No hacía falta que respondiese a ninguna pregunta. Sí, me había pegado con unos del equipo contrario. Pero no había sido yo solo, habíamos sido un montón de gente. Entonces, ¿por qué me tocaba a mí arreglar el invernadero? Qué asco, siempre las culpas iban para Bobby, hiciese lo que hiciese.

Llegaba tarde al castigo, pero me daba igual porque era eso mismo, un castigo. Por mi parte, avanzaba por los exteriores de la academia con mucha tranquilidad en dirección al punto de reunión. Llevaba las manos en los bolsillos y un gesto serio en mi rostro. Había formado una muralla mental a mí alrededor que hacía que todo me resbalase. Obviamente, estaba enfadado con el veredicto del Profesor X, aunque tenía que acatarlo me gustase o no.

Y por fin llegué al invernadero. Estaba claro que Colin tampoco estaba muy contento, aunque, al parecer, tampoco estaba muy feliz con que hubiese llegado tarde. ¿A él qué más le daba? Mejor, más tarde empezábamos. El profesor que nos había de vigilar me dedicó una pequeña reprimenda y, tras esto, abrió la puerta del recinto y nos “invitó” a entrar.

Yo me acerqué a la escoba y el recogedor para ponerme a barrer, porque yo no pensaba ponerme a limpiar macetas o lo que Dios supiese qué tenía que hacer. Suspiré con cara de pocos amigos.

-Qué asco –me quejé de cara al gemelo Stephord, aunque seguro que ya lo sabía gracias a su poder mental-. A ver si terminamos pronto y nos vamos de aquí, que he quedado.

Sentado en aquella roca esperando a que el otro chico viniera, Colin dibujaba con las puntas de sus pies un circulo que repasaba una y otra vez debido grave estado de aburrimiento en el que se encontraba. Para su suerte esta tortura no duraría mucho ya que de un momento a otro el chico que faltaba hizo acto de presencia. Colin se levanto y se quito el polco de sus pantalones, aunque eso no serviría de nada ya que al limpiar el invernadero seguro que se ponían aun peor. - Ya era hora -dijo Colin en modo de saludo.

El hombre que estaba a su lado tuvo algunas palabras con el muchacho por haber llegado tarde al castigo, pero a Robert le parecía darle igual, simplemente se dignaba a escuchar y ya. Posteriormente abrió las puertas del invernadero para que los chicos pasaran dándoles unos consejos para empezar con su tarea, aunque el también se tenia que quedar allí para supervisar la tarea. Cuando el hombre termino de soltar la lluvia de palabras Colin observo como el otro chico ya había cogido la escoba y el recogedor.

En aquel invernadero se podían encontrar plantas de todo tipo, desde las mas inofensivas hasta las mas peligrosas. Cada una llevaba una tarjeta que colocaba toda la información respecto a la planta, desde su nombre hasta sus características. Colin no entendia porque necesitaban un invernadero alli, pero tampoco era que le importase mucho.

Sigo diciendo que este castigo me parece injusto ... -dijo Colin en el momento que el hombre se dio media vuelta para ir a buscar el material- Si, no es que me haga mucha ilusión quedarme por mucho tiempo aqui -dijo en contestación a las palabras de Robert. El hombre volvió con una caja de herramientas y un par de guantes. - Bueno chico, ya veo que tienes la escoba y el recogedor -dijo  abriendo la caja en el suelo- Entonces Colin, toma esto y estas tijeras -dijo alcanzandoselas- Lo que tienes que hacer es facil, vez cortando las hojas muertas de las plantas , y ante todo ponte los guantes para que no entres en contacto con ellas -dijo recalcando esto ultimo y cerrando la caja- Robert, tu vez limpiando las hojas cuando caigan, dentro de un rato volveré a ver colo lo llevan  que tengo cosas que hacer ahora que gracias a ustedes cuento con tiempo libre -dijo con una sonrisa irónica antes de marcharse- No me hace mucha gracia ...la verdad -dijo el gemelo mirando a Robert- Bueno pongámonos a ello ...-dijo colocándose los guantes y cortando por encima las hojas muertas de una de las plantas - Llego a saber esto y es que directamente no me meto a separar gente en el campo de Fútbol ... -dijo inclinándose para cortar una hoja muerta.

