El cielo se había teñido de negro junto con ello pequeñas estrellas y el suave resplandor de la Luna iluminaban los alrededores de la Academia. La Academia era un lugar especial, sagrado para algunos, maldito para otros, para Charlie era como un lugar lleno de sorpresas pues no podía decir que lo consideraba como un segundo hogar, ella ya tenía su hogar, su hogar era con la Señora McDuffie, gracias a ella había tenido las carencias que siempre le hicieron falta de niña, no, no hablo de materiales, hablo de las sentimentales, ¿Cuántas veces no necesito un abrazo?, un beso, palabras de aliento, todo eso era lo que necesitaba, era una chica con una vida dura que apenas estaba descubriendo lo que en realidad era la vida. La vida real.

Se revolvió en su cama, nuevamente Morfeo se había negado en abrir sus brazos hacía ella, suspiro un tanto estresada por aquello mirando el techo, nuevamente las ideas sobre sus orígenes inundaban su mente, ¿Y sí sus padres biológicos también eran como ella? ¿Y si en realidad experimentaron con ella cuando era bebé? ¿Habrá alguna forma de detener lo que era y poder tener una vida normal? Su mente era como una metralleta, bombardeando preguntas y preguntas hasta llegar a desesperarle, se levanto de su cama de golpe. ¿Donde podría encontrar respuestas a todas sus preguntas? ¿Dónde? Piensa Charlotte, ¿Quién es tan sabio como para tener respuesta a la mayoría de las cosas? Claro, ni más ni menos que el fundador de este lugar… Charles Xavier y es que ¿Cómo nunca lo pensó?

Se levanto lentamente de su cama cuidando no despertar a sus amigas quienes dormían plácidamente, suertudas, fue lo único que pensó Charlie al verles, se coloco unas pantuflas y camino esquivando todo obstáculo que tenía enfrente evitando crear un alboroto, al llegar a la puerta la abrió pero un maldito rechinido salió de ella aun principio paro e intento abrirla más lento pero el rechinido seguía, esbozo una de sus tantas muecas, mientras trataba de salir. Una vez que logro salir de su habitación comenzó a ir hacía su principal objetivo… la oficina de Charles.

Tan pronto como la noche cayó, cubriendo el cielo oscuro de un negro infinito, Jean se metió en la cama, fingiendo que dormía plácidamente cuando en realidad, se conformaba con observar el techo del catre de arriba, escuchando la rítmica respiración de Kitty y las palabras que susurraba entre sueño y sueño. La pelirroja entrecerró los ojos un poco, tratando de conciliar algo del descanso que siempre llegaba al hacerlo, sin embargo, escuchó un leve ruido venir de uno de los camarotes. Giró la cabeza, tratando de vislumbrar en la oscuridad lo qué se movía. Le fue incapaz hasta el momento en que la puerta se entreabrió un poco, permitiéndole discernir la figura de Charlie. Jean se colocó en pie, más bien, levitó sobre la cama, usando sus poderes para no generar ningún ruido.

Se movió hacia adelante, entreabriendo la puerta para observar a Charlie que iba en una dirección que ella ya conocía. ¿Tenía problemas para dormir? Sí era así, ¿por qué no la había despertado? Jean Grey frunció el ceño, volviendo hacia el catre donde la castaña seguía durmiendo plácidamente y a quién llamó repetitivamente. ─Kitty, Kitty, despierta. ─La tocó suavamente en el hombro, intentando levantarla de la forma más calma posible. Al ver que la chica se negaba a abrir los ojos, la pelirroja volvió a usar sus poderes para sacarla de la cama, lo que hacía que la chica estuviese, al igual que ella, levitando. ─Vamos, Kitty, qué Charlie quiere hacer cosas malas. ─Dijo con un tono jocoso, zarandeándola otra vez.

Su pecho se movía de manera calmada al ritmo que su profunda  respiración marcaba. Ambas manos se encontraban unidas bajo la almohada y su cabeza situada de lado sobre ésta. Estaba completa y profundamente dormida, de tal modo que ni un terremoto hubiera sido capaz de alterar lo más mínimo su sueño. El edredón tapaba todo su cuerpo y su melena castaña cubría gran parte de su cara. Ni si quiera estaba soñando, tan sólo dormía, sin pensar nada, con la mente totalmente vacía, lo cual le trasmitía una profunda tranquilidad que agradecería al día siguiente. O que hubiera agradecido de no ser porque una de sus compañeras de dormitorio, Charlie, había decidido hacer un paseo nocturno por la Mansión en la que ambas vivían. Hubiera sido un dato anecdótico que Charlie podría contar a la mañana siguiente si Jean Grey, una de las otras compañeras, no tuviera el sueño poco profundo y no hubiera pensado que lo mejor sería frenar los pies inquietos de su curiosa compañera.

