando haber vuelto del infierno. Algunas cosas extrañas han estado ocurriendo, incluso en las plantas donde se encuentras los pacientes más tranquilos y pese a que aún nadie ha hecho sonar una alarma de pánico, ya hay quienes empiezan a perder el sueño en las noches, pensando si lo que golpea a su ventana es la rama de un árbol o uno de los viejos pacientes que no puede encontrar el descanso eterno.