fishes can't watch tv ─ Kitty

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Vie Jul 04, 2014 10:34 am

Usó sus poderes para levantarse así misma y no hacer ningún ruido a la hora de salir de la habitación. No quería despertar a Kitty ni a sus demás compañeros de cuarto, por lo que todo lo hizo de la forma más silenciosa posible y terminó saliéndose con la suya cuandos sus pies volvieron a tocar el suelo unos centímetros más allá de la puerta de la habitación. ─Eso estuvo cerca. ─Suspiró teatralmente luego de que casi se lleva una repisa con ella y terminó haciendo malabares para sostener el florero que estaba encima. Jean se echó a reír, bajando rápidamente a la cocina por algo de comer, que esa noche no había cenado por haber estado estudiando para un examen que había la próxima semana y como si faltara poco, ese día le había tocado una sesión con el profesor y decir que terminó mentalmente exhausta es quedarse corto.

─El profesor debiera tener más leche.─Y es que ya no quedaba nada, comprobó, tanteando la caja de la dichosa bebida una vez llegó al refrigerador. Estaba vacía. ─Aquí hay niños en crecimiento y todo eso, ¿qué haremos sin leche? ─Sacó otra jarra donde al parecer había jugo de alguna-cosa-rara-que-no-identificó, y se lo bebió de un solo trago luego de comprobar que estaba muy dulce. Terminó dejándolo en el refri con cara de no gustarle, es más, ella se preguntaba quién demonios bebería eso tan azucarado. ─Debe ser una hormiga o alguien que se transforma en una. ─Se río, cerrando la puerta del electrodoméstico y dirigiéndose a la alacena para sacar un pan cuando escuchó un ruido.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Vie Jul 04, 2014 11:07 am

Bajaba las escaleras con una cartera. Había un libro de ciencias naturales, una libreta, un lápiz, el almuerzo que la cocinera había preparado. Su madre le dio dinero para el autobús, pero siempre que no llueve prefería ir andando, balanceando la cartera. Caminando calle abajo pasó por una tienda de ropa donde algunos maniquíes llevaban abrigos de pieles o trajes de seis botones y algunos nada en absoluto.
Llegó a la esquina y se detuvo con la cartera a su lado. La corriente del tráfico ruge ante ella: chirriantes autobuses, taxis amarillos, un camión grande. No es más que una niña, pero nada corriente, y por el rabillo del ojo llegó a ver el coche que va directo a atropellarla. A diferencia de lo que debía suceder, el coche no acaba con su vida, sino que pasó a través de ella. Negó con la cabeza y otro coche pasó. Y otro. Todos pasaban a través de ella.

Se despertó sudando tras aquella continua pesadilla. Del susto, acabó por quedar sentada en su propia cama. Con suerte ocupaba la litera superior y no acabó por golpear la cabeza contra la cama superior. El techo quedaba lejos, suerte que no era muy alta. Negó con la cabeza y pasó las manos temblorosas por su rostro, en un intento por recobrar la tranquilidad y darse cuenta que todo aquello no era más que un sueño. No había sido más que un mal sueño, una horrible pesadilla.

Su cabeza atravesó el colchón en busca de su compañera de dormitorio. Pero la cama estaba vacía, no tenía una cama en la que meterse para no sentirse sola aquella noche. ¿Dónde estaba la pelirroja? No lo pensó dos veces y bajó con cuidado de no hacer ruido las escaleras de su cama. Podía haber optado por quedarse en la cama, recobrar el sueño y seguir durmiendo hasta que llegara el nuevo día. Pero ella no era así, ella quería saber dónde demonios se había metido Jean, y no se dormiría hasta que diera con ella. - ¿Jean? - Su cabeza pasó a través de la puerta del dormitorio, pero allí fuera no había nadie. El pasillo estaba totalmente desierto y aquello no acababa por agradar a la castaña.

Su cuerpo acabó por traspasar la puerta y salir completamente al pasillo. Sus pies descalzos se toparon con la moqueta y no tardó en recorrer el espacio que la separaba hasta llegar a las escaleras. Bajó con sumo cuidado hasta llegar al primer piso y allí localizó varias luces encendidas. Su cabeza pasó a través de la puerta de cristal del comedor, donde un par de alumnos parecía divertirse jugando a las cartas al lado de la televisión principal. Volvió a salir y siguió su camino hacia la segunda luz: la cocina. Allí se topó con su compañera de cuarto. Miró con curiosidad lo que hacía la chica y no dijo palabra alguna, sino que se limitó a observar lo que hacía, hasta que la pelirroja pareció notar que no estaba sola. - ¿Atracando la nevera a estas horas? - Dibujó una inocente sonrisa en sus labios. - ¿Hay algo rico? - Y acto seguido, comenzó a mirar en uno de los estantes superiores en busca de cereales.

Patata:

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Vie Jul 04, 2014 2:20 pm

Se asustó tanto al escuchar la voz de Kitty que el pan que había agarrado se deslizó de sus manos y cayó al suelo. Si hubiera sido sólo eso, el susto que la joven le provocó a la pelirroja también hizo que hiciera volar un par de utensilios de cocina que hicieron todo un desastre al caerse. Jean se llevó una mano al pecho, volviendo el rostro hacia la castaña con los ojos abiertos de par en par con un gesto de sorpresa en él. No se esperaba a la chica en ese momento, a pesar de que había escuchado ruidos, no se imaginó que sería Kitty, sino más bien el viento o un ratoncillo. ─Algún día me matarás de un infarto y tendrás que levantar mi pesado cadáver hasta donde el profesor. ─Le regañó con una risa aflorando a sus labios antes de inclinarse y recoger el pan. Se encogió de hombros, respondiendo su pregunta con un movimiento de cabezas negativo. Realmente no había mucho qué comer, a parte de pan y lo único que se le ocurría en ese momento era untarle mantequilla. Pensándolo mejor, era una buena idea. Utilizó sus poderes para abrir nuevamente el refrigerador y extrajo la mantequilla, pasándola por encima de la cabeza de Kitty al igual que uno de los cuchillos que estaban en el piso. ─No hay mucho pero puedo hacer tostadas, ¿quieres? ─Le preguntó con una suave sonrisa en sus labios, hundiendo el cuchillo en la mantequilla para proceder a untarle al pan tajado. No era la mejor cocinera, pero se defendía bastante bien, además, le gustaba cocinar para sus amigos y Kitty no era la excepción.

