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Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
The Era of Miracles :: On-rol :: Nueva York :: Brooklyn
Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Ambos compañeros, habían decidido, tácitamente claro, puesto que no lo habían dialogado, que había que celebrar. Eso o recomponer fuerzas, parando a descansar un poco. Con el dinero ya repartido, mitad a mitad, más un resto que guardaron por si acaso, se encaminaron a un bar de mala muerte, ubicado en Brooklyn, ya que por como estaban las cosas en el Bronx, era mejor mantenerse alejado. —Mmh, nada como un vaso de ron luego de un gran robo, ¿no te parece?— cortó el silencio el castaño de Nueva Orleans, mientras caminaban por la acera de la calle, que a esa hora -como las doce, casi la una de la madrugada- ya no circulaban con frecuencia los autos. Finalmente en la esquina llegaron al bar y entraron en él.
Remy se dirigió a la barra y pidió un whisky doble, acompañado de un vaso de ron con cola para más tarde. Esperando a que Logan llegara y pidiera lo propio, se giró en el asiento, apoyándose sobre la barra de espaldas y con los codos, observando quienes estaban en el bar. Había gente de toda la calaña posible, mala calaña, algunos repararon en su llegada y otros siguieron con sus asuntos. Algo era seguro en aquellos bares, nunca acababan bien las cosas. O porque dos idiotas se peleaban y entonces todo se volvía una gran pelea campal de puñetazos y palos o sillas lanzados y partidos por la cabeza. O porque alguien tenía problemas con alguno de ellos dos, u viceversa.
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Llegó hasta la barra y pidió una botella cerrada de vodka, del alcohol más fuerte que tenían; por culpa de su factor curativo no era fácil emborracharse, necesitaba muchas bebidas embriagantes para al menos hacerlo sentirse mareado, por esa razón pidió lo que pidió. Para muchos el alcohol era la perdición, traía enfermedades dolorosas pero a Wolverine no le interesaba, era el mejor en lo que hacía, y lo que llevaba a cabo todas las noches no era grato, después de todo trabajo era un borracho profesional. Después de un rato de esperar su pedido llegó. El líquido cristalino brillaba por culpa de las luces tenues, pero de ahí en más todo lo demás era lúgubre, hombres los miraban en las sombras.
Comenzó a beber y miró a Remy –Buen trabajo, nene, supongo que lo que hicimos será recordado y esta vez no solo por nosotros- comentó al mutante y rió feliz. El alcohol llegó a su garganta y abría camino por su garganta hasta llegar al estómago. Estaba listo para que su vida cambiase pero siempre que bebía pensaba en dudas existenciales incontestables. Sus garras estaban escondidas, era como cualquier otro, en un lugar tan mugriento como ese nada lo distinguía, ser mutante ahí no importaba, la gente había vivido tanto que no temía dar su vida en una pelea campal, todo el bar estaba repleto de presidiarios listo para encontrar y asesinar a una presa, pero él era el cazador, y nadie podía hacerle daño alguno.
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—Viejo, si es por mí, de lo único que quiero acordarme es del dinero... que no pude tirarme a la puta de la hija del mafioso...— se lamentó el castaño mientras observaba como un par de maleantes que en teoría jugaban billar, se le quedaban mirando, probablemente a causa de sus ojos carmesís. Con descaro les guiñó un ojo como si les coqueteara, le aburría ya quien trataba de ningunearlo por mutante. Pero los que aun temían o lo destacaban como algo sorprendente, le causaban risa.
Volvió a dar otro trago a su vaso, mientras recorría nuevamente el bar con su mirada. Estaba considerablemente lleno y eso no jugaba precisamente a su favor. —Sabes... me pregunto, ¿por qué siempre que vamos a algún lado hay violencia en el ambiente?— inquirió retóricamente, realmente abrumado por aquella cuestión. No recordaba una puta noche con Logan que no terminara con una violenta pelea, hasta la noche en que se conocieron terminaron ellos a las manos. Jodida fuera la vida, y bien duro, por detrás. Pensó mientras se relamía los restos de bebida aun en sus labios y le sonreía con encanto a una muchacha "inocente" que pasaba por allí y lo miraba, estudiándolo.