Tuve que aguantarme la risa cuando vi al profesor tendiéndole las tijeras a Colin. Bien, había hecho lo correcto al coger la escoba y el recogedor antes que nadie, porque no me iba a tocar a mí estar agachado podando las malditas plantitas. Puse la escoba recta y me apoyé sobre ella mientras miraba como el gemelo se disponía a hacer su tarea. Bostecé aburrido mientras le escuchaba.

-Llego a saberlo y no juego al fútbol, directamente –le contesté-. Es que no entiendo porque tenemos que cargárnosla nosotros, tío, si tampoco hemos hecho tanto –empecé a explicarle a la vez que me ponía a barrer las hojas que estaba cortando con las tijeras-. Bueno, vale, es verdad que me descontrolé un poco con las collejas, pero vamos, no es para tanto, ¿a qué no? Aunque peor es lo tuyo, que no estabas ni pegando, sino que estaban pegándote

Esbocé una sonrisa y seguí barriendo. La verdad era que no sabía qué había hecho Colin en la pelea, ya que solo me había fijado en mí mismo y en los que tenía delante. La primera vez que había visto al hermano Stephord ya estaba todo en calma y el Profesor X delante de nosotros con un semblante severo.

Pero bueno, una bromita haría más llevadera la espera, porque cada vez que pensaba en ese partido de fútbol, me enervaba aún más. Encima los que habían empezado se habían ido a tiempo. En esos momentos me preguntaba si los habían pillado o no.

Negué con la cabeza sin dejar de mirar el suelo por donde barría. Colin tenía razón, pero no había nada  que pudiésemos hacer. Estábamos castigados y punto, lo habíamos hecho mal –aunque no tan mal como otros-. Yo siempre me las daba de rebelde indomable que no tenía ninguna clase de respeto a la autoridad, pero solo era una fachada. Desde pequeño me criaron en la más dura disciplina del castigo y los azotes y ahora no me atrevía a saltarme ninguno. ¡Qué me llamasen cagueta, que yo pasaba de una reprimenda mayor!

-Hombre, no seas muy perfeccionista con las hojas esas y déjate unas cuantas bastantes, con que parezca que hemos hecho el trabajo, basta –le avisé. En un castigo siempre se seguía la ley del mínimo esfuerzo, por eso estaba yo con la escoba-. Así nos pillaron, ambos metidos en la pelea a  saco y sin mirar a nuestro alrededor, dando leches a diestro y siniestro… Qué salvajes, ¿no? –Y tras esa conclusión, me reí con ganas. En realidad, pegarse molaba mucho.

Me volví a apoyar sobre la escoba, pensativo, cuando Colin se detuvo a leer la descripción de una de las plantas.

-Oye, ahora que pienso… ¿alguna planta de aquí se podrá fumar? –le pregunté con curiosidad-. El Profesor X es bastante hippie. ¿Y si se guarda los porrillos aquí? ¿Es posible?

Lo miré y esbocé una sonrisa. Si de verdad había marihuana o cualquiera de esas sustancias en el invernadero, Colin y yo nos coronaríamos como los héroes de la academia para jóvenes talentos.

-Por algo me llaman Iceman –respondí con una sonrisa-. Y tú eres telépata también, ¿verdad?

Asentí con la cabeza cuando me preguntó si fumaba canutos. En realidad, solo los había probado una o dos veces, pero no quería que pensase que era un crío que no hacía nada. Eso sí, esperaba que Colin no me ofreciese a liarme uno porque no sabía y, entonces, me pillaría. Aunque ahora que lo pensaba, él era un telépata. ¿Y si me estaba leyendo la mente todo el tiempo? Oh, mierda.

