Otro agónico día más en la Gran Manzana. ¿Quién no quisiera vivir en la reputada New York? Teatros, cines, comercio, parques, museos... Y un sin fin más de instalaciones para el ocio que ya quisieran otras ciudades. La gente iba y venía de un lado para otro aquella tarde de sábado veraniega pero el hombre seguía quieto de pie como una estatua. ¿Qué hacer cuando anda de esas trivialidades te interesaban, cuando cada persona de las allí existentes podría estar conspirando contra él y sus valores? Más bien eso creía debido a que veía a todos los humanos como seres inferiores que sólo querían extinguir a los suyos por ser distintos y tenerles miedo. A los mutantes.

Miró a un lado, al otro. Caras anónimas sin ningún atisbo de conciencia de lo que realmente se cocía por los suburbios en aquellos momentos. Los mutantes estaban movilizándose, sí, poco tardarían en manifestarse como la raza superior que eran. Mientras, Geo tendría que aguantarse y portar la máscara de ciudadano anónimo más. Con un suspiró comenzó a caminar sin un rumbo fijo, estar parado en mitad de la masa de gente había despertado varias miradas indiscretas hacia él que no le gustaban para nada. Ensimismado en sus pensamientos como estaba, llegó frente a un edificio muy alto, moderno y estrafalario. ¿No era el Museo del Arte del Bronx? Miró el reloj, tenía toda la tarde por delante y nada interesante que hacer. Se acercó hasta la puerta y pagó el precio de la entrada, más barato de lo que se esperaba, la verdad. Con parsimonia se paseó por los pasillos y salas sin fijarse con detenimiento en ninguna obra en concreto, hasta llegar  al Grito de Munch, que ahí sí que se paró a mirarlo con detenimiento y brazos cruzados. Le recordaba tanto a sus víctimas humanas...-Bonita expresión...-Murmuró para sí mismo.

No era ninguna sorpresa encontrarse a Luke en un Museo. No por que le gustase el arte o las exposiciones especialmente, si no por el silencio que muchas veces se respiraba en ellos. La capacidad de estar en un lugar sin palabras, ni gritos, ni molestias. Un ambiente algo extraño para el joven que se pasaba el día rodeado de gente, pero a nadie le hacía daño un pequeño descanso, una huida de un mundo dónde mutantes, batallas y peleas conformaban su día a día. Por esa razón, fundirse entre humanos, sentirse como uno de ellos era el paraíso para el muchacho, aunque su poder también se activase con estos, el peligro era muchísimo menor.

Esa, y solo esa, era la razón por la que el joven estaba allí, en el Museo del Bronx, para sentirse normal. Caminaba por los silentes pasillos de las exposiciones, sin fijarse demasiado en los cuadros y esculturas, aunque para que mentir, a veces el chico fingía contemplar con meditada atención un cuadro, fijándose en las líneas, colores y composición, fingiendo ver algo que realmente no veía en ese cuadro. Cómo un crítico de arte, aunque el joven no encontraba aliciente alguno en aquello, una soberana pérdida de tiempo.

─ Esto es un rollo, ni una exposición interesante... ─comentó el muchacho, para sí mismo, mientras caminaba de espaldas, con las manos en la nuca y los ojos medio cerrados. Caminaba hacia atrás, esquivando por simple inercia a la gente que contemplaba "arte", estática. Hasta que sin darse cuenta, golpeó a un hombre de superior edad a la propia. Con un gesto de susto, y recuperando el equilibrio como pudo, Luke miró al hombre con una sonrisa de disculpa, no sin antes mirar alrededor para ver si con eso había llamado la atención, cosa que no había sucedido─ Perdón, es que andaba distraído fingiendo interés por estas exposiciones ─se encoge de hombros divertido y susurra─ Ahora es cuando me dices que eres marchante de arte o algo por el estilo y yo salgo corriendo ─dice, soltando una silenciosa carcajada.

“La humanidad no puede vivir sin arte, sin literatura y sin saber su historia” repetía una profesora de Historia del Arte Moderno una y otra vez en sus clases, cundo Geo asistía a la universidad para formarse como profesor de Historia. Pura tapadera todo. Viendo aquel espectacular cuadro, El Grito, aquella frase cobró sentido por primera vez para el francés. Era cierto, sin arte para expresarse, sin literatura para conocer mundos desconocidos, y sin saber por lo que había pasado a lo largo de los siglos, ¿Qué sería de la humanidad? La posibilidad más acertada sería la de ser muñecos descerebrados a merced de otros con mayor conocimiento, díganse políticos o díganse gobernantes. Una mano, sin darse cuenta ni él mismo, fue a parar a su mentón para rascarlo despacio sin apartar la vista de la obra.- Es que es perfecta…-Murmuró en su propio mundo, del cual fue sacado con algo de brusquedad por culpa de una persona que chocó con su hombro. La primera reacción fue la típica de un hombre gruñón como él: Soltar un bufido.- ¿Es que estás ciego o qué te pasa? ¡Mira por dónde vas!-Su ceño se frunció y sus ojos verdes reflejaron un atisbo de furia  momentáneo que desapareció al percatarse de quien era, más correcto decir qué era. Un chico joven, adolescente, un crío para alguien de la edad de Geo. Por muy gruñón que fuese, con las personas de esas edades solía cortarse un tanto por su condición de profesor.

No importa. –Le respondió seguido de un carraspeo. Alzó una ceja ante lo de las exposiciones. Ni era tal cosa, ni le atraía el arte en sí a pesar de haberlo estudiado en la carrera, de todas las exposiciones la única obra que había encontrado que le gustase era aquella que contemplaba momentos antes.- No soy tal cosa, no te preocupes. Debes tener más cuidado en estos sitios, podrías tirar alguna de estas antiguallas que valen una millonada.-Típica frase de padre, o de profesor con sus alumnos de excursión. Se fijó con algo más de detenimiento en el otro ¿Un rasgo a destacar? Sus ojos claros, llamaron la atención del mayor prácticamente desde el primer momento al sobresalir respecto su físico. Miró a su alrededor, ninguno de los presentes parecía ser acompañante del muchacho.- ¿Has venido tú solo al museo para andar de espaldas y chocarte?-Bufó un poco.- En fin, está juventud, no sé la mierda de educación que os dan vuestros padres hoy en día.-Lo dijo con una leve pincelada de enfado. Entonces, cayó en su falta de educación y se presentó.- Ya que te has chocado con un desconocido, lo mínimo es mostrar educación y presentarte. Mi nombre es Geo.