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The Blonde and The Redhead.
The Blonde and The Redhead.
Su calzado resonaba contra el pavimento y su joyería brillaba tras el reflejo del sol de la tarde. Emma Frost se limitó a acomodar su bolso blanco mientras que el auto familiar terminaba por irse mientras que la Reina Blanca hacía su caminata hacía un grupo de personas que comenzaba a reunirse cautelosa pero peligrosamente en el parque central de Westchester. Emma Frost odiaba muchas cosas, sobre todo el hecho de que la gente se uniese a protestar contra cosas que podrían arruinar empresas de millones de dolares.
Ella sola se podía encargar de casi todos y hacer su manicura al mismo tiempo. Teniendo en cuenta que sus habilidades eran bastante fuertes teniendo en consideración su edad y su tiempo de utilización. Ella era una muy buena Telépata por razones que desconocía completamente. - Bueno, bueno. Que situación tan incomoda para ustedes. Creo que sería mejor que todos regresaran a su casa antes de que vengan las autoridades. - movilizó su cabeza ligeramente hacia la derecha mientras que la multitud comenzaba a quejarse. Emma denotó a una peliroja y su mente lanzó un pequeño chispoteo. Ella simplemente llevo sus dos dedos hacia su sien y la mente de las demás personas comenzaron a llenar su cabeza poco a poco.
No entendía por que había perdido el control y ciertamente era algo que iba a hacerla tener que salir del lugar. Pero teniendo en cuenta de que las cosas iban de mal en peor. Quizás era mejor huir ahora que nunca.
Re: The Blonde and The Redhead.
La pelirroja era una persona naturalmente pacífica, rara vez se veía envuelta en algún tipo de conflicto que no fuese necesario ni buscado. Muchos dirían que sólo entraba a luchar cuando se requería, era exactamente por lo que destacaba en la academia, por ser la pacificadora, la que ponía el orden, la que actuaba como un juez mediador. Sin embargo, su paciencia tenía límites y esos líneas tan bien trazadas que ella imponía, eran traspasadas por un grupo de personas que protestaban en contra de los mutantes. ─Están ocasionando problemas, chicos. ─Exclamó, tratando de calmar las aguas de la mejor forma posible. ¿Por qué siempre terminaba envuelta en esas problemáticas?, se preguntó, observando como las personas alzaban aún más la voz y comenzaban a tirar cosas a los árboles y a los bienes públicos. Estaban dañando propiedad privada también. Jean frunció el ceño, sintiéndose impotente para utilizar sus poderes. Sí lo hacía, posiblemente fuese atacada si alguno descubría que era una mutante.
El hilo de sus pensamientos fue interrumpido y sintió un fuerte dolor de cabeza que provocó que se quedará estática, sosteniendo su rostro con ambas manos luego de que las punzadas comenzaran a calmarse. Se sentía justo como si alguien hubiese intentado entrar a su mente y ella sabía que nadie podía hacerlo, el profesor Xavier le había dado una protección especial contra los telépatas y sólo él era capaz de evadirlo. Buscó entre la multitud, tratando de encontrar al telépata. Y la vio, sí que la vio, sus ojos captaron el brillo dorado de su pelo ondeante y la majestuosidad de su traje como alguien parecía no estar en su hábitat natural. La mujer, fuese quién fuese, destilaba un aura que a Jean se le antojaba presuntuosa y que parecía estar experimentando el mismo dolor de hacía unos instantes. Y experimentaría más, pensó con rapidez, al ver como la turbia se dirigía hacia la rubia con claras intenciones de agredirla.
─Aléjense de ella. ─Gritó, su cuerpo moviéndose en dirección a la mujer, utilizando sus poderes para crear una barrera telequinética alrededor de ambas, impidiendo así el avance de las personas. Mala idea, Jean, rectificó, ya que sus acciones habían delatado también su naturaleza mutante. Con un grito enfurecido, la multitud bravia comenzó a blasfemar en contra de ellas y la pelirroja se halló en la incómoda tarea de utilizar sus poderes para repelerlos. ─ ¿Estás bien? ─Le preguntó, apoyando su mano sobre el hombro de la desconocida e intentando retroceder. ─Debieras estarlo, rubia, que hay que salir rápidamente de aquí si no quieres arruinar el bonito peinado en manos de estos locos. ─Aún más cuando empezaron a lanzarles cosas a ambas, Jean podía retenerlas con sus campos, pero no estaba completamente segura de que aguantaría por siempre.
Re: The Blonde and The Redhead.
Observó la situación general y la menor de los Frost escuchó la pregunta de la chica. Acomodó su cuerpo a la situación y simplemente respondió - Querida, yo siempre estoy bien. - pasó su cabello hacia atrás con la parte dorsal de su mano derecha. - Se nota que no me conoces peliroja. Siempre estoy lista para todo. Incluso con tacones. - hizo una sonrisa sarcástica mientras que pasaba a acomodar sus pensamientos como pudiese. Llevó sus dos dedos hacia su sien mientras que las mentes y pensamientos ridículos se dispersaban y desaparecían como si no pudiese leer aquellas mentes.
- Dame permiso para brillar un poco. - sus habilidades telepáticas hicieron que sus ojos brillasen azules de ondas psiquicas solo visibles por personas con habilidades mentales. Un zumbido mental leve se disparaba hacia la multitud en línea recta para poder hacer que la mayoría cayeran al suelo y ellas pudieran caminar entre la multitud de personas. Seguía confiando en el escudo de la peliroja para atravesar el lugar. - Ta-da y ni me arruiné mi manicura. - en aquel momento ambas comenzaron a caminar a través de la multitud. Pero ellos no iban a descansar.