-En realidad no fumo… mucho –confesé resuelto a mantener el poco amor propio que me quedaba. Malditos telépatas, ¿por qué lo tenían que saber todo de todos?

Y, entonces, mi sonrisa se hizo más ancha. No solía usar mis poderes de una forma tan irresponsable, pero estábamos los dos solos, así que pensé que no podría pasar nada malo. Bueno, lo cierto era que nunca usaba la crioquinesis de forma responsable, así que esa vez no sería ni la primera vez ni la última en la que rompería las normas. Dejé caer la escoba de forma que se quedase apoyada en la mesa que tenía enfrente y me acerqué rápidamente hacia donde estaba el gemelo Stephord y la manguera.

Cogí la gran serpiente de goma con la mano derecha y con la otra abrí el grifo. Me concentré un poco y, con solo el rozar de mi mano, el agua empezó a salir en forma de nieve, como si la manguera fuese una máquina de espuma. No pude evitar reírme de una forma un tanto infantil y miré al chico justo antes de dirigir todo el chorro de nieve hacia él.

-Que nieve, que nieve, a la virgen de la cueva… –canturreé sin darme cuenta de que la canción no era así, aunque me daba lo mismo.

Cerré el grifo cuando consideré que ya había mojado demasiado al pobre Colin. La nieve terminó de salir, pero manipulé lo poco que quedaba dentro de la manguera para que saliese en forma líquida para no atascarlo. En cuestión de segundos, el pequeño chorrito de agua mojó mis pies a pesar de que intentase apartarme.

Ladeé la cabeza hacia él con total curiosidad cuando nombró “él y sus hermanos”. No gesticulé ninguna emoción con mi cara, pero me extrañó el hecho de que dijera sus hermanos, ya que tenía claro que eran dos gemelos y que no tenían ningún hermano. A lo mejor tenían un hermano libre del gen mutante fuera de la academia, pero me sorprendió el hecho de que no fuesen ellos dos solos. Y también me llamo mucho la atención “las mujeres que nos cantaban”, lo que me dio a entender que sus padres no habían estado mucho tiempo con ellos.

Sí, de pronto, sentía curiosidad por la historia de Colin, aunque no iba a hacerle ninguna pregunta al respecto porque me parecía de mala educación. A mí me habían criado de esa forma. Puede que mi familia fuese simple y de pueblo, pero no me arrepentía de ser un Drake, por mucha mezcla de religiones que tuviese en la sangre.

-Míster Camiseta Mojada –bromeé mientras inspeccionaba como se había quedado todo el invernadero tras la “nevada”. Al menos no haría falta regar las plantas-. ¿Lo peor? –me quedé un buen rato pensando en todas las trastadas que había hecho con mi poder-. He encerrado varias veces a gente dentro de un bloque de hielo, ¿sabes? –le confesé-. Pero nunca he matado a nadie, eh. ¿Y tú? ¿Qué es lo peor que has hecho? Con tu poder sí que se puede hacer de todo con las personas, yo ya sería rico si quisiera.

Por suerte aquel era un día en el que el sol gobernaba el cielo, asi que el frio que había sentido el cuerpo del gemelo iba desapareciendo rápidamente, lo que si no desaparecía, ni parecía que lo fuera ha hacer, era el agua en toda su ropa. - "Mister camiseta mojada" - asintió con la cabeza y sonrió- Pues no esta nada mal el titulo, ahora solo falta un certificado para enmarcarlo y colocarlo en la pared de la habitación -dijo en tono irónico, aunque no le molestaría tener una cosa como aquella. Mientras escuchaba las palabras de Robert comenzó a quitarse la camiseta para así hacer que su cuerpo se secara con mas rapidez. - ¿Dentro de un bloque de hielo? -pregunto confuso terminando de quitarse la camiseta y dejando todo su torso desnudo y mojado- ¿Completamente congelado ahí adentro? -dijo utilizando la camisa para secarse.