─Ay, ahora que me olvido, ¿no estabas durmiendo? ─La había dejado durmiendo, si mal no recordaba. Jean nunca había sido especialmente buena para eso de dormir, no porque no hubiese querido, sino que desde que era una niña pequeña tenía problemas para concebir el sueño o eso recordaba. Nunca había podido caer en los brazos de morfeo por más de dos o tres horas seguidas, lo cual siempre le proporcionaba tiempo libre. Ella se quedaba despierta observando el catre de arriba donde dormía Kitty, jugando con los objetos a su alrededor o velando porque sus compañeros de habitación tuvieran un sueño pacífico. ─ ¿Tuviste un mal sueño, Kitty? ─Preguntó con suavidad, terminando de untar las tajadas de pan y colocándolas en la tostadora. Una vez cuadró la temperatura, el lento pero firme aroma del pan tostado comenzó a invadir la cocina.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Sáb Jul 05, 2014 1:44 am

El ruido de la televisión del comedor llegaba hasta la cocina, y eso que no eran precisamente pocos los metros que lo separaban. Por otra parte, el silencio era el principal protagonista en la cocina del instituto, donde sólo Jean parecía haberse desvelado en mitad de la noche para comer algo. – Ese día huiré para no tener que mover tu cuerpo. ¿Tengo pinta de poder contigo? No digo que peses mucho, pero – Levantó uno de sus brazos en un intento poco fructífero por sacar músculo. Tocó su propia musculatura con el dedo índice y luego bajó miró a Jean. – Creo que no soy precisamente muy fuerte. – Bajó el brazo y volvió a seguir indagando en el armario superior en busca de cereales. Porque sí, le apetecían cereales, y solían esconderlos allí. Y digo esconderlos porque para poder llegar al armario superior no sólo tenía que ponerse de puntillas, sino que la mitad de las veces acababa de rodillas en la encimera para no tirarse cajas y cajas sobre la cabeza.

Sus manos buscaban a tiendas en el armarito mientras que su cabeza, que irónicamente no veía nada, estaba girada mirando a Jean. - ¡Me gustan las tostadas! – Bajo los brazos al no dar con los cereales y se subió sobre uno de los taburetes que se encontraban en el lugar. – Yo te miro, no vaya a ser que prenda fuego a la cocina. – Kitty estaba convencida que incluso haciendo un zumo de naranja sería capaz de quemar la mansión. Sí, era un desastre en la cocina. Es más, cada vez que partía una rebanada de pan lo hacía con la mano. Lo único que sabía hacer era meter comida precocinada en el microondas y calentarla, y a veces ni eso, pues no era raro que la comida acabara echando humo por haberlo calentado más tiempo de la cuenta.

Balanceó las piernas que no llegaban a alcanzar el suelo sobre el taburete, mientras sus dedos golpeaban la mesita central de la cocina admirando cómo su compañera hacía eso que ella consideraba tan complicado: untar mantequilla en pan. – Sí, últimamente me pasa muy a menudo. Sueño que me atraviesan objetos, esta vez eran coches. – Aquellos sueños eran algo que sucedía de manera constante en su mente. Podía pasar meses sin ellos del mismo modo que podía pasar días seguidos repitiendo el mismo sueño en su cabeza. – Así que si una noche algo pasa a través de ti, no te asustes. – Se encogió de hombros. No sería la primera vez que caía a través de varios pisos por tener una pesadilla. – Huele rico. – Añadió sin darle importancia a sus pesadillas. No eran más que eso, sueños. Ella no era como otros mutantes que podían conocer lo que podía llegar a suceder, o incluso saber lo que estaba ya llevándose a cabo. No, en cuanto a sus sueños, eran de lo más corrientes. - ¿Tú también? – Preguntó con curiosidad. Kitty no se cortaba a la hora de hacer preguntas. Siempre tenía dudas sin resolver y no dudaba en preguntar para saciar sus ansias de conocimiento.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Sáb Jul 05, 2014 7:36 am

La pelirroja alzó una ceja, mirándola con una sonrisa en el rostro tras escuchar su comentario. ─Te entiendo, te entiendo. ─A ella no le molestaba eso del peso, era una de las cosas a las que menos le prestaba atención, ¿qué importaba cuánto pesabas? Era absurdo ese tipo de problemas, y si le preguntaran su opinión, diría que una mujer rolliza era mucho más simpática y agradable a la vista que un par de huesos. Pero esa era su opinión, claro, quizás no todo el mundo compartía su visión, así que no podía decir mucho al respecto. Jean dejó escapar una suave carcajada al observar el gesto de Kitty, vale, no era muy fuerte, pero tenía lo suyo. ─La fuerza física no lo es todo, Kitty, más vale lo que llevas aquí. ─Señaló su frente, acariciando los mechones castaños que estaban alborotados. Ella sonrió nuevamente al escuchar que se quedaría viéndola.

Jean sabía que Katherine no era exactamente una estupenda cocinera, que más bien estaba alejada de una descripción remotamente cercana pero a ella nunca le molestaba que le echara una mano, aunque en ese momento se encontraba perfectamente bien. ─ ¿Has hablado con el profesor Xavier sobre eso? ─Preguntó, sacando las tostadas de la máquina con su poder, abrió la alacena y sacó dos platos donde colocó el alimento. Jean no era telépata, tampoco sabía mucho sobre las cuestiones relacionadas con el sueño y lo que a Kitty le perturababa, seguramente tenía que ver con ese tipo de cosas. Lo único que la pelirroja podía entender era el hecho de que la castaña aún no se acostumbraba a tener su poder, era normal, ella había atravesado por lo mismo, no había podido manejarlo a la perfección hacia unos cuantos años atrás y le había tocado bastante duro. Recordarlo hizo que una sonrisa nostálgica apareciera en sus labios. ─Cuando no puedas dormir, ya sabes que puedes venir conmigo, en los catres caben dos personas, creo. ─Le dijo con suavidad. Sacando del refrigerador unos huevos y, además, un sartén. Todo esto con sus podres, Jean podía asegurar que se había convertido en una verdera floja desde que los aprendió a controlar.