Se apresuraron para llegar hacía una de las esquinas en donde Emma llevaba ambas puntas de sus dedos hacía sus sienes para poder concentrarse en saber donde estaban las personas y la situación en la que se encontraban. Sinceramente no estaba de humor para hacer control de calidad. - ¿Hasta cuando puedes levantar? - preguntó rápidamente mientras que observaba hacia arriba de los edificios. - ¿Nos puedes llevar hacía arriba? - dijo mientras que los gritos de la locura comenzaron a hacerse audibles de nuevo.
Re: The Blonde and The Redhead.
La respuesta de la rubia le pareció presumida más Jean no dijo absolutamente nada y le regaló una sonrisa ladeada antes de volver la vista al frente y pensar qué podrían hacer para salir de ahí. Sin embargo, la desconocida ya tomaba acciones para salir de aquel lío. Ella la miró ligeramente asombrada de la posición que tomaba, y podía intuir, sin mucha dilación, que la mujer estaba haciendo uso de sus poderes telepáticos. Había visto demasiado esa forma y ese aura en el profesor Xavier que ya podía reconocer cuando usaban sus poderes. Observó fijamente lo que hacía, empezando a caminar una vez que las personas comenzaron a caer al suelo aturdidas. ─ ¿Qué les has hecho? ─Preguntó con cierta alarma en su voz. No quería herir a nadie, además, aunque no lo iba a admitar en voz alta, ellas habían tenido la culpa por no pasar desapercibidas y, sobretodo la rubia, que había usado su poder de forma inescrupulosa y le había dejado con un pálpito en las sienes.
La pregunta quedó en el olvido una vez avanzaron entre las personas, sin embargo, estas volvían a levantarse en cuestiones de segundos, lo que le respondía su duda inicial y volvía a crear el mismo problema de siempre. Una turbia embrabecida de anti-mutantes tras ellas. Jean casi se río de la irónica situación. Había salido del Instituto para enviar un paquete por correo a una de las Universidades a las que aplicaba, bajo la advertencia de que no hiciera nada raro y aquí estaba ella, en medio de una trifulca, a punto de ser golpeada. ─Si salimos vivas de esto, tendrás tiempo para ocuparte de tu manicura, rubia. ─Le contestó, siguiendo con la vista el lugar a dónde se había detenido la mirada de la joven. Arriba, en los enormes edificios, y la pregunta de la mujer le indicó que se le pasaba por la cabeza.
Gracias a su poder, había podido levitar y elevarse por los aires varias veces, lo que había generado unas felicitaciones por parte del profesor y sus compañeros, pero no había intentado elevar a alguien a parte de ella, más por el miedo a dejarlo caer que por cualquier otra cosa. ─No puede ser tan difícil. ─Sonrió, y volvió a concentrar su mente en impulsarlas hacia arriba. El vértigo que usualmente sentía en el momento en que se levantaba se asentó en su estómago una vez sus pies estuvieron unos centímetros por encima del suelo y su mano aferró a la ajena, intentando de alguna manera mantener a la rubia anclada a ella. Vamos, que no quería ser la asesina de alguien a esas alturas de su vida. ─Sujétate bien, rubia, no quiero que te rompas el cuello. ─Bromeó, en parte diciendo la verdad, y las elevó lo más rápido y de la forma más estable que pudo, sin embargo, el pálpito en sus sienes seguía. Jean arrugó las cejas, frunciendo los labios y sus hombros se encogieron un poco. ¿Había interferido la telepata otra vez con su mente?, se preguntó por un momento, llegando al último tramo del edificio. Sus pies estaban a punto de tocar la terraza de la construcción cuando otro zumbido le hizo perder el control y tanto ella como la rubia empezaron a caer en picada.
Re: The Blonde and The Redhead.
Trató de no hacer un rostro repulsivo cuando la peliroja le tomó la mano para elevarse juntas. Pero cuando no la observaba no podía evitar colocarla en todos sus colores. Soltó un suspiro para entonces llevar su mano libre hacia sus propias caderas. - Y repito, espero que no te caigas a último minuto. - Mientras ella se ocupaba de eso, Emma realizaba sus propias investigaciones. Era normal que un telépata se sienta atraído sobre lo desconocido ya que prácticamente sabes todo lo que piensan las personas. Pero esa chica no entraba en su rango por alguna razón y eso la irritaba demasiado.
En ese momento trató de romper las barreras de la chica, pero era cierto de que le estaba costando mas de lo normal. Ya había visto estas antes y siempre le había sido fácil romperlas teniendo en cuenta su nivel telepático a comparación con las demás personas. En aquél momento lo pudo sentir el escudo rayarse un poco pero por consecuencia ambas recibieron un zumbido mientras el escudo se regeneraba.
Emma reaccionó rápido y tomó la mano de la peliroja. Con la otra mano se estaba aferrando a el borde del balcón. - Da gracias que hago yoga y ejercicio o ya estarías en el suelo. - se quedó mirando a la peliroja un segundo mientras que mantenía su fuerza. Mierda que era difícil. - Que por cierto, debes ser una asesina en serie o algo para no querer que nadie te lea la mente. Dile a tu telepata que hizo un buen trabajo. - frunció los labios tratando de pensar rápidamente en que hacer.