El ambiente cada vez se tensaba más y ellos aun no pagaban sus bebidas. Probablemente cuando tuvieran la cortesía de hacerlo y el dueño se asegurara la recuperación de la inversión comenzaría todo. Se preguntaba como sería, si todos a la vez o gradualmente, comenzaría alguno a atacarlos y luego se le uniría el resto ¿Llamaría el barman al 911? No lo creía probable. —¿Sabes qué es lo peor de todo Wolverine? Que estos idiotas no me dejarán terminarme ni siquiera el whisky, ni hablar del ron con cola...— se quejó en voz alta el mutante de Nueva Orleans, a propósito como clara provocación. Generando que algunos ya ni se esforzaran en disimular con muy mal resultado. Incorporándose y quedándose viéndolos, cogiendo palos de billar, bates, sacando cadenas, asegurándose tener una silla cerca, etc. Aquello iba a ponerse feo... para el resto.
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Por alguna razón la pareja de bandidos eran un imán para los problemas y las peleas, los hombres solo les miraban y ahora sin inmutarse tomaban armas para atacarles, ya nadie podía beber tranquilo sin que una pelea surgiera, necesitaba alcohol en sus venas pero la maldita noche no se lo iba a permitir, sus manos estaban llenas de sangre y no le importaba derramar más. Bebió de su botella un poco más mientras miraba como se acercaban. Parecía una película de superhéroes, pero ellos no eran justicieros solo eran personas con la mala suerte de no poder acabarse ni una maldita y miserable copa. El alcohol pasaba a su organismo con rapidez, no dejaría la botella hasta que se acabara.
Prendió un cigarrillo y empezó a fumar, el humo se esparcía por el lugar creando una nube de tabaco arriba de las cabezas; apenas se podía ver más de unos cuantos metros, casi la mayoría de las personas se encontraba fumando algún tipo de planta –no todos fumaban solamente tabaco- era un centro de perdición y él estaba participando como si nada más importara que embriagarse y olvidarse de cierta chica pelirroja. Se distrajo un rato en sus pensamientos y después miró a su alrededor. Hombres corpulentos se acercaban a ellos para pelar, no quería más problemas pero tal parecía que no podía disfrutar una copa sin que le molestaran -¿ahora que, Gambit?- le dijo a su compañero y siguió bebiendo, no soltaría esa botella hasta que fuese necesario; pero se acabó antes de que pudiera darle otro trago. Miró a los hombres y negó con la cabeza. No pensaba claro pero no estaba briago, necesitaba más alcohol.
-¡Váyanse todos a la puta mierda!- dijo mientras les aventaba la botella vacía con fuerza. Un hombre cayó de espaldas y Wolverine sacó sus garras, eran de hueso y peligrosas. Algunos varones se sorprendieron pero si corrían el salvaje los seguiría y los asesinaría –Remy, acabemos esto rápido que esa botella ya se acabó y necesito un poco más, la noche sigue siendo joven- rio mientas se acercaban gradualmente al menos unos veinte hombres la lucha había empezado y el asestó el primer golpe justo en el abdomen de un maleante. Estaba listo para jugar con esos imbéciles que le querían arruinar la noche.
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La mente del de Nueva Orleans estaba puesta a esa altura en qué harían luego de la pelea. No le cabía duda alguna de que el par saldría airoso de aquella inminente batalla, pero no sabía cuan destrozado quedaría el lugar. Su mente buscaba recordar algún otro bar al que ir después, pero tampoco le apetecía la perspectiva de moverse por la ciudad una vez más. No tenía miedo, simplemente carecía de ganas, había sido de por sí una noche larga y recién comenzaba.
Observó a Wolverine encender uno de sus amados puros y comenzar a fumarlo. Rodó los ojos y vació su whisky de un solo trago, apurando el vaso hacia arriba y echando a la vez la cabeza hacia atrás. Sintió como si el líquido ambarino encendiera en llamas su garganta y luego su estómago. Hasta creyó sentir como una acidez le invadía y sabía que en cuestión de una media hora, el alcohol le bajara todo de golpe y le comenzara a marear. Observó como poco a poco los maleantes se acercaban a ellos, en forma de semicírculo, para no dejarles escapatoria, como si la necesitaran. Aquello hizo que Gambito sonriera de medio lado. Chasqueó los dedos. —Tim, ve preparando ese ron con cola, mi compañero y yo no tardaremos mucho...— masculló con soberbia y fanfarronería el mutante, acompañando las palabras con una sonrisa burlona, mientras contaba sus contrincantes. Eran ocho, ocho malditos estúpidos que probablemente lo atacarían por mutante y a Logan por ir con él, asumiendo que también lo era -sin error alguno pero tampoco estaba bien que lo hicieran-.