─Nunca he podido dormir bien. ─Echó los huevos en el sartén, con un poco de sal y aceite, revolviéndolos continuamente. Estarían listos en cuestión de segundos. Miró a Kitty, descubriendo que la joven tenía unas ojeras bajo los ojos. ─Desde que era pequeña, así que me acostumbré bastante rápido. ─Dormir era un lujo que la pelirroja no se daba desde tiempo atrás, pero ya había perdido importancia desde su punto de vista, ya no tenía caso. Terminó los huevos revueltos y los sirvió en los platos con las toscadas. Utilizando su poder sacó un jugo de naranja del refrigerador y unos vasos. ─ ¿Quieres jugo de naranja? ─Se echó un poco en el vaso y le dio un sorbo. ─Debiéramos ver una película, ya que alguien dejó el televisor prendido. ─El ruido de la T.V. podía escucharse hasta la cocina y para Jean no sería extraño encontrarse a uno de los chicos dormidos frente al aparato.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Dom Jul 06, 2014 5:17 am

Jean era como la hermana mayor que Kitty jamás había tenido, era la figura femenina a seguir. Jean era diferente al resto de mutantes y poco a poco había conseguido aprender a controlar sus poderes, cosa que Kitty aún no conseguía llevar a cabo. No era raro que intentara atravesar una puerta y acabara con media pierna en un lugar y la media en el otro acompañando al resto de su cuerpo. Era una mutante joven aprendiendo, no sólo a controlar sus poderes, sino a controlarse a sí misma. Le costaba concentrarse y muchísimo más confiar en sus propias habilidades como mutante. A la mínima que se ponía nerviosa, acababa causando algún tipo de desastre con sus poderes, y eso que por el momento sólo se limitaba a atravesar objetos, pues tenía miedo de atravesar a alguien y ponerse tan nerviosa que lo acabara matando al adquirir solidez en mitad de su travesía. Pero Jean no era así, Jean parecía segura, capaz de controlarlo todo, y por eso quizá la admiraba tanto.

La mano de Jean se posó en la frente de la pequeña y esta sonrió al sentirse segura. En una batalla, quizá la mutación de Kitty no serviría tanto como podría servir el fuego o la fuerza, pero siempre que aprendiera a controlarlo, sería capaz de ser igual de útil que todos los demás. Y como bien decía Jean, lo que más valía estaba en la mente. Lo peor de todo es que lo sabía, su problema estaba ahí, en su propia mente, en su falta de concentración. - ¿Crees que debería? – Siguió jugando con sus dedos sobre la mesa, como si tocara una melodía con un piano imaginario, con la diferencia en que ella no tenía ni idea de tocar aquel instrumento. Dio un toque certero en la encimera y su dedo índice la atravesó sin que si quiera ella lo pretendiera. Rápidamente volvió a salir y se giró para ver como las tostadas que Jean había preparado sobrevolaban la zona. Al menos así no se quemaba. – No creo que tenga demasiada importancia, antes de que aparecieran mis poderes me dolía la cabeza y tenía pesadillas. Ahora estoy igual pero sin dolor de cabeza, es una mejora. – Se giró sobre el taburete y miró asombrada todo aquello. Llevaba casi dos años en aquel lugar y todavía no se acostumbraba a ver las mutaciones de los demás por todas partes. Le resultaba ciertamente fascinante, todos eran únicos, diferentes. Pero tenían tanto en común… - ¿Por qué te crees que he acabado aquí? Pensaba hacerte compañía y no estabas. – Soltó una pequeña risita. En efecto, Kitty había ido decidida a buscar a su compañera de dormitorio porque no se sentía segura en aquel momento. Pero Jean no estaba, y había optado por buscarla, pues no podía andar demasiado lejos.

El aroma de los huevos inundó la cocina y Kitty cerró los ojos dibujando una sonrisa en sus labios. Sólo había bajado a la cocina en busca de Jean y a coger algo de cereales, pero iba a acabar con el estómago rebosante de alimentos. Quizá así creciera algo y no fuera la más pequeña de la academia. – Eso debe ser horrible… Yo adoro dormir. Creo que en el fondo soy mitad marmota. Quizá tenga una segunda mutación… ¡Narcolepsia! – Rió. Obviamente no, pero era cierto que podía haber un terremoto que ella ni se enteraba para seguir durmiendo. – Sí, coge la botella entera, por si acaso. – No, por si acaso no, lo que pasaba es que Kitty tenía una enorme fascinación hacia el zumo de naranja. ¿Por qué? No había explicación, pero aquello le encantaba.

Kitty afirmó a la idea de ver una película, sabía que era posible que acaraba durmiéndose por el propio agotamiento, pero no tenía ninguna gana de volver a la cama, por muy tarde que fuera. Estaba en esa edad donde quería comportarse como los mayores pero no era considerado uno de ellos. Sin pensarlo dos veces, cogió uno de los platos y la botella del zumo y fue en dirección a la puerta. – ¿Vamos? – Sonrió de lado y cruzó el umbral de la puerta en dirección a la sala donde se encontraba la televisión, allí había un par de sofás y una pequeña mesa entre ellos. El grupo de alumnos que jugaba a las cartas ya se había ido, y ahora sólo quedaban allí las cartas y la televisión encendida con anuncios.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Lun Jul 07, 2014 3:40 am

La comida terminó en un santiamén y Jean se encargó de lavar los platos que había ensuciado mientras escuchaba a Kitty. Podía entender la preocupación de la más joven, no le era difícil deducir qué problemas pasaban por su cabeza y cuán afectada podía estar por la falta de control que ejercía sobre sus poderes. ¿Cómo no iba a tener miedo? Ella recordaba que cuando los había descubierto, sus poderes se habían manifestado de una forma abrupta como poltergeist, muchas veces los objetos de su casa habían atacado a sus amigos y familiares, especialmente a Sarah y a sus padres, sin ella tener control alguno sobre lo qué sucedía. Ni siquiera tenía conciencia de que era quién realizaba todas esas acciones y al final, Jean no podía más que socorrerlos, hasta que el profesor Xavier había llegado. Él le enseñó cómo detenerlos, controlarlos y enseñarlos. No era la única con esa capacidad, por lo que Jean siempre se sintió dispuesta a traspasar los conocimientos de Charles a los demás. No sólo para controlar los poderes, sino para dominar la mente que los maneja.