Observó la escalera de escape a un lado y se balanceo un poco para lanzar a la peliroja hacia la escalera mientras que ella levantaba su otra mano para aferrarse mas en el borde y tratar de levantarse. - Gracias tubo. - se murmuró a si misma mientras que pasaba a acomodar su ropa. Pudo haber muerto, pero no había ocurrido gracias a cualquier ser que este por encima. - ¿Ahora si puedes subir? ¿o voy a tener que llamar un bombero? - Ella tenía preguntas y sabía que la peliroja tenía respuestas. Sobre todo por esas defensas tan fuertes que tenía.
Re: The Blonde and The Redhead.
No gritó ni hizo ningún ruido que determinara algún miedo por su repentina caída. Jean tan sólo levantó la vista, el verde brillante de sus ojos cubiertos ahora por un tono rosáceo casi rojizo que indicaba que aún utilizaba su poder para sostenerse en vilo. Soltó la mano de la rubia, escuchando sus palabras como si fuesen un eco. Había entrado otra vez a su cabeza, lo confirmó, luego de que su última frase quedara registrada en su memoria. ¿Una asesina? No, Jean jamás había matado a nadie en su vida y no pretendía hacerlo, sin embargo, tenía las mismas dudas que la mujer delante de ella. ¿Por qué Charles había eregido aquellos fuertes muros en su mente? ¿Qué tenía su cabeza que era necesaria tenerla bajo llave? Preguntas que era incapaz de responder y que deseaba una respuesta. Usando sus poderes, se elevó lo suficiente para luego descender sobre la terraza del edificio. La mirada volvió a ser verdosa y común, sus ojos se fijaron en la telépata con altivez.
─ ¿No eres acaso una gran telépata? ─Cruzó los brazos bajo su pecho, mirándole tan fijamente que un simple parpadeo interrumpía su análisis. Metros abajo, aún se podían escuchar el abucheo y los gritos de rabia que los anti-mutantes pronunciaban por ellas. Esperaba que nadie las hubiera filmado para los noticieros, porque seguramente el profesor Xavier la vería y sabría que sería ella, eso le generaría un sinfín de problemas en la academia y de sólo pensarlo sabía el tipo de castigo que le darían. ─Pero tampoco se puede esperar mucho de romper esas barreras, el profesor Xavier las hizo especialmente para que nadie las destruyera. ─Y en la voz de Jean se pudo denotar el desconcierto, la incomprensible moción de no entender qué protección tan grande tenía. Al principio, pensó que era sólo para protegerla, sin embargo, luego de que varios mutantes hubiesen intentado entrar en su cabeza y tuvieran el mismo resultado, comenzaba a creer que no era más bien para protegerlos. ¿De qué o por qué? Era algo que la pelirroja no entendía, que deseaba entender, pero siempre que buscaba una respuesta, Charles la evadía con un simple es por tu bien, Jean.
─Así que intenta todo lo que quieras, dudo mucho que alguien como tú sea capaz de superar al profesor. ─Le dio la espalda, asomándose por el barandal de la terraza para mirar qué hacían los anti-mutantes. Seguían más que revolucionados, protestando contra ellas y contra todos los demás mutantes. Jean frunció el ceño, girando el rostro para mirar de reojo a la rubia. ─ ¿Crees qué puedes calmarlos con tus poderes? No sé, borrarles la memoria y mandarlos a casa. ─Sugirió, porque si esto seguía así, tendrían a la policía tras de ella y la pelirroja no estaba segura de que irse volando directamente al Instituto fuese una buena idea.
Re: The Blonde and The Redhead.
- Corazón, no me desafíes. Soy capaz de romper cualquier protección que quiera. Pero no creo que sea bueno para ti. Te puedo destruir. - Recordó entonces la molestia de los estúpidos que habían comenzado a protestar contra los mutantes. Eran tan predecibles e idiotas. Arqueo su ceja derecha mientras que con su mano izquierda tanteaba las puntas de su muy rubio cabello. Sus ojos azules realizaron un destello incluso más azul. Ingreso la mentes de esas personas mientras que les influenciaba tras una voz que mimetizaba la de ellos mismos para olvidar el tema y poner rostros de desconocidas que había visto en la calle sobre las de ellas.
Sacudió sus manos entre si mientras que regresaba su mirada hacia Jean - Listo. Era tan fácil como eso. Solo me quería divertir un poco. - encogió los hombros de nuevo y rebusco en su cartera su kit de maquillaje. Abrió su polvo de mano y comenzó a retocarse un poco. - ¿Tu nombre es Jean, no? Eso fue lo único que pude sacar. Sinceramente siendo tú me preocuparía por esos bloqueos. No son para que la gente no entre, es para que algo no salga. - pensó un segundo mientras finalizaba de aplicar su maquillaje. - Seguro sabes algo que no quiere que sepas. La gente en la que confiamos son los que más secretos tienen. - terminó por guardar su maquillaje tras haberse visto en el espejo. - Pero eso, Querida, es algo que solo puedes aprender tras acto. No palabras de alguien que no conoces. - no esperaba asustarla, pero ella lo estaría. Sobre todo con toda esa potencia.
Re: The Blonde and The Redhead.