"¡Váyanse todos a la puta mierda!" oyó exclamar cabreado a su compañero de trabajo e hizo que entonces Remy metiera una mano en su bolsillo, buscando su baraja de naipes y con la otra depositara sobre la barra el vaso vacío de whisky. —Muy bien muchachos, ¿cómo quieren que hagamos esto? ¿Le destruirán el bar al viejo Tim o vamos a la acera?— inquirió el de ojos carmesís mientras observaba la botella de vidrio volar y estrellarse contra la pared luego de que uno de los humanos la esquivara. Las cosas se pondrían feas. —Logan, a ti te tocan los cuatro de la derecha, intenta no matarlos...— alcanzó a decir el de Nueva Orleans antes de que Lobezno saliera a la carga de los pandilleros y gente de poca monta. De pronto, los ocho contrincantes se habían transformado en cincuenta, observó a su amigo hundir un puño en el abdomen de uno y luego desaparecer bajo el rodeo de unos cuantos rivales. Pero tenía problemas más urgentes que verificar como iba este. Sacó de su bolsillo la baraja y antes de que cante un gallo, lanzó dos naipes cargados directo al pecho de dos de los que estaban más cerca de él. De inmediato salieron expulsados hacia atrás, cayendo inconsciente. —¿Y bien? ¿Quién sigue?— masculló lanzando sin esperar respuesta otras cinco cartas cargadas, sin un blanco fijo, que le dieran con quien se toparan en el camino, en breves no tendría espacio ni tiempo para lanzar naipes...
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-Maldita sea, ya no podemos descansar- le dijo a su compañero mientras veía la explosión que veía de su baraja; los naipes se tornaban de un color rubí. Se acercó a un par de hombres y ambos le asestaron un golpe en el rostro; Wolverine se dio la vuelta sintiendo el dolor y la sangre que salía de su boca, ahora si lo habían cabreado -¡No debieron hacer eso cabrones!- gritó y se acercó de un salto, sus garras se dirigieron a su cuello y se clavaron directamente en la yugular matando a ambos y llenando el lugar de sangre, se acercó a otro y le dio un golpe certero en la cabeza, clavándole las garras directamente en la frente. La escena era sumamente brutal, había sangre en todos lados y Logan estaba listo para matar a más hombres, gradualmente su adrenalina aumento y lo hizo comportarse como una bestia, se encorvó esperando más golpes, o personas que querían matarle. Su mirada reflejaba odio, no conocía a nadie pero todo aquel que le quiera hacer daño moriría.
Cada vez que mataba a un hombre más se acercaban, era como una Hidra, mientras más cabezas cortabas más extremidades crecían; pero no le importaba seguiría matando a los varones bastardos. Se acercó de forma agresiva y cuatro hombres se le acercaron y empezaron a golpearle, el dolor se había ido, no sentía los golpes y lo único que necesitaba era golpear un poco más. Las garras en una de sus manos se escondieron y el bandido golpeó en la nariz a uno de sus atacantes, al otro le cortó la cabeza que rodó por el suelo sin dirección alguna. Se encontraba esquivando golpes y dándolos, muy pocos puñetazos lograban lastimarlo, no bajaba la guardia, no dejaba de matar, era la parte que ni siquiera Remy había visto, jamás había visto a Lobezno como un asesino, pero ese día las cosas cambiaban; no por nada Logan era el mejor en lo que hacía. El pelinegro miró a todos lados y Gambit se encontraba peleando con agilidad, era bueno, pero a veces dudaba que fuera tan poderoso como lucía, todos tenías un defecto, todo plan tenía una deficiencia, pero no sabía cuál era la del joven de Nueva Orleans. Ya quedaban menos criminales, pero él seguía recibiendo y regresando las agresiones.
