Aquel episodio de los 80's

Sábado, 13.00 horas • Prácticas para un futuro mejor • con Ginger

No se suponía que eso pasase.

Se vio a sí misma sentada en ese banco del parque, y a un par de personas mirando el cuerpo de la rubia con sorna, quizá preguntándose qué hacía una chica dormitando en medio de un sitio público. Por supuesto, ella de dormilona no tenía nada, de hecho hacía meses que no lograba descansar demasiado bien, por culpa de tantas cosas que tenía sobre ella. El regreso de su hermano, sus poderes cada vez saliendo a flote cuando menos los deseaba, y la obvia falta de deberes que tenía. El trabajo de su madre les permitía tener un bonito apartamento en el centro de Manhattan, pero a veces era complicado estar al día con la renta y los servicios de agua y luz.

Ahora, su mutación estaba tomando vida propia sobre ella, haciendo que ese extraño don como muy elocuentemente comentaba Rory siempre, estaba fastidiándole. ¿Qué se suponía que debía hacer cuando aparecía en otro lugar, fuera de su cuerpo?

Un perro comenzó a olisquear sus pies, entonces. Prue lo miró, recorriendo cada paso que el animalito, un horrible perro "salchicha", daba. Le había pasado eso de proyección tantas veces, que ya sabía que aquello no duraría demasiado tiempo más; pero como si fuese un castigo enviado por los Dioses, el animalito comenzó a orinarle los pies, marcándola como su territorio. Eso.era.estupendo.

Se sacudió al perro como pudo, molesta por semejante humillación, y buscó a los dueños del perro con la vista para reclamarles. Sin embargo, su vista no dio demasiado lejos, cuando regresó a su cuerpo, como una exhalación. Le costó unos segundos adaptarse al cambio de ambiente y vista, pero cuando logró no verse tan desubicada, se relajó visiblemente. Las personas a su alrededor, curiosos a fin de cuenta, la miraron como si fuese un bicho raro, aunque lo cierto es que sí que lo era, con esa mutación extraña que tenía. Su hermano le había comentado días atrás, que habían muchísimos mutantes más por el mundo. Sin embargo, ella seguía pensando que eso no era, ni de lejos, un consuelo. Para su suerte, tenía a alguien que pensaba muy parecido a ella: Ginger. Con su cabello vibrante y lleno de alegría, la muchacha ocultaba el mismo secreto que ella. Quien, por cierto, estaba a punto de llegar, si no era que ya estaba allí.

Giró su vista varias veces, intentando conseguir dentro de su periferia a la pelinaranja. ¿Dónde estás, Ging-Yang?

Aquel episodio de los 80's

Sábado, 13.00 horas • Prácticas para un futuro mejor • con Prudence

Su expresión facial comenzó a cambiar, una vez que se percató que como siguiera esperando dentro de ese taxi, jamás llegaría a su acuerdo y los minutos no esperarían por ella. Se originó con un breve fruncimiento de labios, sumado a casuales miradas a sus costados; sin embargo su comunicación corporal pasaba desapercibida para el conductor que podía estar tan inquieto como ella por ese infinito taco de automóviles, o quizás ni le importaba.

Aunque creyó que terminaría soltando un gran suspiro, éste se hizo más suave en su liberación por suerte; después de todo tenía la solución, un tanto improvisada pero factible a fin de cuentas.— Ahm... ¿puedo bajarme aquí? —Acabó el silencio, en un tono normal. El hombre le observó desde el espejo retrovisor, asintiendo brevemente y asegurándole que tuviese cuidado con los espacios cortos, que apenas dejaban el resto de transportes. — ¡Sí, sí! Muchas gracias —Sonrió enseguida, abriendo la puerta y egresando del auto. Al menos la amabilidad del señor había valido la pena por haber pagado la mitad de un viaje inconcluso, por culpa del tráfico.

Menos mal que aún tenía energía física para correr, pensó para sus adentros, y es que era desalentador que cuando se estaba en la calma de un día normal, de la nada se tuviese que recurrir a las carreras. Pero todo valía para la pelinaranja, con tal de llegar a su encuentro con su amiga. No le gustaba hacerle esperar y ahora se culpaba mentalmente.

En cuanto sus ágiles pies la aproximaron al parque, se dio el préstamo de una pausa para recobrar el aliento, momento en el cual distinguió a lo lejos a la rubia. Disminuyendo la velocidad, se fue acercando a ésta a pasos más saltarines, hasta que se presentó por completo. — ¡Prue, ya estoy aquí! —Extendió sus brazos, como si fuese la tremenda presentación que enfatizaba con la gran sonrisa que se dibujó en su rostro.— Perdón por la demora, en serio. No quise hacerte esperar tanto, pero como verás, tuve problemas en el tráfico que había tanto auto, un caos total y... —Se interrumpió para darse algo de aire. Esa manía que tenía por hablar de golpe y no hacer pausas cuando estaba nerviosa.— tuve que venir a pie mejor. —Se encogió de hombros, sentándose a su lado para darle un repentino abrazo— ¿cómo estás, por cierto? —Preguntó después, mirándola con atención.