La pelirroja se guardó el comentario tras escuchar lo que la rubia dijo. Intentó no decir nada, no quería iniciar una pelea sin sentido con la desconocida, pero eso no pudo evitar que varias de las macetas que se encontraban en la terraza del edificio cayeran al suelo con un seco ruido en su intento de retener el enojo que la mujer había causado. Claro, una mutante con complejo de superioridad. No faltaba más. Jean giró hacia ella, viéndola ejercer su poder para calmar la turbia de anti-mutantes y comenzar a retocarse. Le tembló el labio inferior, no tenía miedo ante sus palabras, pero sí era cierto lo que decía, Charles tenía algo que decirle y era importante. ─Créeme, querida ─usó la última palabra en un tono casi burlesco, echando hacia atrás una melena carmesí que le cayó en el rostro con el movimiento del viento. ─Mi mente es mucho más fuerte que tu intento de telepatía. ─Más fuerte que ella misma, anotó una vocecita mental que la hizo fruncir el ceño aún más de lo que ya lo tenía. Había algo claro para Jean, no podía irse sin las respuestas que la joven enfrente de ella podía darle, porque el profesor Xavier no se las daría. Se negaba a darle una explicación y lo único que la pelirroja deseaba era eso. Un porque, una respuesta, que le dijera por qué tenía su mente sellada a capa y espada, y ella se conformaría con eso.
─Yo no confío en ti, por eso no tendrás ningún secreto qué guardarme, ─musitó, sentándose sobre el barandal del edificio, ajenas a todo la euforia que se libraba abajo, está vez, producto de alguna otra cosa olvidada, que ya nada tenía qué ver con las dos mutantes que aparecieron de la nada ni con las protestas. Ahora todo eso había quedado olvidado, Jean Grey tenía la mente enfocada en la mujer de pelo dorado delante de ella, que con toda su altivez y su displicencia, había captado su atención. ─Así que dime, rubia, ¿qué hay en mi mente que no debe salir? ─Sus palabras se oyeron casi tan bajo que pensó por un momento en que no las había pronunciado. Jean recordó en ese mismo instante las lecciones con el Profesor y lo que él le pedía cuando quería entrar a su cabeza. Deja todo en blanco, Jean, no pienses en nada más, así lo hizo, abriendo su mente a la desconocida. No tenía nada qué ocultar, ni nada que negarle, ella era quién le estaba abriendo su protección más preciada.
Sus manos reposaron sobre sus piernas cruzadas y cerró los ojos, tranquilizando su respiración. Podía escucharla, el suave ritmo que marcaba su pecho al subir y bajar con la pausa inhalación. ─No te preocupes por destruirme, que si lo haces, será un problema menos con lo qué lidiar, ¿no crees? ─El comentario le salió casi jocoso, pero Jean dudó por un momento de su confianza, quizás no debía saber la respuesta, tal vez era mejor dejar todo en la absoluta ignorancia y no enfrentarse a un mal peor. ¿Qué tal si lo que había en su cabeza nunca debía salir? Las dudas la inundaron y se tuvo que recordar así misma que debía mantener la mente en blanco para que la rubia pudiera hurgar en ella.
Re: The Blonde and The Redhead.
- No me tientes, Jean Grey. Que prefiero no llenarme las manos de sangre, para eso se manda a la gente. No seas ilusa. - Ató su cabello en una coleta para concentrarse completamente, ya que el viento comenzaba a molestarle. Estaba un poco indecisa si hacerlo o no. Pero debía actuar como si todo estuviese bien. Ese experimento puede causarle a ella dolor también aunque mucho menor. Tomó una respiración mientras que cerraba sus ojos con extrema tranquilidad. El mundo psíquico era completamente diferente. Cuando su mente estaba en sincronización con su cuerpo. Abrió finalmente sus ojos haciendo que estos soltasen un destello azul muy brillante solo visible para aquellos mutantes con habilidades mentales.
En aquel momento la rubia ingreso la mente de Jean Grey de la forma mas abrupta que pudo. Estaba tratando de destruir esas barreras. Mierda, había ingresado al plano Astral de su mente. En aquel lugar, ellas ya no estaban en ningún techo. Era la mente de Jean. El lugar parecía algo como un inmenso laberinto de plantas excesivamente verdes, hasta el punto que parecía fluorescente. - Bienvenida a tu mente, peliroja. Espero que no te asustes fácil por que veras tu pasado con tus propios ojos. - Emma alzo la mano mientras que trataba de atravesar la primera capa tras "cortarla" con sus uñas. Era un sistema bastante preciso y exageradamente extenso. No estaba precisamente segura sis ería fácil.
Re: The Blonde and The Redhead.
Una sonrisa se formó en sus labios, extendiéndose hasta recrear un gesto sarcástico y burlesco ante las palabras de la rubia. Quién fuese esa mujer, necesitaba aprender una lección de humildad, una dosis de su propia medicina y a alguien que destruyera cada ínfimo punto de egocentrismo que se concentraba en su cuerpo. Pensarlo, trajo una carcajada a su boca que no salió, que retuvo porque no estaba dispuesta a comenzar una discusión. A Jean poco le importaba lo que esta mujer se creía ni como se veía así misma para el resto de los demás, esa rubia era simplemente, otra ilusa más. ─Hablas mucho para creerte tanto. ─Dijo y está vez, la mirada que la pelirroja le dedicó fue una que demostraba superioridad, de esas que se clavaban en ti y te hurgaban hasta el alma, exponiendo cada mínimo defecto, debilidad y error que has tenido en toda tu vida. Volviéndote, simplemente, nada.
