Cada vez le era más difícil ser simplemente una espectadora. Se mordía las uñas mientras pensaba que había una criatura como aquella debajo del agua. No le gustaban las posturas pasivas, no le gustaba ser una niña buena de pronto. Se acordó de Leah, y de sus poderes... de la situación en que se había conocido: robando. Ursa nunca había tenido necesidad de robar nada, lo hacía por diversión. Había tenido una buena vida, pero... ahí estaba, colándose a un bar, después de haber pasado un día normal con su madre y padre. Ianthe, profesora del Instituto Xavier, y su padre, un simple hombre humano. Los amaba, pero a ella algo le faltaba... Algo que hiciera sintonía con su personalidad arrogante. Se había cansado de las bromas de colegios.

Había pedido algo que ni recordaba su nombre, era quizá la primera vez que bebía alcohol. Se sentía como una niñita pequeña, y eso es lo que había sido desde siempre. Pero ahora veía todo de una manera diferente, veía peligros reales. Ni siquiera la historia de su madre le había hecho creerlo, no podía creer que existieran mutantes así, pero después de ver a ese tal Namor... supo que tenía que madurar, porque se acercaba a algo. Algo peligroso.

— Después de algunos años, ese hombre aún no ha sido atrapado — escuchó la voz de un comentarista en la televisión — Se ha robado millones, seguramente debe estar bañándose en una pila de billetes. Y la policía lo permite, ¿quién me dice que no fue el mismo gobierno? ¿Que la policía no está involucrada? A mi eso no me va... — continuó. El hombre era un amante de las conspiraciones, ella a veces veía ese programa.

— Ese hombre debe ser interesante — dijo, para ella misma, pero suficientemente alto. No lo hizo a propósito, porque no le interesaba. Bebió un sorbo de su bebida, dulce... le quedaba un sabor agradable en la boca, pero fuerte al final... ¿cómo le hacían para fabricar estas cosas? Se relamió los labios, y siguió escuchando la conversación.

Ursa apostaría que ese hombre era un mutante, y que usaba sus poderes para robar, como ella misma... o como Leah. De pronto se sintió observada, más por ser la primera vez que iba a ese lugar, que porque alguien la miraba realmente. Sentía como si fuera azul, aunque ese día llevaba la piel clara, y ropa bastante común, mallas ceñidas, una chaqueta negra y una blusa azul debajo, una bufanda al cuello, y una bolsa de cuero, zapatos bajos, pero elegantes. Pasaba por cualquier chica normal, no se preocupó por eso... era más bien, ella misma... Había mutantes por todos lados...

Ni el sabia a donde le llevarían sus pasos en un intento de buscar algo de comer, siempre había amado los tiempos húmedos y eso se podía notar en sus ojos tan expresivos al adentrarse en lo que parecía ser un café de mala muerte ligado con un bar. ¡Mal día para querer darse de un chico de clase!  captando apenas entro a todos los mutantes reunidos, todos con una clara identidad secreta para no ser reconocidos, intentando pasar desapercibidos entre risas y burlas al gobierno de ahora, intentos de parecer agradables que solo hacían que el albino frunciera su ceño y se fuera a la barra ignorando a la mujer que estaba sentada a su lado.

Un hombre humano le dio la carta y fue allí cuando sus ojos brillaron, alegres sin duda alguna comenzando a reírse por lo bajo sin saber realmente el por que. -Un sandwich de queso fundido y una ración de papas fritas, de beber una malteada doble de chocolate blanco y...¿Caramelo? Termino de decir, ignorando la mirada crédula del hombre que solo anoto todo y se fue a la cocina como si imaginara que aquel chico fuera a pedir un trago de ron o whisky, tendría que esperar y mientras eso pasaba ¿Que debía hacer? esa chica...Ese no era su color natural y lo sabia por simple instinto, ya había pasado así con muchas personas que se unían a la hermandad sin querer aceptar lo que eran. -¿No crees que si bebes mucho de eso alguien podría aprovecharse de ti? Pregunto finalmente a la mujer brazos cruzados sobre el tablero de espera, viéndole tan solo de soslayo con una sonrisa sobre sus labios.

Muchos solían decir que las bebidas alcohólicas mas peligrosas eran las dulces, por que mientras mas te emocionabas en beberlas, no te dabas cuenta al final hasta que te levantabas de tu asiento y veías el mundo de colores y en movimiento. ¿Pero quien era él para advertir de todos modos? tan solo se preocupaba por si mismo y de lo que le correspondía en la hermandad, nada mas ni nada menos, no era grosero si debía ayudar a los demás, no había sido educado de esa forma por lo que si...Quizá le preocupaba la menor un poco. -Su pedido Sr Dijo el hombre encargado de la barra, entregándole todo en sus respectivos platos, haciendo que el mismo se volteara a comenzar a comer sin mas, no tenia que esperar una respuesta de todos modos. -Gracias. Respondió, concentrándose mas en lo que devoraba que su propia imagen.

Llevaba unos jeans cortos tipo short con una franela de mangas cortas, un pasamontañas color negro y finalmente unos tennis pocos desgastados, no faltaba uno que otro rasguño en sus mejillas a medio sangrar, pero no era nada grave y mucho menos como para preocuparse. Quería adrenalina, en cada paso que diera, correr...¡Si! correr era su vida entera, su paz...Todo lo que necesitaba para cualquier malestar era aquello, pero todos sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir a uno de los mutantes acercarse a su lado comenzando a preguntarle cosas, si se quería unir a uno u otro bando, lo potencial que pudiera ser, lo útil...Cosa que sin duda le molestaba mas que tener que lidiar ya con sus propios problemas. -Después de todo si soy un arma ¿Uhm? Pregunto a los hombres mientras pasaba una de las servilletas por sus labios y fruncía molesto el ceño para que le dejaran en paz, devorando sus papas a tal velocidad que ni sus manos se veían. -Pudranse...¡Señor, le dejo el dinero! Soltó en voz alta, digna para que el hombre que le había atendido antes escuchara y tomara los billetes del menor, volteando a ver a la chica que había hablado con anterioridad, estrechándole la mano sin ningún gesto molesto. -¿Vienes?..Te diré luego lo que sucede. Burló, bajando lentamente su mano, sobándose sus cabellos lentamente mechón por mechón, ignorando las miradas de asombro por parte de los demás. -¿Que no sabe a que grupo pertenece, es una mala influencia? Susurraba mas de uno entre sus mesas...