─Claro que deberías. ─Le contestó, secando la loza y guardándola en la repisa. ¿Cómo no hacerlo? Puede que ahora mismo la joven no le viera ningún problema, pero las pesadillas y ese tipo de ilusiones generaban discrepancias en el estado mental de las personas. Y ahí se encontraba la clave para dominar tu poder y no dejar que éste te domine a ti. ─No le restes importancia solo porque ha habido una mejora. Muchas de las pesadillas representan nuestros miedos más profundos, nos encasillan y nos torturan, impidiendo ver las grandes cosas que tenemos dentro. ─Ella lo sabía, porque también había sido víctima de esos ataques. Gracias a sus problemas de insomnio, ya no tenía tantas cómo antes, pero aquellos sueños donde perdía el control seguían retornando a ella, como las olas a la orilla del mar. Siempre vuelven para atormentarla. ─Y sé muy bien que tú serás una mutante magnífica, aunque no lo creas. ─La pelirroja le dedicó una dulce sonrisa, guardando todos los utensilios y tomando su plato con tostadas y huevo. Rió por lo bajo al escucharla. Claro que iría con ella, ella siempre había ofrecido su compañía a Kitty y jamás se negaría a dársela. ─Estaba aburrida y mi estómago rugió, tenía qué hacer algo. ─La castaña se le adelantó, dirigiéndose con paso firme hacia la sala de televisión donde el ruido incesante del aparato no dejaba de sonar. Jean tendría que reprender a quienes jugaban por las noches, ya que tenían esa tendencia de dejar la T.V. encendida sin ningún reparo.

─No entiendo por qué siempre se olvidan de apagar la televisión. ─Se quejó abiertamente, dejando la puerta de la cocina entreabierta para pasar el jugo flotante de naranja y dos vasos. Si una persona normal viera esa imagen, seguro que saldría corriendo, asustada, para luego reaccionar y llamarlas mutantes, demonios. Casi al mismo tiempo, como si leyeran su mente, la televisión mostró una noticia de última hora. Un grupo de personas habían golpeado brutalmente a un mutante. Las manos de Jean temblaron por un instante al contemplar el horror de las imágenes que se emitían en la televisión y casi inmediatamente, cambió el canal. ─ ¿Qué te apetece ver, Kitty? ─Preguntó con la voz ligeramente turbia, hubo un seco ruido y el sonido del cristal rompiéndose en mil pedazos que la hizo volverse a ver qué sucedía. Se le había olvidado el zumo y los vasos, afortunadamente, el zumo seguía intacto, pero no lo otro. ─Tendré qué limpiar eso.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Lun Jul 07, 2014 1:14 pm

Como era de esperar, la comida no tardó mucho en acabar preparada. En caso de que hubiera sido Kitty la encargada de realizar aquel festín, habría dos opciones. En primer lugar, la comida podría haber acabado hecha (posiblemente quemada o a medio hacer, una de dos) para el desayuno del lunes siguiente. Luego estaba la segunda, y más posible, opción: la Academia ardiendo, Bobby soltando hielo por todas partes y sembrando el caos intentando apagarlo y un grupo de bomberos directos al edificio para acabar con las llamaradas. Al menos las chicas de la Academia podrían agradecer a Kitty que un grupo de bomberos acabara rescatándolas cual caballeros con su brillante armadura. Por otra parte, aquello tendría tremendas represalias para ella, las cuales no serían agradables. Incluso era posible que el profesor la mandara de nuevo a casa si hacía alguna barbaridad como aquella. En ningún momento aquello sería factible, pero Kitty vivía con el miedo de estropear las cosas y ser enviada de nuevo a casa, lejos de la gente a la que tanto quería. – No creo que sea para tanto. – Se encogió de hombros. Realmente Kitty tendía a no dar importancia a sus propios problemas, sino a anteponer los de los demás por encima, algo que no solía mostrar a los demás. ¿Qué importaban un par de pesadillas comparado con una cocina en llamas? Absolutamente nada, o al menos eso pensaba. Las pesadillas estaban en su mente, y tampoco eran tan horribles, sino que simplemente la despertaban en mitad de la noche. ¿Acaso eso era lo peor que podía llegar a sucederle a alguien? No, obviamente. – Pero sí… - Negó con la cabeza y suspiró. Jean tenía razón, Jean era mayor, Jean siempre pensaba mejor que todos los demás. ¿Por qué no hacerle caso? Porque aquello no era lo que ella quería. Siempre tendía a dejarse influenciar por los demás, pero Jean no lo hacía con mala intención, sino todo lo contrario. Jean siempre pensaba en lo que sería mejor para ella, para que todo fuera bien. Aunque Kitty, como niña que era, la mitad de las veces ni se daba cuenta. – A veces te mataría para que no llevaras razón siempre. – Se cruzó de brazos, fingiendo estar enfadada pero no tardó en soltar una pequeña risita al final.

Kitty escuchó con una sonrisa idiota en los labios las palabras de su amiga. Oh, ella no creía poder ser una mutante magnífica. En verdad, con llegar a no quedarse atrapada en mitad de una pared, tenía más que suficiente, y eso no daba la impresión de ser magnífico. Quizá en algún momento desarrollara una segunda mutación más fácil de controlar o más útil a la hora de una batalla. Pero no, por ahora atravesar objetos no suponía nada bueno para ella. Sí, le gustaba, pero no era nada comparado con la telequinesis de Jean, por ejemplo. No era capaz de ver las ventajas que tenía su poder.

Ambas, con la castaña en primera posición, fueron en dirección a la sala donde se encontraba la televisión encendida, atravesando un pasillo carente de luces. No podría decir cómo lo consiguió, pero Kitty logró llegar hasta aquella estancia sin derramar nada de los platos y sin acabar en el suelo. – Es que la luz no la pagamos nosotros. – Podía sonar como una broma en un primer momento, pero realmente pensaba que aquello era totalmente cierto. Al menos para ella, pues desde que vivía en la mansión, había comenzado a usar la bañera para darse relajados baños con espuma, algo que en su casa ni se hubiera planteado hacer por el gasto de agua que aquello conllevaba.

A diferencia de su amiga, Kitty estaba tan pendiente de colocar la comida sobre la mesa sin causar una explosión nuclear en el intento, que ni se percató de lo que echaban en la televisión. – Eh… Creo que en el armario de abajo había cintas de vídeo con pelis. – Acabó de colocar las cosas sobre la mesa y antes de poder girarse para ver cómo iba Jean, las cosas de esta habían acabado por el suelo. – Y luego la patosa soy yo… - Rió y cogió un par de servilletas para recoger los cristales que había por el suelo. – De aquí saldrán cristales hasta el final de los tiempos.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Miér Jul 09, 2014 2:06 am