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Sin embargo, la destrucción no los iba a distraer para siempre, Kennedy lo dijo una vez: "Se puede engañar a uno mucho timpo, se puede engañar a muchos mucho tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". Y entonces, los violentos granujas se volvieron hacia Remy con ganas de revancha. Temían un poco que les lanzara uno de aquellos naipes explosivos, por lo que se acercaron de a poco, solo los más valientes. Y al ver que LeBeau solo se dedicaba a golpearlos y luchar con ellos, con gran agilidad y destreza, terminaron de perderle el miedo. Y es que se le habían acabado los naipes. Comenzaron a arrimársele con más frecuencia y el esfuerzo físico era más y más demandante, pero él podía sobrellevar el ritmo. Se pasaba más tiempo esquivando golpes y contorsionándose que golpeando. Aprovechaba la brutalidad ciega de algunos que lo buscaban con palos y sillas, para esquivarlos y golpearan a uno de sus compañeros detrás de él, como si se tratara de una película. La adrenalina poco a poco lo invadía e imbuía de una aceleración y unos reflejos increíbles. Su voluntad era firme y su temple de acero, lanzaba golpes precisos y fugaces atento para defenderse. Recibió un golpe sobre el mentón, desde su perfil derecho, que le hizo trastabillar hacia atrás. Y entonces tuvo que dar un salto y girar en el aire hacia atrás, haciendo alarde de su magnífica elasticidad, para acabar sobre la barra del bar. Se relamió y removió un hilillo de sangre que escurría sobre su comisura derecha. —¿Qué acaso comienzas a cansarte? Es que estás viejo Logan...— bromeó el joven con su pecho subiendo y bajando a gran velocidad, se encontraba agitado, su pulso cardíaco era acelerado. Él si estaba cansado físicamente, pero podía mantenerse en pie y apenas se había hecho esa brecha para ver la situación.
La imagen de su compañero era fuerte, no apta para gente débil. Nunca lo había observado en aquella faceta suya, era una auténtico animal, una bestia salvaje. Bromea y a veces infería que Logan era un animal de mal carácter pero ni en su comentario o pensamiento más extremo lo habría figurado así. La sangre saltaba allí donde él se movía y él estaba bañado en ella. Se asqueo por un momento pero no tenía lugar para dudar y ya tenía encima a dos tipos, uno con un palo de billar.
Al primero le lanzó una patada a la cabeza mientras saltaba de la barra. Y al segundo le calló encima forcejeando con él por el palo. Logró quitárselo al dar un tirón y a la vez hacer palanca con un pie sobre su estómago. Giró el palo sobre su mano con gran habilidad y de un movimiento trazó en el aire una distancia en radio con su nueva arma, haciendo que saltasen hacia atrás los más cercanos a él, ganando terreno. Comenzaba a creer que él no lo lograría, eran muchos, noqueaba o vencía a uno y aparecía otro. Volvió a girar su bo improvisado y esta vez lanzó un golpe certero a un maleante, luego otro y hasta un tercero, golpeándolos y complementando los combos con un par de patadas, para dejarlos tirados. —Sabes Tim, comienzo a pensar que si tienes una escpota guardada debajo de la barra, "por si acaso", es hora de sacarla a relucir...— sugirió el mutante al cantinero, con la esperanza que estuviera de su lado. Pero sin quedarse a ver si lo escuchaba o no, apoyó el palo de billar en el suelo y se aferró de él para impulsarse en un gran salto, para propinarle una patada doble en el pecho a un motoquero obeso que se acercaba a él como si fuera un sumo, con ganas de aplastarlo. Logró vencer su fuerza de impulso y que saliera despedido hacia atrás, aplastando en el aterrizaje bajo suyo a otros tres hombres. —¿Quién sigue? Tengo toda la noche...— habló con dificultad, víctima del esfuerzo físico, mientras notaba el sudor recorrer su cuerpo y una gota del mismo caer bajo un perfil de su rostro y recorrer su mandíbula hasta el mentón. Su gabardina danzaba bajo cada movimiento ágil que daba y los huesos ajenos se quebraban con cada patada y golpe de su arma...
Aún quedaban bastantes, pero ya no eran tantos como antes y notaba en los rostros de ellos, comenzar a mermar las ganas de luchar. Y es que si veías a tan solo dos tipos, "bichos raros", mutantes, acabar con la mitad de quienes apenas te has aliado para darles una golpiza... Y, yo me replantearía continuar en aquella masacre campal. Notaba algunos golpes que habían logrado darle, pero que a tiempo se había hecho atrás para no recibir más en su momento. Le dolía la espalda a la altura de las costillas, le dolía su mandíbula y una sien donde antes le habían lanzado un botellazo y le habían acertado a medias. Sus brazos y piernas estaban magullados de los golpes, tanto dados como recibidos. Pero aun podía permanecer en pie y luchar.