Una voz familiar rompió la tranquilidad de la noche y las manos de la chica sobre su hombro propiciaron a que la joven despertara. – Cinco minutos más. – Se giró sobre sí misma, quedando en dirección opuesta a la que se encontraba cuando Jean intentó despertarla. Apretó la almohada entre sus manos, pero aquello no sirvió de mucho, pues ahora se encontraba levitando. Sin pensarlo si quiera, y cómo método de autodefensa, lanzó la almohada directa contra la cara de Jean. - ¡Qué quiero dormir! – Dijo subiendo el tono de voz e intentando caer de aquello que Jean estaba ejerciendo sobre su cuerpo. Aún con los ojos cerrados, Kitty luchaba por seguir durmiendo.

Pero todo cambió cuando escuchó las palabras de Jean sobre aquello que Charlie quería hacer. Charlie era rebelde, mientras que Jean era pura responsabilidad. ¿Dónde se encontraba Kitty en aquel momento? En su propia lucha por saber qué querer hacer y qué querer ser. Abrió  los ojos de par en par y consiguió zafarse de Jean atravesando la cama en la que dormía hasta caer en la que la pelirroja había dejado vacía. Hecho esto, optó por salir corriendo por la puerta, atravesando a Jean por el camino y haciendo lo mismo con la puerta. Esperó a que la pelirroja saliera y se giró para hablar con ella. - ¿A dónde crees que va?

Los pasillos de la academia eran silenciosos, era extraño verlos de noche cuando de día están completamente repletos por estudiantes, incluso daban un poco de escalofríos pero Charlie era una chica valiente, por lo que siguió caminando sin titubear, camino buscando la gran puerta de madera que cubría la oficina de Charles, escucho un pequeño ruido y se detuvo buscando de donde provenía, si era de un profesor seguramente estaba más que frita, pero aquello solo era una falsa alarma pues no veía nada, siguió su rumbo pero no podía dejar de sentir la presencia de que algo le seguía.

Cuando llego enfrente de la gran puerta de madera, giro la perilla, estaba cerrada, busco dentro del bolsillo un pequeño pasador, bingo, lo saco y comenzó a moverlo dentro de la perilla de la puerta, nuevamente unos de los viejos trucos que había aprendido en el internado le había salvado de un apuro, ¿Quién lo diría? La delincuencia si servía de algo en la vida. Logro entrar lentamente cuando escucho un golpe, suspiro molesta. No era tonta sabía que alguien la estaba siguiendo o alguienes. –Ya… salgan- Dijo, al ver que se trataba de sus dos mejores amigas, si la pelirroja y aquella pequeña castaña, suspiro. -¿Me han estado siguiendo?- Pregunto, alzando una ceja incrédula, sabía que a veces se metía en problemas pero no era para tanto no necesitaba dos niñeras que le cuidasen todo el tiempo, aunque a pesar de eso como quería a esas chicas, las consideraba lo más cercano a una familia.

Antes de que su amiga pelirroja comenzara a regañarle alzo los brazos. –En mi defensa quiero decir que vengo con buenas intenciones, ¿Nunca se han preguntado que habrá dentro de esta oficina? Quiero decir, ¿Qué tal si hay información? Información que nos pueda beneficiar- Apretó sus labios, esperando respuesta de alguna de las dos, aunque sabia que hacía mal irrumpiendo en un lugar donde le era prohibido, pero ¿No es lo prohibido lo más llamativo de la vida?

─No creo que a hacer cosas buenas. ─Murmuró a Kitty, elevándose unos centímetros del suelo para que Charlie no se diera cuenta que la seguían. Jean frunció el ceño luego de ser atravesada por la castaña, no era un sensación muy agradable que digamos, sino como un vacío que le generó cierta incomodidad a medida que seguían a la otra chica pero que luego se desvaneció de la misma forma que vino. Sin embargo, no fue tan eficaz en su escondite cuando tropezó con una de las mesas apostadas en la pared y dejó salir un pequeño murmullo de dolor. ─Vale, que esto es complicado. ─Le dijo a la nada, quejándose del dolor en los dedos de sus pies cuando sintió que Charlie se volvía hacia ellas, encontrándolas con las manos en la masa mientras la seguían.