Cuando el chico le pregunto a él, se quedo quieto con una mirada perdida, pensando en lo peor que había hecho con su poder. Ha decir verdad lo peor que había hecho  fue utilizar su poder contra un profesor para que se quitara la camisa y la lanzara a la fuente del Instituto, cosa que se merecía. Al gemelo le gustaba su poder y sabia controlarlo bien, pero en su caso, no se podría decir que tuviera una larga lista de experiencias vividas. Antes le gustaba utilizar su poder a su antojo, directamente, le gustaba leer las mentes de otras personas, total, no se iban a enterar. Pero en su pasado paso algo que hizo que esto cambiara.

Lo mas interesante que he hecho con mi poder ... -dijo manteniendo el silencio un momento. Recordó que cuando era pequeño, durante una disputa en la escuela a la que iba, un niño comenzó a meterse con él, por culpa de su hermano Sam. Desde muy pequeño Colin se ha visto envuelto en muchos problemas a causa de su hermano, es lo malo que tiene compartir un mismo rostro con otra persona. Se podría decir que Sam siempre fue un  diablo, cada dos por tres se metía en problemas y Colin siempre se encontraba en medio de todo. Lo que el hizo a aquel niño jamas lo olvidara. Recientemente había sido la muerte de su trillizo Robert, que casualmente se llamaba como el chico que le acompañaba en aquel momento. El gemelo no se encontraba bien emocionalmente y aquel chico comenzó a tocarle las pelotas a lo grande, asi que  se dejo llevar por su inestabilidad emocional e hizo que el chico cayera al suelo  gritando de dolor mientras le sangraban los oidos y la nariz. Colin se habia metido en su cerebro y habia generado una serie de zumbidos muy potentes.

- Lo mas interesante que he hecho fue ... obligar a mi padre a darme dinero para salir con mis amigos -dijo mirando al chico y comprimiendo la camisa para expulsar toda al agua- Hay que saber sacarle provecho a un poder como el mio. ¿No? -sonrió-.

Me crucé de brazos y esbocé una tímida sonrisa sin acabar de tener claro si el encerrar alguien en un témpano de hielo era “guay” o no. Colin no me había recriminado nada, así que supuse que no estaba mal hecho, pero, ¿quién sabía? Lo mismo pensaba que yo era un monstruo y no lo exteriorizaba. Ojalá yo tuviese telepatía.

-Sí, tío, pero porque se lo merecían –respondí a la defensiva, a pesar de que Colin no me había recriminado nada.

Y podría haber seguido pensando que el gemelo pensaba que era un monstruo por haber hecho eso. No obstante, dejé todo esos pensamientos de lado cuando se quitó la camiseta. Sin que yo pudiese tomar las riendas sobre mi cabeza, la parte más analítica de mi mente empezó a comparar su torso con la imagen que tenía del mío. Yo estaba más cachas que el gemelo. Por dentro, suspiré tranquilo, ya que horas y horas de entrenamiento físico habían tenido su fruto y me podría ir a ligar con él sin que me eclipsara.

De cara también era más guapo que él.

Fue entonces cuando me contó qué era lo más “sorprendente” que había hecho con su poder. Mi ceja se enarcó hasta un punto en que parecía unirse con mi pelo. Puede que fuese un poco corto de mentes, pero tampoco hasta el extremo de parecer imbécil.

-Venga ya –repliqué mientras cogía de nuevo la escoba y me acercaba a él dispuesto a seguir barriendo-. ¿Ahora es cuando me dices que has sido un buen corderito y nunca has hecho nada?

A lo mejor a otro lo conseguía engañar, pero a mí no. Si Bobby Drake tuviese la telepatía que tenía el gemelo, ya habría hecho auténticos destrozos en Floral Park y en la academia, vaya que sí.

-¿No has manipulado nunca a una chica con la telepatía? ¿Tampoco has provocado jaquecas a los matones de tu insti? Va, Colin, no puedes tomarme el pelo de esta forma –volví a insistir.