La joven intentó olvidar, con algo de tristeza, la noticia que sus ojos anteriormente habían captado. Sintió cierto agradecimiento al ver que Kitty no se había dado cuenta de lo ocurrido, que tampoco tendría que preocuparse una vez más por el temor de ser atacada, de ver la crueldad que los humanos mostraban ante sí, de la rabia y la tristeza que se acumulaban en ella a medida que recordaba lo que algunas personas creían que era el bien para ese mundo. Jean rechazaba esa violencia, odiaba que lastimaran a quienes ella consideraba sus hermanos y a quienes protegería sin importar qué sucediera en esta vida. Aquellos estudiantes, sus compañeros, eran su familia ahora y no dejaría que nadie pudiese lastimarlos. Quién lo hiciese, tendría que verse con ella, sentiría su devastadora furia y su enojo. Jean sonrió a Kitty, camuflando a la perfección sus emociones al momento en que sus giraron a ver a la castaña y su mirada verdosa se fijó en la joven. ─Claro y por eso se dan el lujo de gastar todo como locos. ─Se rió, a sabiendas que la gran mayoría de los que asistían al instituto pensaban de la misma forma que ella. Esto era como un hotel de cinco estrellas para la gran mayoría, donde lo único con lo cual debías pagar, era con el control y manejo de tus poderes. Eso explicaba porque todo lo veían como un relajo.

─Déjalos, los puedo recoger fácilmente. ─Murmuró, riéndose de lo que Kitty decía. Jean tenía sus momentos de patocidad, no estaba exenta de cometer errores, aunque si bien la imagen que proyectaba hacia los demás tenía un tinte de perfección, ella nunca había sido perfecta. Era más consciente que nunca de sus defectos y errores pero sabía que regodearse en ello nunca había sido bueno, no iba de acorde a su personalidad, así que muy poco le prestaba atención. El brillo de sus ojos se convirtió en un relampagueo rosáceo, proyectándose a través de sus manos y rodeando los vidrios del suelo. ─Cuidado de cortas, Kitty. ─Le dijo a su compañera, alzándolos y llevando cada trozo de vidrio a una de las canecas que se encontraban en la esquina de la habitación. Una vez depositó el material allí, se giró hacia la joven con una sonrisa. ─Al menos no fue la comida. ─Rió, sentándose en el sillón mientras colocaba todo lo demás encima de la repisa que tenían el frente. ─Bueno, ¿qué película nos vamos a ver? ─Preguntó, buscando el videocasete. ─Creo que hay una nueva llamada Poltergeist, es de miedo y han dicho que quita el sueño. ─Se acordó de unos cuantos nombres más, pero no estaba segura de que las tuvieran en el instituto. Más porque seguramente haría que muchos terminaran psicológicamente estresados por el miedo y eso ocasionaba desastres con relación a poderes. ─Aunque creo que tenemos Conan el Bárbaro y la Cosa. Y la de E.T y una de Indiana Jones.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Miér Jul 09, 2014 9:49 am

No habían pasado ni si quiera dos años desde la primera vez que Kitty cruzó la puerta de la Academia de mutantes. Había pasado mucho tiempo, quizá demasiado para alguien de tan corta edad, pero lo recordaba como si hubiera sido aquella misma mañana. Pero no había sido ese día. También recordaba que durante los primeros días que pasó en aquel lugar se sentía temerosa a la hora de usar la ducha e incluso la luz. No era su casa y tenía que comportarse como si lo fuera cuando en realidad estaba tan lejos de ella. Las cosas habían cambiado totalmente con el tiempo, y ahora se dejaba la mitad de las veces la luz encendida al salir de la habitación o se pasaba horas muertas en la bañera porque le gustaba estar en el agua. – Seguro que tú también lo haces. – Rió. Ella lo hacía, ¿Por qué Jean no lo haría? Era cierto que era la viva imagen de la responsabilidad pero gastar luz o agua no era para tanto, ni si quiera para Jean. Ella se encargaba de llenar de responsabilidad la vida de Kitty, pues sin ella, dudaba que llegara a utilizar la cabeza en más de una ocasión y, de algún modo, se lo agradecía.

Kitty ya había comenzado a recoger los cristales de los vasos cuando Jean inquirió para que la chica no se cortara y así tardar menos en recoger todo aquel destrozo. Los cristales que se encontraban por el suelo no tardaron en desaparecer, yendo a la dirección Jean indicó. Los ojos oscuros de Kitty siguieron con curiosidad la dirección de los cristales mientras su compañera trabajaba con total normalidad. El hecho de que Jean utilizase sus poderes en cualquier momento era algo a lo que Kitty había acabado por acostumbrarse, del mismo modo que suponía que la pelirroja ya estaba acostumbrada a que cerrar la puerta del dormitorio no servía de mucho si Kitty necesitaba entrar. – Si llega a ser la comida me matas de hambre. ¡Y todavía estoy creciendo! - Ojalá fuera así, porque quedarse en el metro cincuenta y cinco toda su vida sería mediocre.

La castaña se dejó caer sobre el sofá haciendo que los cogines se movieran ligeramente por la caída y sonrió mirando a Jean. – Me gustan las pelis de miedo. – Dijo buscando un cojín al que abrazarse para ver la película. Por regla general, cuando bajaban a ver alguna película todos juntos Kitty cogía su peluche con forma de dragón para abrazarlo, pues tenía la necesidad de abrazar algo al ver películas, e incluso muchas veces al dormir. Era un extraño hábito que no había perdido con el paso del tiempo. Ahora no tenía el peluche, por lo que optó por abrazar un cojín, hasta que Jean comenzó a enumerar películas. – Me gusta Indiana Jones, pero… E.T. es guay. Las otras no las vi. – Pegó un saltito y fue en dirección al armario de las películas. - ¡Está Carrie! – Dijo Kitty emocionada. Aunque sólo tenía dieciséis años, Kitty posiblemente había leído más que muchos de sus compañeros que la superaban en edad. Era lista, tremendamente inteligente, quizá demasiado para la edad que tenía. Podía comportarse en ocasiones de manera infantil, pero eso no quitaba que fuera inteligente.