La pelirroja tenía en la punta de la lengua la amonestación, sin embargo, la joven fue más rápida y le soltó un discurso, que si bien le pareció un poco exagerado, dio en el clavo. La oficina de Charles Xavier tendría un sinfín de secretos relacionados con cada mutante del Instituto y aún más, con los humanos comunes y con la Hermandad. Ella sabía que el hombre debía guardar algo ahí, pero que al mismo tiempo, no estaría a la vista. Era un gran telépata, un genio, si Charlie pensaba encontrar un sobre que dijera Expedientes Secretos en rojo, se equivocaba, seguramente, tendrían que pasar barreras psíquicas y toda esa clase de cosas de máxima seguridad. ─Entiendo lo que quieres decir, Charlie. ¿Pero cómo crees que la vas a encontrar? No va a ser fácil, no las vas a tener fácil, es más, posiblemente ni seas capaz de encontrar una sola pista. Estamos hablado del Profesor, no de cualquier otro alumno. ─Dijo Jean, tratando de que sus palabras hicieran entrar en razón a la chica, pero a la final, sabía que muy probablemente, Charlie no le haría caso y la instara a continuar en la búsqueda. Por eso, trato de conseguir ayuda en Kitty. ─ ¿Verdad que tengo razón, Kitty?

Tras pasar a través de la pelirroja y salir al pasillo, Kitty frenó en seco para mirar de un lado a otro. No había una norma en aquella escuela que no les permitiera salir en mitad de la noche a investigar por los pasillos. Quizá si había una norma sobre colarse en habitaciones ajenas en plena madrugada, pero como Kitty tenía una memoria selectiva, lo más probable sería que no recordara eso. ¿Acaso Char iba a la habitación de alguien? ¿Jean no había llegado a pensar que quizá sólo tenía hambre y fuera a por un vaso de leche? En ocasiones Jean podía llegar a ser controladora, pero el cien por cien de las veces acertaba cuando alguien iba a meterse en problemas. – A lo mejor tiene que… Es una mujer lobo y va a aullar a la luna llena. – Bromeó. Sabía que los hombres lobo no existían, por mucho que aparecieran repetidas veces en la literatura. ¡Qué tenía dieciséis años, ya no era una niña ingenua que creía en vampiros y fantasmas! – Yo que sé. – Farfulló antes de ir tras Jean para ver dónde se iba a meter Charlie.

Ambas no tardaron en darse de bruces, no literalmente, con Charlie, la cual no dudó en echar en cara que ambas la estaban siguiendo. – No, no, Jean es sonámbula y yo creía que podía caerse por las escaleras y… - Miró hacia el techo en busca de una escusa mejor, pero la primera ya había comenzado a brotar de sus labios. Una escusa poco creíble, teniendo en cuenta que Jean contestó a la acusación de Charlie sin pensárselo dos veces. Por su parte, Kitty permaneció callada situada, en cierto modo, entre dos polos opuestos. Charlie era la rebeldía y osadía, mientras que Jean era la paz y la responsabilidad. Kitty por su parte era… Era Kitty. Ella no podía decidir de qué lado ponerse, pues ambas eran sus amigas y ambas tenían parte de razón. – Claro que llevas razón. – Afirmó la castaña mientras sus pies la guiaban hasta donde se situaba Charlie. Al estar a su altura, se giró sobre sus talones y miró a Jean. – Pero para algo una de nosotras puede atravesar paredes y dos tienen telequinesis… Somos mutantes, podemos hacer mucho más que un simple humano buscando entre papeles, ¿No crees? – Dibujó una inocente sonrisa en los labios y cogió a Charlie de la mano, haciendo que ambas entraran a través de la puerta, la cual estaba levemente abierta gracias al truco de Charlie con la horquilla, de manera que Jean podría entrar sin problemas seguidamente. – Luego nos va a echar la bronca.– Frunció el ceño y miró a Charlie, con un brillo nuevo en sus ojos. Kitty estaba ansiosa por ver qué había allí.  

Poco a poco comenzaron a salir Jean y Kitty de su escondite por un momento Charlie temía que no fueran ellas ya que si era un profesor posiblemente podía haberse metido en grandes problemas y muy, muy severos pero la suerte estaba de su lado y eran sus amigas quienes la seguían esa noche, antes de la chica pelirroja le echara un gran regaño, la chica comenzó a excusar y dando sus ideas, sabía que conseguir información no iba a ser tan fácil, pero al menos debía de intentarlo.

