Se quedó esperando fuera de la casa unos instantes antes de prepararse para entrar a robar. Hoy tocaba robar objetos de valor en una casa y qué mejor persona que Zaneta para realizar este acto de delincuencia. Aunque claro, estaba esperando afuera porque había un gran problema, el propietario de la casa no salía. Suspiró y se quedó pensando en alguna idea, planteó en irse a otra casa pero la que tenía mejor pinta era esta. Gotas empezaron a caer del cielo, ya antes se veía que las nubes estaban demasiado nubladas allí arriba.
Zaneta levantó la vista y la lluvia comenzó a caer con más fluidez, al parecer era la típica lluvia veraniega. Cerró los ojos el panda al sentir el tacto del agua rozaba parte de su cuerpo, añoraba estas sensaciones que solamente podía captar en el exterior, vivir en el alcantarillado tenía sus cosas malas y pocas cosas buenas.

Con su aspecto pordiosero ideó un plan rápido con su mente privilegiada. Se acercó con agilidad hacia la puerta y llamó a la casa dando los tres típicos golpes. – Eh, disculpe. Sé que suena algo repentino y de poca confianza pero está lloviendo y me estoy empapando entero, se está haciendo de noche y no es un lugar muy bueno este o eso me han dicho. – Comentó el panda a la persona que estaba dentro de casa por si la estaba escuchando. – Me he perdido, estaba buscando la casa de un mutante médium para que me ayudara pero creo que me desvié de camino. ¿Sería tan amable de abrirme? Al parecer sus vecinos no son tan caritativos como esperaba. – Añadió Zaneta esperando una respuesta. Intentó ser convincente en sus palabras aunque la verdad es que su máscara no ayudaba nada y quizás fuera un buen momento para quitárselo pero no lo quiso así porque decidió que nunca se la iba a quitar, nunca en su vida.
Esperó fuera mientras se empapaba al completo y su ropa se mojaba, era delgada y no muy gruesa, de igual manera disfrutó de la lluvia lo que pudo.