Sin pensárselo dos veces, colocó la película en el vídeo y dio al botón de play. Subió el volumen de la televisión y corrió a sentarse al sofá, dando varios golpes con la mano para indicar a Jean que volviera a tomar asiento, pues esta se había quedado buscando el videocasete. - ¿La has visto? – Preguntó abrazándose de nuevo al cojín.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Jue Jul 10, 2014 4:37 am

No tenía ni idea de qué película hablaba Kitty, nunca la había escuchado y, aunque eso lo pensaba normal debido a que no era una fanática de las películas, se le hacía un poco extraño ser de la minoría de personas que no estaban interesadas en esos tópicos. Más bien, le apenaba de cierta forma, Jean no era del tipo que se podía catalogar como alocada, tenía su lado aventurero, sí, pero muchos en la escuela la reconocían por ser el epítome de la responsabilidad y el estudio, cosa que a veces le molestaba. Al igual que cualquiera del Instituto, podía divertirse, es más, ella conocía a personajes mucho más aburridos ─en eso podía incluir a Scott, si pensaba rápidamente─, y otros más que preferían tener la nariz metida en un libro. El otro lado tendía a ser como Bobby, o incluso igual a Charlie. ─No tengo ni idea de cuál es. ─Le respondió con algo de pena, acomodándose en el sillón un poco más cerca del brazo para poder recostar su cabeza sobre él. La larga cabellera rojiza caía sobre su hombro, toda desenmarañada y pensó que debería atársela en una cola alta. ─No soy muy adepta a esto de ver películas, pero cualquiera que pongas me va bien. ─Cualquier cosa para pasar la noche le iba a bien. Su objetivo era quemar el tiempo que había entre el día y la madrugada, era el único interés que deseaba, porque el resto de la noche se la pasaría en vela, pensando en cualquier otra cosa y era muchísimo más agradable pasarlo justo a lado de Kitty.

La película se empezó a reproducir, y lo único que hacía la pelirroja era observarla mientras devoraba una de las tostadas. Miró por un segundo el envase del jugo, pensando en cómo podía beberlo si no tenía ni un solo vaso, ya que estos últimos habían sido destruídos al haberlos dejado caer. ─ ¿Puedo? ─Cuestionó, haciendo un gesto de empinarse el jugo, cosa que realmente no fue así, ya que usó sus poderes para no tener que pegarse a la boquilla y tomar con tranquilidad. Fue un gesto un tanto asqueroso de su parte, pero llámenle perezosa, no quería levantarse del sillón para buscar algo más. Además, la película se estaba poniendo interesante. Jean no entendía nada realmente, pero podía decirse que estaba algo asustada y que disfrutaba de esa sensación. Pocas veces había sentido miedo y mucho menos con algo parecido a una película, así que se le antojaba de lo más divertido. Y como si alguna fuerza cósmica la hubiese escuchado, empezó a llover. La pelirroja se dio cuenta al comenzar a escuchar las gotas caer con fuerza contra el techo, las ventanas resonaban con el viento y más pronto que tarde se hicieron escuchar los truenos.

─ ¿En serio está lloviendo? ─No se levantó, simplemente intentó ver por una de las ventanas que había pero estaba tan negro que no pudo ver absolutamente. Excepto en el momento en que la luz de un relámpago iluminó parcialmente todo. Jean pegó un saltito, sobresaltándose al ruido del fenómeno meteorológico y colocó una mano en su pecho al sentir el corazón latirle rápidamente. ─Te confieso algo. ─Dijo con una risa nerviosa. ─Nunca me han gustado los truenos. ─No le molestaba decirlo, es más, poco recordaba de si alguna vez lo había hecho, pero era verdad. No le agradaban demasiado. Jean pegó un grito cuando alguien más en la película lo hizo, sumándole a otro trueno que cayó, hizo que los cuadros de la sala se movieran ruidosamente. Casi se le sale decir un fantasma, pero luego recordó que siempre perdía el control de sus poderes cuando se alteraba. ─No estoy tan segura de que fuese una buena idea, Kitty. ─Murmuró, sus ojos entreabiertos viendo por la ventana como si hubiese algo interesante. Por un momento, la pelirroja creyó ver a alguien afuera, en la lluvia, pero estaba tan trastornada por el ambiente que había parecido derepente que se dijo así misma que estaba soñando.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Jue Jul 10, 2014 7:12 am

Antes de acabar en la Academia de Xavier con gente como Jean, Luke o incluso Kurt, Kitty pasaba horas frente a la pantalla de la televisión de su casa, viendo cualquier película nueva que saliera en cartelera, o alguna antigua que su padre decidiera poner a las tantas de la madrugada. Nunca había tenido muchos amigos, más bien lo contrario, por lo que pasaba gran parte del tiempo en un pequeño videoclub situado a pocas manzanas de su escuela, por lo que las películas que conocía no eran precisamente pocas. Nunca se había caracterizado por socializar con la gente de su edad, más bien lo contrario. Jean era varios años mayor que ella, igual que Eli y Charlie, sus otras dos compañeras de dormitorio, y le era más fácil hablar con ellas que con la gente de su edad. Podía considerar a Luke y a Kurt como la excepción en ese ámbito. Siempre había sido una niña bastante inteligente para su edad, lo que le hacía sentirse incómoda al lado de esas personas y terminaba pasando las horas sola. Toda una chica popular, vamos. Al contrastar tanto con Jean en este sentido llegó a sorprenderse que no conociera aquella película, pues había tenido gran éxito cuando salió en cartelera, o al menos eso recordaba la castaña. – Pues… La prota se llama Carrie. – Fuerte información teniendo en cuenta el título de la película. – Y es una chica con poderes telequinéticos. – Hizo una pausa para pensar. Espera, ya había contado gran parte del argumento. – No se parece a ti, lo prometo. – Dijo al darse cuenta del parecido que Carrie podría llegar a tener con Jean en cuanto a tener telequinesis. No lo había pensado cuando vio la cinta entre el resto de películas y tampoco consideraba que aquello tuviera demasiada importancia.

Kitty dio al play y la música de inicio comenzó a sonar. Por suerte aquella cinta estaba rebobinada y no tenía que buscar el inicio de la película. Tomó asiento y miró la pantalla de la televisión con una sonrisa de oreja a oreja, sin dejar de apretar el cojín contra su pecho en ningún momento. - ¿Eh? – Miró a Jean y entendió lo que esta quería decir. – No soy escrupulosa. – Y menos compartiendo casa con tanta gente. Volvió la mirada a la pantalla y vio cómo avanzaba la película. La protagonista era más bien rara, incluso más de lo que la imaginaba Kitty cuando había leído el libro. Porque, a pesar de conocer la película, jamás había tenido la oportunidad de verla. La historia iba avanzando poco a poco e incluso en algún momento se tapó la cara levemente con el cojín, bajándolo rápidamente para que sus ojos quedaran al descubierto y pudieran ver lo que iba pasando.