Cerró los ojos cuando notó que la mujer estaba dispuesta a hacer lo que le pedía, de una forma extraordinaria, por un momento sintió que la duda las embargaba a las dos, no era algo simple de hacer, ella comprendía eso a la perfección y aunque la rubia dijese que era una gran telépata, las barreras que Charles Xavier había edificado sobre su mente, no era cualquier simple necedad. Jean lo sabía, lo podía sentir a pesar de que no tenía ninguna clase de poder como el profesor y la rubia ostentaban. Pero tener miedo en ese instante no era una opción, algún día iba a tener que enfrentarse a ese dilema y era mejor hacerlo de una vez. Un fuerte de dolor, una sensación de vértigo y el momento en que sus párpados se alzaron al mismo tiempo que las palabras ajenas eran captadas por su mente, un laberinto se mostró ante ella. ─Pensé que me encontraría con alguna bonita casa, no este tipo de enredos. ─Lo que menos esperó era esa clase de estructura dentro de su cabeza, lo cual le hacía caer en cuenta que entrar a su cabeza y hallar las respuesta que necesitaban, iba a ser más difícil de lo que un principio se pensó.
─ ¿Y ahora qué? ─Preguntó, empezando a caminar en la única dirección que veía menos tenebrosa. El verde fluorescente de las plantas le causaba cierta molestia en la visión, ¿por qué tenían ese color? Parecía incluso incómodo y descomunal. No estaba segura a dónde ir, ni que caminos elegir, pero lo mejor eran las líneas rectas y las derechas, pensó, asemejando el laberinto de su mente a los que usualmente salían en las páginas de dibujo del periódico matutino. No supo cuántos kilómetros, centímetros o lo que fuese caminaron, ni mucho menos cuánto tiempo había pasado, ¿era igual el tiempo del plano astral al de la tierra? Nunca se había encontrado en una situación similar. ─Detesto preguntarlo, ¿pero tienes aguna idea de cómo salir de aquí? ─Se refería a ese enredado laberinto, por supuesto. Y le molestaba tener que hacer esa clase de cuestiones porque se supone que esa era su mente, debía conocerla, pero Jean no tenía ni idea de cómo estaba.
Iba a volver a preguntarle algo, pero sus ojos captaron una puerta, vieja y desgastada, de color rosáceo, que tenía la frase Jean & Annie, con una caligrafía de un niño de nueve u ocho años y un color rojizo proveniente de alguna crayola. ─ ¿Es normal encontrarse este tipo de cosas? ─La pelirroja se acercó a la entrada, que ahora se encontraba cerrada, y sujetó el pomo, abriendo la dichosa estructura. La puerta se abrió con un ruido sordo, casi tétrico y la luz que provino de su interior la cegó unos instantes. Jean soltó un quejido de dolor al ser arrastrada al interior de aquel portal, estirando una mano hacia la rubia cuando el calor del fuego comenzó a quemarle las piernas y pensamientos, oraciones y frases que no conocía, empezaron a llenar todo el sitio. Eran palabras que no podía descifrar, porque el llanto y las lágrimas de quien las emitía lo impedía, pero la sensación era la misma: Dolor. Un desgarrador alarido salió de los labios de la pelirroja y las palabras que nunca había pronunciado en esta vida afloraron ─Ayúdame. ─Fueron sollozos los que pronunciaba, el dolor de las imágenes que se sucedían enfrente de ellas parecían tener vida propia, guardaban más de una emoción y se anidaban en ellas como enredaderas, trepando por su piel hasta establecerse en lo más profundo de sus almas. Jean Grey nunca había creído en el infierno, pero si algo así existía, debía ser como eso.
Re: The Blonde and The Redhead.
- Es tu mente y preguntas eso... Pero bueno, es normal en gente que nunca la ha visitado. Deberías pasar mas por el plano astral. Es mucho mejor, puedes hacer lo que quieras. - encogió sus hombros mientras que comenzaba a concentrarse entonces. Pudo mimetizar un caballo blanco como en los libros de princesa a un lado de ella. De esta forma podía comenzar a destruir un poco las barreras o siquiera realizar un rasguño que eso sería mas que suficiente. - No Jean, la cosa no es salir. El problema es entrar. Si no puedes entrar no puedes salir. Así de simple. - Paso a elevarse hacia el caballo para cruzar las piernas si dificultad alguna. En el plano astral podía hacer lo que ella quisiera, incluso incendiar todo, pero aparentemente estaba bastante restringida en aquella mente.
- El mundo astral funciona en otro tiempo, podemos pasar años aquí y no más de tres minutos en el mundo real. - Observó su manicura mientras que el caballo continuaba caminando por ella. Era cierto que ella adoraba los lujos, incluso estando en la mente de otros. Levantó la mirada hacia la puerta y una sonrisa ladina se formó en su rostro - Todo es normal aquí, corazón. - espero que ella se adentrase primero, por si las dudas. Observó como las llamas comenzaron a consumir a la peliroja y le parecía algo nuevo, nunca lo había visto antes. Era demasiado real para encontrarse en el plano astral. Pero morir en ese plano solo indicaba que tu mente iba a morir básicamente.
Chasqueó los dedos para paralizar todo en aquel momento y con demasiada dificultad. Todo quedó congelado pero su caballo desapareció tras hacerlo. Era demasiado esfuerzo psíquico. - Creo que tienes cosas para esconder por algo. - en aquel momento pudo tomar un poco de información de la mente de Jean. - Solo sígueme, tienes suerte de que esté aquí. - Tomó a la peliroja de la mano para alejarla de la puerta y cerrarla de golpe. - Entra a cosas que no creas que deban estar aquí no a las que sabes que están. Los recuerdos son peligrosos, revives todo tu pasado en cuestión de segundos. Es un horror. - su rostro se había tornado más serio ya que ella los ha revivido y solo era sufrimiento.