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Sus garras se encontraban bañadas en sangre; había cuerpos envolviendo el piso del establecimiento, jamás llegaría la policía a ese lugar, algunas crímenes permanecían impunes, nadie conocía la gravedad de las cosas hasta que miraban el charco de líquido vital en un suelo sucio, a nadie le importaba nada hasta que involucraba vidas humanas, las guerras jamás serían conocidas por nadie a no ser por las noticias de fuego cruzado; niños, mujeres, hombres buenos eran asesinados y nadie hacía nada para evitarlo. ¿Por qué lo harían por personas sumamente inútiles como los de ese bar de tercera? La ley era una idea impura que nadie conocía en su totalidad, tal vez lo que la humanidad creía justo no lo era. La muerte era la única justicia y la venganza lo único que importaba en veces.
Un hombre se acercó de forma rápida, corriendo con una navaja afilada en su mano que intentó clavar en el pecho del Canadiense; Logan solo sonrió y desvió el golpe, los golpes empezaban a llenar el lugar, había varones sensatos corriendo de la pelea al ver todos sus amigos muertos. La cabeza del hombre rodó y aventó el cuerpo decapitado hacia otro hombre el cual se le acercó molesto y gritando con cierta impotencia –el chico era más joven, seguramente era el hijo del recientemente humano asesinado- las lágrimas del joven le llenaban los ojos y el negó con la cabeza. Le dio un golpe en la cabeza que le desmayó, jamás debieron ir a ese bar si querían evitar una tragedia, ellos se lo habían buscado. Mato al joven. Cada pelea era más brutal que la anterior, había cabezas rodando, varias personas gritando por sus extremidades cortadas, chorros de sangre les llenaban la cara y su respiración era entrecortada. Wolverine siguió, no paro ni un segundo, la gente le pedía piedad y él no se las dio, era una bestia, no sentía piedad por nadie, eso sería tener lastima a alguien y el jamás subestimaría a un hombre y menos armado.
Los golpes pararon, habían pocos hombres a su alrededor y muchos muertos, estaba lleno de sangre desde su rostro hasta sus botas, negó con la cabeza y prendió un cigarrillo de forma hipócrita, miró a los hombres y después escupió en el suelo irrespetuosamente -¡Vamos! ¿Ya acabaron?- dijo el pelinegro mirando a todos de forma desafiante, sus garras se habían escondido en su dorso y solo estaba el recuerdo en la cabeza de los maleantes, todos se veían dispuestos a pelear, pero con cierta incertidumbre de que pasaría si lo hacen.
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LeBeau empleó lo que le quedaban de fuerzas para luchar hasta el cansancio. Sin ceder, sin rendirse, aguantando cada golpe recibido y devolviéndolo mucho más fuerte, fue haciendo que los rivales atacaran con menos frecuencia. Quienes pretendían asesinar a Logan comenzaban a huir y muchos de los que estaban atendiendo a Remy, se lo comenzaban a pensar, solo debían voltear a ver el barullo con el otro mutante para huir despavoridos.
Finalmente, girando el palo de billar en el aire, golpeó dos veces seguidas a su último contrincante, en la mandíbula. Este cayó inconsciente e hizo que los diez que quedaban a su alrededor, se alejaran pausadamente, unos se apartaron pero permanecieron allí, latentes. Otros simplemente se largaron del bar. A su lado, observó a Logan, bañado literalmente en sangre. Su pecho agitado subía y bajaba, el aire le faltaba y el sudo empapaba su cuerpo. Apenas tenía un poco de sangre en las mangas de la gabardina por algún poderoso golpe asestado en el rostro de un contrincante, pero lo de Wolverine simplemente era demasiado. —¿Logan?— inquirió sin acercarse, en tal estado de excitación y adrenalina, el mutante podía reaccionar de cualquier manera y los diez metros que los separaran podían ser vitales dependiendo la reacción.
