Muchos años han pasado y hay cosas que no cambian. Los dioses no cambian. Siempre metiéndose en líos, dejando por detrás un séquito de hijos medio huérfanos que desconocen el peligro que les supone existir. Están allí, entre la esquina y lo que no ves. Por el rabillo del ojo, allí donde la luz crea una sombra, el anciano misterioso del supermercado, la profesora que te atormenta en la clase de Historia.
Ser un semidiós no es algo entretenido. La mayoría de las veces significa morir de formas terribles y dolorosas. Ser un semidiós significa correr o morir. ¿Hay una opción? Sí, correr hacia el único lugar seguro para los semidioses griegos. Aquél lugar al que todos los que tienen un padre inmortal llegan buscando cobijo, protección y respuestas: el Campamento Mestizo. Bienvenido, hijo o hija de los dioses. Aquí comienza tu travesía. Aquí serás entrenado y perfeccionado. Pero cuidado, hay una nueva profecía:

Nadie sabe a qué se refiere, ni cuándo comenzarán los sucesos que la lleven a cabo, pero una cosa sí es cierta: han pasado muchos años sin gran revuelo, y el Campamento Mestizo no se caracteriza por tener largos períodos pacíficos.

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