Sus tacones resonaron mientras que un látigo de dominatrix blanco se formaba en sus manos. - Como puedes ver, no es algo de poder. Es más sobre la forma en la que manejes todo. - observo las puertas que tenían nombres con grupos de recuerdos. Era algo bastante curioso pasar por la vida de la gente como si nada pasara. En aquel momento se paró en una puerta de madera y la abrió sin siquiera leer lo que decía. - Veamos, veamos. - ingresó como si fuese su propia casa para poder ver un recuerdo de uno de sus momentos en cuando ella estaba en sus reuniones con Charles Xavier.
- Hay una diferencia entre lo que recuerdas y lo que realmente paso. - le dio un latigazo en la cabeza a Charles Xavier mientras que el momento comenzaba a parecer como si colocaras la mano en el agua y todo se difuminaba. - Mhmm... Esto no quiere cooperar conmigo. Al parecer tenemos que usar métodos mas fuertes. - ella iba a provocar ese rasguño pase lo que pase. Llevó ambas manos hacia su sien mientras que trataba de congelar todo el lugar, luego reventarlo como una burbuja como pudiese. Las memorias era flexibles ella era capaz de romperlos si quería. - ¿Estás lista para sufrir un poco más, Jean Grey? - la miró de reojo mientras que sus ojos brillaron de un azul exagerado.
Re: The Blonde and The Redhead.
El dolor que había sentido segundos atrás era insoportable, podía haber desaparecido, pero aún quedaban rastros de él en su cuerpo y las evidencias estaban en aquellas lágrimas que se escurrían por su mejilla. ¿Qué había sido eso? ¿Qué clase de recuerdo era ese? Ni por un momento había sentido toda esa tristeza y ese sufrimiento en su vida, Jean no lo recordaba, eso no pertenecía ahí, pero las palabras no le salían. Era incapaz de transmitir eso en aquel momento, ella solo era capaz de escuchar a la rubia hablar, sus oraciones reproduciéndose en su cabeza como si de un eco se tratasen. Jean Grey estaba pérdida. Se sentía ajena, sin pertenecer a su mente y en ese mismo instante, la idea de que había sido un mal intento entrar a su cabeza cobraba fuerza. Quería salir.
─Eso no debiera estar ahí. ─Murmuró con voz trémula, cayéndose a pedazos en ese instante. Quedó desnuda, con sus miedos abiertos ante una desconocida que nada tenía qué ver y que poco le importaba. Jean sujetó la mano de la rubia con fuerza, casi como si tuviera miedo de caerse si la soltaba. No le prestaba atención a lo que la telepata decía, su visión estaba enfocada en la mano que sostenía en ese mismo instante y en el intento de no perder la locura que le quedaba al observar cada una de las puertas que aparecían delante de ellas. Nombres, momentos, fechas, todo aparecía delante y era ignorado. Algunos le parecían familiares, otros ni siquiera sabía que existían. Dio un brinco, medio asustada, en el momento en que la joven decidió entrar a otra puerta.
Cerró los ojos por el momento, temiéndose que nuevamente las llamas las atraparían a ambas y las arrastrarían al infierno que había detrás de esa entrada. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando tan sólo era un recuerdo de las sesiones que había tenido con Charles Xavier. Se miró así misma, colocando una mano delante de la visión de una versión más joven de ella y movió la mano. ─Es una de las tantas sesiones de entrenamiento con el profesor. ─Dijo con suavidad, mirando esta vez a la rubia y dedicándole un gesto de incomodidad ante la frase de que su mente no le cooperaba. Si Grey entendía todo a la perfección, su mente no iba a cooperar con sus intenciones, porque había sido diseñada especialmente para que nadie rompiera las barreras que habitaban en su cabeza. ─No estoy tan segura de que sea una buena idea, rubia… ─Pero ella no escuchó sus palabras, no, los ojos de la mujer brillaron con un azul que por poco y se convertía en algo cegador. Jean entrecerró los párpados cuando la imagen que se proyectaba ante ellos poco a poco se difuminaba y luego se rompía como un cristal que había sido roto.
Fue entonces que los pensamientos llenaron la habitación. Era como si estuviese escuchando miles de voces en su cabeza, una y otra vez, tanto odio, temor, alegrías, cada una hablaban de cosas diferentes que era casi ensordecedor, molesto. Jean se tapó los oídos con las manos, tratando de aliviar el abarrote de palabras que llegaban a sus oídos. ─ ¿Qué has hecho? ─Preguntó entrecortada, observando por esta vez que no era la única que parecía estar ensordecida con sus pensamientos, la Jean más pequeña, la niña que había tenido delante de sí unos instantes anteriormente, lloraba desconsolada mientras pedía a gritos que se callaran y un Charles le decía con toda la amabilidad del mundo que se concentrara solo en una cosa. Que solo lo viera a él, que se centrara en él. ─ ¿Qué está sucediendo, rubia? ─Jean exclamó entre tantas voces y en ese mismo instante en que la pregunta salió de sus labios, el recuerdo cambió.
Volvió el infierno. Llamas habían por doquier, devoraban lentamente a Charles Xavier mientras el hombre batallaba con algo que la pelirroja no era capaz de entender. Era todo una locura. Jean se preguntó por un instante qué demonios sucedía en su cabeza y si aquello que sus ojos veían era producto de las barreras del profesor o era un recuerdo. Uno que ella no recordaba. ─Debiéramos salir, rubia, esto no está bien, esto no lo recuerdo.