Dejó caer el palo de billar en el suelo, tirándolo a un lado y volteó a ver donde estaba el cantinero al que de la nada, había apodado Tim. Quería, o mejor dicho, necesitaba un trago. Nada como beber luego de una batalla. Sus prioridades en la vida eran escasas: follar, beber, robar y pelear. Podía incluir fumar, pero lo cierto era que aquel vicio era eso... un vicio. Y hacía rato había dejado de ser placentero. Su compañero aun no reaccionaba, quizás necesitaba unos momentos para procesar y asimilar todo o para volver en sí, a él le daba igual, le daría su espacio. No obstante, volvió a sentarse en el taburete de la barra en el que estaba sentado antes y lo hizo del mismo modo, como si nada hubiera sucedido. Golpeo con un puño, suavemente la madera del local. —Mi ron con cola Tim!— demandó y dio un prolongado suspiro de cansancio. Que nochecita le tocó vivir en Nueva York. Comenzaba a caer en la cuenta de que ya no estaba en Nueva Orleans y aquello, por primera vez en semanas, le alegraba.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Unas pocas personas quedaban y dejó que Gambit se encargara, varones estaban corriendo despavoridos de los mutantes y la verdad era que no los culpaba, en esos momentos estaba demasiado irritable. Se acercó al bar con su compañero, el único al que podía llamar realmente “amigo” aunque no lo fuera. Y pidió otra botella de vodka, quería seguir con lo que se propuso sin que le distrajeran maleantes. Miró a su compañero quien se veía cansado y negó con la cabeza –Ni una sola palabra Remy, sé que soy un animal, no necesito que me lo digan más personas ¿vale? Mientras menos sepas de mí, mejor- dijo mientras sacaba un cigarrillo y empezaba a fumar, no le importaba su alrededor, esa noche solo estaban su colega y el bebiendo unas copas y procurando emborracharse sin importar que pasase mañana.
La bebida le caía en la garganta mientras le quemaba las entrañas, era alcohol puro, o al menos sentía como si así lo fuera, no deseaba pelear más, pero su vida dependía del respeto –o el miedo- que le tenían las demás personas. Wolverine era conocido tanto ahí como en otros países: Japón, Canadá, entre otros sabían de la ferocidad del mutante y sus sangre fría al llevar a cabo un trabajo cualquiera, y la verdad, estaba listo para hacerlo de nuevo, ganar dinero a costa de engaños y de asesinatos era con lo que había crecido. Su hermano Victor igual era alguien que no le importaba la humanidad pero eran diferentes, de alguna forma u otra lo eran –Salud compañero-
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
El olor al tabaco encendido que expulsaba Logan con su nuevo cigarro, comenzó a invadir el ambiente, que se tornaba frío y sombrío con cada segundo que transcurría. Parecía set de película aquel bar, en el estado que lo habían dejado. Muchas sillas estaban partidas, destrozadas, por impactos, por haber sido empleado como armas y las que no, estaban por lo menos volcadas. Muchas mesas, igual de rotas o tiradas, los palos de billar partidos, excepto el que Remy había empleado como bo. Por su parte, el suelo estaba bañado en sangre y en una pared se encontraba el boquete de destrucción que había dejado su carta detonante.
El cantinero temblaba de pies a cabeza y apenas balbuceaba. Pero probablemente no se marchaba por temor a que lo maten. Remy suspiró cuando le entregó su trago, no sin alejarse rápidamente al instante. Llevó el vaso a sus labios y luego de tragar el líquido suspiró resignado. —Cálmate Tim, vamos a pagarte por los daños y no pensamos matarte...— anunció el de Nueva Orleans, con un descaro increíble y a sabiendas de que aquello no calmaría al dueño. No pensaba darle un centavo, el seguro se lo cubriría. Por otra parte, era honesto al decir que no lo matarían, a menos que hiciera enfadar a Logan.
—¿Y por qué nos toca brindar esta noche camarada?— preguntó el joven mientras elevaba su vaso en señal de brindis y miraba de reojo a su amigo, notándolo empapado en sangre, debía sentirse cuanto menos incómodo. Eso claro, si no estaba acostumbrado a esas alturas.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
El cigarrillo estaba a punto de extinguirse completamente, el humo denso había cesado dejando por el uno más transparente pero más letal, lo último siempre era lo más dañino pero a Wolverine no le interesaba, el fumaba por el gusto al sabor, no por otra cosa, necesitaba fumar para calmarse. Su respiración jadeante había acabado, estaba completamente en calma, y así, bebió directamente de la botella del licor transparente. Sentía como el líquido quemaba todo a su paso hasta llegar al estómago donde su última parada sería la cabeza del canadiense, donde intentaría emborracharlo y eso era la meta del pelinegro, estaba cansado de recordar todo lo que había pasado en Nueva York, estaba tan dispuesto a irse de ese lugar y regresar a sus orígenes. Canadá, las montañas nevadas y los bosques cetrinos eran su hogar, los mares de ciudad eran demasiado conflictivos para el hombre, y Logan estaba cansado de luchar sin ninguna causa. Siguió bebiendo, mirando sus recuerdos e ignorando completamente el lugar mugriento y despiadado.
