Día cualquiera con gente cualquiera. Lobezno se levantó de la cama y miró hacia la ventana. No recordaba muy bien la noche anterior pero se percató de inmediato que no estaba solo en la habitación; una chica de pelo color castaño se levantó sin muchas prendas encima, le miraba con una sonrisa y el varón solo la miró de forma altiva, casi corriéndola del departamento. Después de unos cuantos minutos de gritos de parte de ella accedió “amablemente” a irse y no buscarlo más –le intento tirar casi toda la casa encima- pero no sin dejar una inmensa desorganización. El lugar olía a tabaco y a alcohol, para ser exactos, whisky. Logan cubrió su desnudez con unos jeans y una camisa blanca de mangas cortas. Sus brazos eran inmensos, más desarrollados de lo normal pero en un punto donde no se veían mal; sin duda combinaba con la rudeza de su cuerpo y lo ancho de sus hombros prominentes.

Ya iba de salida, no pensaba quedarse ni un momento más en esa ciudad. Había tenido varios encuentros en ese lugar que deseaba desaparecer y jamás regresar ahí hasta que nadie le recordase. Su forma de ser explosiva le orillaba a hacer cosas que simplemente desafiaran toda lógica y leí convencional. Él no era un héroe como muchos mutantes creían, no deseaba tener bando ya que no le importaba lo que pasara hasta que le llegara a afectar directamente; cuando eso pase nadie querría desafiarle y menos su forma de actuar tan inesperada. Su bestialidad estaba bastante marcada, su barba era prominente y su cabello tenía forma de dos picos; no sabía porque de verdad pero siempre lo traía así. Salió a la calle y se adentró entre el mar de autos, gente normal y de personas que juzgaban todo lo que miraban.

Caminó sin pensar en nada más que los pasos que daba y escuchó algo que le hizo voltear. Personas gritaban. No identificaba a las personas pero había un pequeño en peligro. Corrió a toda velocidad y como acción siguiente sacó el niño de la carretera, protegiéndolo con su cuerpo entero para que no se lastimara en la caída. Cayó boca abajo y sintió al niño salir entre sus brazos ilesos cuando se dio la vuelta. La sangre chorreaba por su frente y mejillas, sus brazos llenos de quemaduras y abrió los ojos aturdido por el golpe en la cabeza; miró a la chica que le preguntaba si estaba bien y asintió con la cabeza, seguramente no se veía bien, porque le dolía el cuerpo. Pasaron unos segundos y las heridas empezaron a desaparecer sin dejar marca alguna en su piel. Se levantó sin molestia e miró a la chica pelirroja. Era hermosa sin duda, bastante joven, pero se le quedó mirando directo a los ojos –Nos vemos- dijo y se dio media vuelta para irse ileso.

-No quiero esperar- Dijo el varón al sentir la mano de la chica en su muñeca y volteó de forma violenta y agresiva. La miró de forma brusca y después la volvió a mirar y de alguna forma le calmó el gesto que tenía en el rostro, algo tenía esa chica que le hacía sentirse tan cómodo con ella. Se quitó la idea de la mente y negó con la cabeza sin contestarle a la chica. Era mejor que se alejara. Los gritos de sorpresa de la gente aun podía percibirlos, no podían creer que un monstruo mutante hubiera salvado a alguien. ¿Realmente era tan malo? Aunque no recordaba gran parte de su existencia sabía que no tenía ganas de hacerle daño a nadie inocente –por consiguiente no dejaría que le pasara nada malo a nadie que no se lo merecía- aunque a veces él era el causante del dolor. Los sueños tormentosos habían seguido y no se podía despegar la culpa del pecho, no sabía el porqué del sentimiento, pero sabía que el causante de todo lo malo en su vida era él.

Escucho sus preguntas y asintió con la cabeza sin mucho que decir, era obvio que era mutante, ella se veía inteligente, y la deducción no era tan difícil de hacer. Lo que si le sorprendió era la afirmación de que la chica era sobrehumana, no parecía así –Lo soy. Me llamo Logan. Solo dime Logan- dijo de forma vaga, su voz salió casi como un gruñido molesto, no confiaba en la chica, había peleado con mucha gente que parecía inocente y seria, de verdad no deseaba tener problemas pero si los tenía gradualmente se vería las intenciones reales de la chica. El pelo pelirrojo de la mujer iluminado por los rayos luminosos del sol parecían flamas, su cabello se encontraba desarreglado por las acciones que habían pasado hace unos cuantos minutos. Jean Grey, por alguna extraña razón sentía que no olvidaría ese nombre. Sus heridas ahora ya habían quedado atrás, no tenía ningún rasguño o dolor en su cuerpo y lentamente se sintió mejor. La miró a los ojos y solo se dio la vuelta, miró de perfil a la chica –Nos vemos Jean- susurró mientras de nuevo emprendía marcha por las calles acaparadas.