Re: The Blonde and The Redhead.
Algunas personas lo denominan segunda mutación. Emma lo llamaba evolución. Sobre todo por que las personas que pudieran llegar a ese punto de la mutación eran extremadamente raros. Ella era uno de ellos, pero simplemente lo encontraba un florecimiento retenido por este profesor Xavier. Al parecer no era tan buena persona como todos decían y eso simplemente aclaraba su punto sobre el hecho de que no era ningún santo como todos aparentaban. Por lo menos ella era sincera con sus actos. - Tranquilizate. Es solo un efecto secundario por así decirlo. Pronto te sentirás mucho mejor. - Observar situaciones así, debía admitir que era la primera vez. Su vida era mucho más complicada de lo que había imaginado pero es normal en las personas que son mutantes y no lo entienden por alguna razón. Ella por su parte, acepto su mutación y la utilizó para sobre pasar a todo ser vivo que pasara en su camino. Pero después de todo, cada quien hace lo que puede con lo que tiene. Ella decidió de exprimir sus limones, otros no.
Una sonrisa ladina se formó del labio de la rubia que tenía ya un gran nivel de experiencia en la telepatía a pesar de su corta edad. - Es evolución querida. Estas leyendo mentes. - ahora entendía lo que había hecho Charles Xavier. La había privado de su telepatía desde corta edad. Quizás fue para que ella no tuviese que aprender la difícil preparación. Pero no era excusa alguna. Debió haberla ayudado en vez de simplemente cancerlarlo por completo. Como si fuese a durar mucho aquella barrera. Mientras que el tiempo continuaba avanzando, Emma Frost se denominaba vencedora sobre aquellas barreras que tenía la peliroja.
Antes de que se diese cuenta, observó una masa enorme de materia astral y psiquica formada sobre el cuerpo de Jean Grey. Algunos habían hablado de habilidades alíenigenas o parecidas. Pero lo encontraba bastante raro. Ahora ella era capaz de sentir aquel calor que comenzaba a apoderarse de la mente de la mutante. La rubia concentró su mente en un solo punto, tratando de combatir finalmente aquellos recuerdos reprimidos. Pudo observar como las habilidades de Jean viajaron hacía otras partes del mundo, pero esto decidió eliminarlo de los recuerdos de ella. Eso era demasiado.
Era bastante poder, pero la menor de los Frost se consideró como capaz de defenderse contra eso. - Pero si solo acabo de comenzar a divertirme... Bueno. - chasqueó su dedo derecho y ambas salieron finalmente de la mente de la peliroja. Abrió los ojos y estaban de nuevo en aquella terraza. Era de noche a pesar de que pensaban haber estado poco tiempo en aquel lugar. Pero el tiempo era muy relativo. - Por cierto, tengo nombre. Es Emma. Emma Frost. - Cruzó sus brazos mientras que trataba de ocultar el dolor que tenía en los brazos y partes de su cuerpo por aquel ataque psionico de la masa de fuego en su mente. - Bienvenida al mundo e los telépatas. Jean Grey. Lamentablemente no tenemos tarjetas o chocolates para los bienvenidos. - con las cosas que pudo robar de su mente, quizás sus habilidades fueran a augmentar. Como hizo con la telepata que la amenazó en su tiempo.
Re: The Blonde and The Redhead.
Es evolución, querida. Estás leyendo mentes, tenía que estar bromeando. ¿Leyendo mentes? Jean no podía hacerlo, era imposible que fuese capaz de hacer tal cosa. Era un poder demasiado complicado, demasiado poderoso, ella no quería ni imaginarse tener que aprender a manipular aquello si de verdad lo que decía la mujer era cierto. Sin embargo, a medida que las voces incrementaban, que su cabeza le dolía y palpitaba con la furia de quien no puede contener sus propios pensamientos, se daba cuenta de que tenía razón, de que quizás la rubia no mentía y había descubierto un poder que había estado en un letargo dentro de su cabeza. ¿Eso era lo que Xavier le ocultó? ¿La telepatía? No tenía sentido alguno, si ella había sido capaz de tener tal cosa, ¿por qué simplemente no la había entrenado para eso? La pelirroja sintió las lágrimas al no poder soportar el dolor que le causaba tal flujo de pensamientos en su mente. Era demasiado y ella no tenía ningún control sobre el mismo.
Como si fuera poco, el fuego encarnado había vuelto, Jeannie era incluso capaz de sentir las quemaduras que se abrían en su piel al contacto. ¿Se suponía que las cosas fueran tan vividas en el plano astral? Podía sentir el ardor de una quemadura regular. Como si su propio cuerpo lo estuviese sufriendo, por ende, agradeció que la rubia las sacara de allí. Muy a pesar de su actitud inicial, Jean le estaba agradecida por todo lo que había hecho. ─No me parece agradable. ─Fueron sus primeras palabras al abrir los ojos, la primera cosa que vio fue a la mujer de pelo dorado frente a ella. Casi al mismo tiempo, se tocó la piel de los brazos al notar un color rojizo en ellas. Era el mismo lugar donde había sentido el fuego. La sorpresa se manifestó en su mirada. ─ ¿Cómo es posible que estando allí, nos haya herido nuestro cuerpo físico? ─Preguntó, desorientada, alzando la vista para contemplar que el cielo había adquirido un color oscuro que indicaba que ya era de noche. El profesor Xavier debía estar preocupado, había estado mucho tiempo fuera. ─Emma Frost. ─Pronunció.