Kitty estaba tan ensimismada con la película que ni se dio cuenta que a pocos metros de distancia, la ventana comenzaba a estar cubierta por pequeñas y trasparentes gotas de agua. La lluvia sonaba en el exterior de la casa, golpeando las ventanas y el terreno. – Parece que sí. – Frunció el ceño mirando por la venta y de nuevo volvió su vista a la película. Colocó su plato sobre el cojín y comenzó a comer lo que allí había. ¿La segunda cena? Sí, podría llamarla así. Tampoco le preocupaba, estaba en edad de crecimiento. Kitty seguía pendiente de la película y ni si quiera se dio cuenta cuando Jean se asustó por la tormenta. Al menos no hasta que la pelirroja lo mencionó. - ¿Por? No hacen nada. – Dijo Kitty mientras acababa de terminar de comer. No tendía a preocuparse, por regla general, y en aquel momento lo estaba demostrando. – A lo mejor Ororo tiene una pesadilla. – Aquella opción era más que improbable, pero era una opción posible, como todas. Para Kitty cualquier cosa era posible, así que no se cortaba lo más mínimo a la hora de decir sus absurdas hipótesis en voz alta. – Jean, sólo son truenos, no muerden. Quiero decir… Es un ruido, como mucho te deja sorda. – Se encogió de hombros y dejó el plato sobre la pequeña mesa. - ¿Quieres que subamos a la cama? – También era un buen método para huir de aquella habitación sin recoger nada, y esa era una oportunidad que Kitty no rechazaría. – Y te dejo dormir conmigo y todo. – Más bien lo decía porque era ella quien adoraba dormir con compañía, pero de este modo no parecía ella la que lo quería. Al menos no esa vez.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Dom Jul 13, 2014 1:35 pm

No encontró la voz para responderle a Kitty con un si, que quería ir al refugio de la cama porque los truenos y la película le habían creado tan mal ambiente que tenía miedo. No realmente por lo que veían, sino más bien por la lluvia, le recordaba algo, una cosa que en ese momento no podía recordar con exactitud pero hacía que sus extremidades temblaran suavemente ante cualquier reacción climática provocada por el mal tiempo. Se arrucó aún más en el mueble, fijando está vez su visión en la televisión y obviando la ventana oscura plagada de gotas. La escena de la película se le antojaba sobrevalorada, algo dramática y sin sentido, pero ella no se quejaba, así que cuando encontró la voz suficiente para hablarle a la castaña, lo hizo. ─Creo que si, me gustaría ir a dormir un poco. ─O al menos intentarlo, pensó para sus adentros, abrazándose las piernas con los brazos, sin desviar ni un momento su mirada de la televisión. Cayó otro trueno, haciéndola contener un gritito y saltando un poco en su lugar. Jean se levantó del cómodo asiento, comenzando a caminar por la sala antes de que pudiera percatarse de eso.

─Si Ororo está teniendo una pesadilla, debe ser horrible. ─Comentó, viendo que comenzaba a llover con más fuerza y pareciera como si el techo se les fuese a caer encima en cualquier momento. Jeannie murmuró unas cosas por lo bajo, mordiéndose el labio inferior en un gesto de nerviosismo, sin darse cuenta que los objetos de la habitación comenzaron a levitar, reaccionando a su estado de ánimo. No importase cuanto intentara controlar el pánico, éste parecía dominarla. La razón aún no la entendía, pero estaba segura que tenía que ver con las pesadillas que usualmente tenía cuando alcanzaba a dormir. ─Sé que parezco que estoy a punto de volverme loca, pero no lo estoy, es simplemente el nerviosismo. ─Y se río histéricamente, tal como una desquiciada mental haría en ese mismo instante. Se tapó la boca con la palma de la mano y giró hacia Kitty con una mirada ligeramente atormentada. ─Creo que me gustaría ir a dormir un poco ahora mismo. ─Murmuró con cierto desazón, tratando de calmar el furioso palpitar de su pecho que parecía estarse negando a hacerlo.

No estaba dando un buen ejemplo, lo sabía, Jean Grey, quien se caracterizaba por ser responsable y paciente, había perdido un rastro de su cordura a causa de una tormenta. No era exactamente la imagen que Kitty necesitaba, era el reflejo del autocontrol y de lo que un poder sin el debido dominio podía hacer. Observó a su alrededor, todas las cosas flotaban trémulamente, rodeadas de un aura rosácea y no tenía que mirarse al espejo para saber que sus ojos brillaban de ese mismo color. Esperaba no asustar a Katherine con semejante muestra de descontrol.

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Lun Jul 14, 2014 4:39 am

Por muy espabilada que se encontrara la castaña en aquel momento, bien sabía que en cuanto cogiera postura en la cama, acabaría durmiendo profundamente hasta la mañana siguiente. No era el tipo de personas a las que les costaba coger el sueño cada noche, sino que era más bien todo lo contrario. Kitty podía pasar horas durmiendo y gracias a sus compañeras de cuarto, ya podía haber un terremoto que no se enteraría. Era lo que pasaba cuando dormías con gente que en mitad de sus pesadillas puede hacer temblar el suelo o mover las lámparas. Al final, acabas acostumbrándote, y eso había pasado con Kitty y sus sueños. Cuando ella tenía pesadillas, se limitaba a atravesar la cama, e incluso el suelo del dormitorio. En cambio, Jean, Charlie e incluso Elizabeth podían llegar a hacer cosas peores. Y como bien decían ambas, el caso de Ororo podría ser peor de lo que a simple vista podría llegar a parecer. Una tormenta no era nada comparado con un huracán, menos mal que Ororo era capaz de controlarse, pues ya no era una niña como lo era ella o incluso Jean en algunos aspectos. – Entonces subamos, ya acabaremos la película en otro momento. – Añadió al tiempo que se ponía de rodillas en el sofá, buscando el cobijo de los ojos de su amiga.

Sonrió. No le importaba ver como Jean perdía los papeles en algunas ocasiones, aquello demostraba que era humana. Que a pesar del pedestal en el que Kitty la había colocado, tenía sus errores como todo el mundo. No era perfecta, pero para Kitty seguía siendo la Jean de siempre. Su amiga, aquella a quien tanto quería. – Estás cansada, deberíamos ir ya a la cama. – Añadió la castaña intentando no darle importancia al hecho de que los muebles los pequeños objetos que se encontraban en la habitación habían abandonado sus posiciones habituales para alzar un vuelo que parecía no estar siendo causado de manera consciente por la mente de Jean.