-Esto no es para mí, Gambit- observó Wolverine mientras el frasco brebaje se inclinaba para que el líquido fuera directamente a la boca del pelinegro –nada me detenía antes pero… no sé, siento que algo ha cambiado, ya no es lo mismo y no, no por mi edad- se expresó prendiendo otro cigarrillo y llevándoselo a los labios los cuales habían parado de moverse, no emitía ningún sonido, estaba cansado de ese día y no único que deseaba era emprender un viaje lejos de cualquier enemigo, perderse, no volver a sacar sus garras, pero todos tenían un camino que debían seguir y ahora el e encontraba perdido, siempre lo había estado, desde Rose hasta Mariko se sentía vacío y llenaba el hueco con alcohol. Le dio otro trago a la botella, ya sentía el mareo, pero no era suficiente. Su semblante era frío pero no era así; hace poco lo había descubierto, y no fue de la manera que esperaba.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Desde que recibió su ron con cola, el dueño del bar desapareció. Sin que ninguno de los dos le prestara real atención, debió haber aprovechado para escaparse y huir. Remy pasaba de eso, pero tampoco quería que llamara a la policía, le apetecía descansar un rato antes de huir de la ley nuevamente. Se incorporó en su asiento y estiró la mano para tomar el mismo, una botella de licor de donde el viejo las guardaba. Sin tomar un vaso, la destapó y bebió nuevamente de ella. La botella se encontraba por la mitad y de un sorbo la dejó en un cuarto. —Esa fue por mi hogar, el verdadero... Nueva Orleans...— dijo mostrándose algo amargado, mientras reparaba que estaba junto a su compañero de trabajo y volteó a verlo. —¿Tú de dónde eres? ¿Tienes hogar?— inquirió el mutante, consciente que ya había comenzado a emborracharse, le faltaba para estar en un plano inconsciente, pero si ya estaba desinhibido.
Sin embargo, se encontró sorprendido y descolocado en cuanto Logan retomó la voz y la conversación. Lo miró de reojo, mientras bebía de la botella nuevamente. —No entiendo, ¿qué no es para ti?— inquirió desconcertado ¿Se refería a matar? Era él quien elegía ser tan sanguinario, o estaba en su naturaleza, no lo sabía precisamente a ciencia cierta. —Quizás sea que ya no tienes motivos para... que nada te detenga... o simplemente te aburriste...— propuso el estafador mirando ahora a la nada, pensativo ¿Y él? ¿Tenía él motivos para detenerse? ¿Tenía acaso motivos para una nueva vida? ¿Qué hacía allí? Por momentos lo olvidaba...
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Ladeó la botella y dejó que el licor callera en su boca llenándola del sabor tan característico. El alcohol recorría su tráquea hasta llegar al estómago quemándole por una falta de alimento, suspiró dejando salir el aliento tan cargado de hedor por el toxico. Empezaba a sentir como su cabeza daba vueltas, no podía pensar de forma clara, solo quería seguir bebiendo y revivir sus múltiples recuerdos. El castaño jamás había sido feliz realmente, siempre llegaba la hora de perder a lo que más deseaba y quería, por eso desde hace tiempo no conocía a nadie que le interesara de verdad, sabía cómo acababan las cosas. La chica pelirroja que el varón había conocido encendió una llama en su interior que nadie se había atrevido a tocar, la vida no había sido simple pero parecía con ella que cualquier cosa podría pasar desapercibida, pero con ella. En pocos segundos el Lobo se había quedado maravillado y perdido en sus ojos, que iluso era.
-No lo sé Gambit, no me gusta matar, pero es como luchar contra mi naturaleza, no controlo mis instintos y en veces me da miedo que algo más pueda pasar. Soy demasiado fuerte, y créeme que han intentado matarme pero no han podido… Mate a mis padres- prendió un habano mientras la sombra envolvía el cuerpo inerte del canadiense, estaba envuelto en una lúgubre tristeza que no podía contener.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
—Los bosques canadienses... hace medio siglo. Pues no se te nota la edad debo decir ¿Propiedad de tu recuperación acelerada?— inquirió el castaño al notarlo triste, perdido, ensimismado. A la par que pensaba en no preguntar por qué la mató, si la amaba. Pero necesitaba saberlo y el alcohol en su sangre hacía mella en él. —¿Por qué la mataste?— inquirió finalmente, lúgubre, rompiendo con un silencio mordaz y asesino.