Sintió curiosidad ante ese nombre, ante esa mujer. Algo había en ella que se le hacía familiar, pero no la recordaba, era la sensación de saber que sus caminos no se quedarían aquí. Que esta no iba a ser una despedida, que volvería a encontrarse a Emma Frost nuevamente. Sin embargo, también tenía ese deje de que la próxima vez que ambas se encontrasen, no iba a ser como hoy. ─Dime, Frost. ¿Por qué una mutante con tales poderes está sola? ─ ¿Por qué no estaba con Xavier? ¿Qué pensaba la mujer? A Jean le hubiese gustado saber cómo activar su telepatía para leer su mente, pero también estaba segura de que aquella mujer no iba a dejar que alguien como ella simplemente le leyera la mente. Había aprendido con el corto tiempo que pasó a su lado que Emma Frost no era una mujer amable, era alguien que sabía su fuerza y lo demostraba.
Re: The Blonde and The Redhead.
El único problema es que ella lo había tenido más escondido y resguardado. Eso solo quiere decir que era algo más poderoso de lo que aparentaba. Pero no es algo que Emma fuese a decir o siquiera admitir. Puesto que ella era demasiado orgullosa como para decir que una novata podía llegar hacía el punto donde ella estaba con una buena practica. Además del hecho de que la peliroja ya poseía la telequinesis solo hacía que la molestia de Emma creciera. - Yo no estoy sola Grey. - sus ojos azules se tornaron ligeramente más bruscos y salvajes. - Pero si lo estuviese, prefiero eso a estar en un lugar donde la gente solo aprende a no hacer ruido en el mundo. Quedarse de bajo perfil y actuar como si no fuesen mutantes. - ella levantó ambas cejas tratando de hacer un punto. Ella odiaba el hecho de que pareciera que las personas del instituto no se daban cuenta del hecho de que no parecían mutantes, solo eran un grupo de ellos actuando como humanos para poder darles paso a que les dominen.
Ella no tenía nada contra los humanos, su madre era humana. No hablaba de su padre por que ese hombre era un diablo. De igual forma, su hermano mayor también lo era. Ella aceptaba a los humanos pero había que admitir que la mutación te hacía más fuerte que ellos. Aunque ella encontrara que su ideología tomaba partes de ambos bandos, simplemente decidió de ser su propio bando. - Por que la verdad no me gustaría estar en un lugar donde encierran el potencial de alguien por ser ligeramente más fuerte que lo normal. Sobre todo por que soy una mujer que adora brillar. - encogió sus hombros con una sonrisa con aires superiores. - Y soy muy bonita para ir a un lugar como esos y los chicos son muy feos. - enrolló su cabello rubio en su dedo indice mientras que su rostro se mostraba ligeramente perdido observando el cielo ya oscuro.
Re: The Blonde and The Redhead.
Interesante. Lo que aquella mujer decía cobraba sentido en su cabeza al recordar los sucesos dentro del plano astral, cuando habían estado en su mente, y lo real que se había sentido todo allí. Cosa que no debería suceder, porque era un peligro y tal como lo mencionaba Emma Frost, morir en aquel mundo era casi igual a hacerlo en el real. No dijo nada, escuchándola con atención y omitió, más por el hecho de que le estaba pasando una buena dosis de información que deseaba saber, cada uno de los insultos implícitos que sus palabras traían. Eso la hacía cuestionarse, con más ahínco que el anterior, qué pretendía Charles Xavier al encerrarle sus poderes. ─Supongo que hay una razón para todo, Frost. Tal vez era algo que escapa mi control, sin embargo, te concedo la razón por está vez y me pongo de acuerdo contigo. Por muy poderoso que sea, nadie tiene el derecho de privar a otro de su propia evolución. ─Y utilizó las mismas palabras que ella, haciendo énfasis en la última frase, percatándose esa vez comenzaba a verlo todo de la manera en que la rubia lo veía, a pesar de que seguía sin compartir la gran parte de criterios que ella tenía. Simplemente, Jean podía observar a través de ella, tan claramente que le asombraba que Emma no se hubiese dado cuenta, y aún así, no lo diría, no emitiría ninguna palabra que demostrase lo que podía percibir de esa mujer. No le correspondía, no era quién.
─Sin más, creo que he aprendido algo interesante hoy y debido a ti. ─Hizo una pausa, asomándose un segundo por el varandal y dándole la espalda a la rubia. Ya no había una turbia anti-mutante, simples humanos desperdigados por ahí, sin entender qué hacían en ese sitio ni recordando que hacía horas atrás estuvieron a punto de violentar a dos jóvenes. Gracias a lo oscuro del cielo, le sería más fácil irse volando, ya que nadie se percataría de su presencia al menos que la mirasen fijamente. ─Seguramente algún día nos volveremos a encontrar, pero será claramente diferente y espero, ─adivirtió con una mirada de reojo, comenzando a elevarse. Sus ojos adquirieron una tonalidad rosácea y su cuerpo fue rodeado por una capa brillante del mismo tono, usaba su telequinesis para poder volar. ─También tenga un desenlace diferente. ─Y con esas últimas palabras, se surmegió en las profundidades de las nubes grisáceas, perdiéndose en el oscuro cielo, sin embargo, a pesar de la distancia, aún podía recordar el rostro de Emma Frost y sabía, en sus huesos y en su piel, que no sería la última vez que mirara esos orbes de azul infinito. Cada parte de su cuerpo parecía gritarlo, aquella mujer era alguien importante.