Kitty miró a su alrededor, no podía evitarlo. Intentaba no darle importancia, pero era incapaz de no mirar como estos ahora ocupaban un espacio nuevo y que no les pertenecía. – Venga Jean, no pasa nada, es sólo una tormenta. – Susurró mientras cogía las manos de la chica y dibujaba una sonrisa forzada en su rostro. Intentaba parecer tranquila, pero en absoluto lo estaba. – Subiremos al dormitorio, nos meteremos en la cama y mañana ya no habrá lluvia ni truenos. – Abrazó a su amiga, apoyando su cabeza en el hombro de esta debido a la diferencia de altura. – Tú no eres así Jean, tú puedes controlarlo. – Ella podía. Jean era su apoyo, su gran ejemplo a seguir en ese ámbito.

Tan solo esperaba que la pelirroja lograra relajarse, notar que no estaba sola y que ella era capaz de tranquilizarse, para así ambas volver a la cama y que el día siguiente fuera un nuevo día para ambas.

**Jean E. Grey** · por **Jean E. Grey** Jue Jul 17, 2014 12:28 pm

Agradeció cada palabra y cada intención de Kitty. Sus labios se curvaron en una sonrisa apacible y sus brazos se aferraron a la delgada figura de su amiga, escondiendo el rostro en la maraña castaña que era el pelo de Katherine. Sus acciones la reconfortaron de una forma que nada lo había hecho en algunos años. Cuando era pequeña, su madre siempre se metía en la cama con ella, la abrazaba y colocaba su barbilla sobre su pelo. Jean podía recordar a la perfección las canciones que cantaba, letras que la hacían sentir tan pequeña, tan diminuta y desprotegida mientras que los brazos de su mamá le recordaban que aún seguía ahí, que seguía respirando y que estaba siendo querida por alguien más. Que estaba viva, que ella era Jean Grey y que podía seguir adelante. Kitty seguramente no sabía lo qué estaba haciendo ni cuán importante le pareció ese pequeño gesto de ella a la pelirroja, pero ella le agradecería toda la vida por esas simples oraciones que tocaron alguna fibra sensible de su ser.

─Todos tenemos nuestros momentos de descontrol. ─Dijo con una sonrisa, acariciando los hombres de la castaña antes de separarse, sintió los latidos de su corazón calmarse con el tiempo, la lluvia ya no se escuchaba como enormes piedras chocando contra el suelo, ahora todo tenía una sensación apacible, dulce, que le provocaba volver a la cama, abrazarse a la almohoda y rendirse a los brazos de morfeo. ─Pero tienes razón, yo no soy así, por eso, volvamos, la película nos esperará. ─Sususurró y la tomó de la mano, entrelazando sus dedos con la de ella para dirigirse hacia el dormitorio. Esperaba que nadie más se hubiese levantado con el ruido de la lluvia y, mucho menos, que el profesor hubiese notado el disturbio en el que tenía sometida su mente. Sin embargo, gracias a Kitty, todo podía volver a la normalidad. ─Sabes, Kitten, eres asombrosa. Nunca lo olvides. ─Por un momento, la pelirroja sintió que los papeles se habían intercambiado, que la madura y la mayor era ahora Katherine y que ella había sido relegada a ser la joven y más inexperta de todas.

Jean temía que su pequeña amiga no sabía de lo que era capaz de hacer. Tal vez no tuviese los poderes más ofensivos o prácticos en una batalla, pero Kitty tenía algo más allá de eso y que era mucho más importante que ser un punto implacable en la lucha. Era la cabeza, era el corazón, era quien estaba allí para devolver la cordura, para sanar y proteger de los miedos. Katherine Pryde era el vivo ejemplo de lo que un ancla sería para un barco. Jean no podía sentirse más orgullosa de ella. ─Te lo digo, pequeña Kitten. Eres especial, ten eso en mente siempre y no dejes que nadie jamás te haga creer lo contrario. ─Sonrió con dulzura, besando la mejilla de la joven con cariño. ─ ¿En mi cama o en la tuya?

**Katherine A. Pryde** · por **Katherine A. Pryde** Vie Jul 18, 2014 3:31 am

Por suerte, el poder que Kitty poseía no podía causar grandes problemas para los demás en caso de sufrir un descontrol, o al menos, los daños siempre serían mejores que los que podía causar Jean o cualquiera de sus compañeras de dormitorio. Kitty podía tener problemas como quedarse en mitad de un objeto al pasar a través de él, o incluso podía llegar a matar a alguien si no actuaba con sumo cuidado. Pero si permanecía estática en una posición, por muy descontrolados que estuvieran sus poderes, lo máximo que harían sería hacer que la castaña acabara pisos por debajo de donde se encontraba, pero no podía, simplemente, permanecer quieta e incendiar media habitación, lanzar los objetos sin ton ni son o provocar un terremoto. Cada poder era diferente. Cada uno tenía sus cientos de ventajas y sus miles de inconvenientes. – Y algunos son más peligrosos que otros. – Se apresuró a decir aún abrazando a la pelirroja.

La castaña quizá a veces era demasiado tímida, pero después de conocer a Jean, no sentía la necesidad de cerrarse ante ella. Jean siempre le daba pie para sentirse cómoda, aunque en muchas ocasiones se sentía cohibida por miedo a romper la imagen que se había forjado a su lado. Kitty no era como Jean, en absoluto. Eran muy diferentes en prácticamente todos los aspectos posibles, pero eso no quitaba que fueran grandes amigas.

Las mejillas de Kitty se iluminaron al escuchar las palabras de Jean. Ella no se consideraba asombrosa, ni mucho menos. Ella se sentía una más. Una alumna más de la Academia, una ciudadana más del bullicio que era Nueva York. No tenía razones por las que destacar. No poseía grandes virtudes, sino miles de defectos, o eso es lo que creía ella. Tenía tan solo dieciséis años, tenía tanto por delante… - No digas tonterías, vamos a acabar la película. – Tiró de la mano de su compañera y se sentó de nuevo en el sofá, volviendo a su singular postura con los brazos abrazando aquel cojín.

La película siguió avanzando, y a los pocos minutos los créditos finales comenzaron a subir por la pantalla. Las pequeñas letras escritas en un fondo negro anunciaron el final de la película y Kitty se giró para mirar a Jean. La castaña había comenzado a sufrir los problemas de la falta de sueño. Ahora sí quería subir al dormitorio, meterse en la cama y que la mañana tardara más de lo normal en aparecer. – En la tuya, que luego me caigo porque no entramos y me hago daño. – Sonrió al beso de su amiga y no tardó en ponerse en pie para ofrecerle la mano para levantarse e ir al dormitorio, donde ambas podrían dormir, o al menos intentarlo.

OFF: Lo mando cerrar <3

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