El silencio descomunal regresó. Parecía como si la tensión de estar zumbidos en el mismo, afectar a Remy. No era un silencio calmo, meditabundo, ensimismado, donde ambos estaban muy adentrados en sus propios pensamientos como para hablar. Más bien, era ausencia de sonido antes que silencio, era anormal. Así y todo, Remy acabó vaciando el licor de la botella y la tiro para atrás, de espaldas sin ver a donde caía. El cristal estalló en el cielo chirriante y se esparció por el parqué mugroso del local ya en ruinas.
—Al menos los conociste...— siseo irónico y burlón, con evidente amargura y tristeza en su voz. Hacía tiempo que tenía superado el abandono de sus padres, nunca los conoció ni supo nada de ellos. Pero hay marcas, historias, que jamás se borran, siempre permanecen y hay que aprender a vivir con ello. —Yo creo que también los hubiera asesinado, simplemente no tuve la chance. Me abandonaron nada más nacer, ¿sabes? No sé si los culpo...— le contó con mayor amargura pero honesto a su vez, mientras una mano tanteaba, estirándose, en busca de más alcohol.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Miró al chico mientras le contaba lo de sus padres. Él tampoco los recordaba, su madre le odiaba por ser lo que era, pero no importaba, era una ramera que engaño a su padre con el sirviente; que resultó ser su verdadero padre, aun recordaba su nombre pero jamás lo había vuelto a pronunciar. Logan escucho todas sus palabras, ¿estaban destinados los de su especie a sufrir tanto? Tal vez venía en su genética ser traicionados o abandonados; todos los miraban como unos simples fenómenos que no sentían por tener poderes sobrenaturales, pero algunos sentían más que cualquier humano –Tal vez fue mejor así Remy, y sabes que si los hubieras querido ver, si los necesitaste, pero eso a nosotros nos hace más fuertes. Los mutantes nacimos para sufrir y sobrevivir a cualquier cosa, por eso tenemos estos poderes que nadie más tiene. Pero no, yo nunca los quise matar- miró al suelo – a mi padre lo mate de coraje y mi madre se suicidó al saber que era en verdad, al verme convertido en lo que soy, una maldita bestia-
El canadiense siguió bebiendo sin prestar atención al mórbido y lúgubre silencio que se formaba después de que sus palabras sonaran hasta las remotas orillas del establecimiento. Estaban solos, bebiendo, hablando de cosas que jamás pensó que hablaría con nadie, pero ciertamente tenía peores anécdotas que se guardaría probablemente hasta el día de su muerte –siempre llegará esa persona que nos haga sentir mejor, no te preocupes- musitó mirándolo y dándole unas palmadas en la espalda con cierta brusquedad. Recordó a su esposa y negó con la cabeza, ladeando la botella y dejando que el licor hiciera su recorrido y después su trabajo. Después la pelirroja llegó a su cabeza.
Re: Nunca sabes cuando el adiós es para siempre... por eso siempre digo hasta luego...
Llevó nuevamente la botella a sus labios resignado y dio -largo y tendido- un gran sorbo a la bebida. Mientras tanto reflexionaba que no es que en verdad detestara a sus engendradores, sus padres biológicos. Él era quien era, en cierto modo gracias a ellos, porque de no ser por su abandono, jamás hubiera acabado siendo un ladrón, jamás su vanidad le habría llevado a intentar robarle al mismo Jean-Luc LeBeau y así acabar siendo adoptado por el mismísimo líder del gremio de ladrones en Nueva Orleans. —Hubo quienes reemplazaron su lugar, pero si, admito que habría sido lindo, al menos saber quien demonios eran, si estaban vivos o muertos, si se drogaban o no, si eran activistas ecológicos, panteras negras o unos simples malditos hijos de puta...— expresó con resentimiento en su voz, uno que no comprendió uno que llevó a la decisión de ahogar nuevamente las penas y beber de nuevo. Su borrachera lentamente incrementaba.
Lo miró de lado, mientras todo su cuerpo se sacudía bajo las palmadas que recibió por parte del lupino. Remy se esforzó en sonreírle consiguiendo hacerlo de una manera decente. Pero quedó ciertamente desconcertado. —¿Llegará? Yo no tengo todo el tiempo del mundo como tu, Logan, para ser honestos. Aunque no es que me preocupe, ya sabes, soy más de una noche que de varias...— comentó riendo entre dientes e invitando a su compañero lobuno a continuar con la conversación. No quería él ser el primero en comentar su más reciente desgracia con Belladona.
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