Sabía que lo que decía Jean tenía razón –Generalmente todo lo que dice Jean siempre tiene razón- pero tampoco era tonta seguramente detrás de aquellas paredes se encontraba alguna caja fuerte o algo, no lo sé no podía irse de aquel lugar sin intentarlo, luego de aquel lugar también salió Kitty y cuando escucho la idea de Kitty, Charlie no pudo evitar alzar ambas cejas y sonreír quien lo diría Kitty tenía cierta mente criminal. -¡Esa es mi chica!- Dijo en referencia a lo que había dicho Kitty, tomo la mano de Kitty y ambas atravesaron la puerta la sensación de haberla atravesado era algo incomodo pero se pasaba rápido, abrió la puerta y miro a la pelirroja. –Anda Jean ¿Acaso tu no tienes algunas dudas que resolver?- Pregunto mirando a su amigas la tomo de la mano haciendo que ingresara a la habitación.

Una vez que ingreso a la oficina abrió algunos cajones pero solamente tenían cosas sin sentido, suspiro un poco agobiada de no ver nada interesante cuando un destello llamo su atención, frunció el ceño, provenía detrás del gran cuadro encima del escritorio del profesor, no dudo ni dos segundo y lo hizo levitar lentamente intentando no romperle, y allí estaba una pequeña puertecita. -¡Eh chicas miren lo que encontré- Miro a Kitty. -¿Crees poder meter tu cabeza ahí y ver que hay dentro?- Pregunto curiosa, seguía haciendo que el cuadro levitara cuando un ratón cruzo cerca de los pies de Charlie no pudo evitar pegar un grito y un salto y el cuadro que levitaba cayo al piso rompiéndose el marco. -¡Mierda!- Fue lo único que dijo al ver aquel desastre.

Jean roló los ojos y casi gruñó en voz alta al percatarse de que Kitty también le seguía las aguas a Charlie. No tienen remedio, pensó, viendo al final como la menor de las tres utilizaba su poder para atravesar la pared y encontrarse frente a frente con la oficina del profesor Charles. Sin duda, era mala idea, aunque Jean no podía negar el simple hecho de que también avivaba su curiosidad, quería resolver dudas que tenía en la cabeza, quizás podría encontrar las respuestas a esas preguntas dentro de esa oficina, pero eso implicaría invadir la privacidad de alguien más. Se detuvo un momento delante de la puerta del profesor, que había sido forzada por una hábil Charlie y que se mantenía entreabierta para que ella pudiese ingresar.

─Sigo pensando que es una mala idea. ─Comentó al entrar, justo en el momento en que un cuadro caía a sus pies, totalmente roto y Jean le dedicaba una mirada de amonestación a Charlie que había sido quien la había dejado caer. ─Creo que si vamos a hurgar en la oficina ajena debemos hacerlo con un poco de cuidado. ─Le recordó a la otra joven telequinética, echando para atrás un mechón de pelo que le cayó en la mitad de la frente. La pelirroja usó sus poderes para levantar el desorden, escondiéndolo detrás de uno de los estantes y observó el escondite ─o más bien caja de seguridad que Charls encontró─. Tuvo una idea al observarla y Jean apartó a Charlie hacia un lado. ─Creo que puedo hacerlo sin necesidad de que Kitty meta su cabeza allí. ─La mayor de las jóvenes usó sus poderes para crear un campo telequinético alrededor de las cerraduras, impulsando hacia adelante cada pieza que conformaba el cerrojo de la caja y estos aparecieron frente a ella como si los hubiese desarmado pieza por pieza. ─Ya está. ─Hizo una pausa, mirando a Charlie. ─No quiero ser yo quién lea lo que está adentro, así que sea otra.

La curiosidad mató al gato o eso dicen. Kitty tan sólo esperaba que aquella noche aquella frase no cobrara sentido y el profesor Xavier, u otro de los que podrían pasar por los pasillos, las pillara en mitad de su despacho y cogiendo sus archivos como si la cosa no fuera con ellas. Charlie tendía a meterse en problemas, mientras que Jean jamás estaba cerca de ellos. Por su parte, la pequeña de las tres tendía a meterse en problemas pero no ser pillada, para algo tenía la capacidad de atravesar paredes, ¿No? Pero en aquel momento ni su poder la podría salvar, pues si huía dejando allí a sus compañeras, tendría incluso más problemas posteriormente con ellas. – Venga, Jean. – Puso ojitos de cordero degollado, intentando parecer una niña buena y no tardó en girarse para entrar al interior de la habitación.

El despacho estaba totalmente colocado. Cada papel en su lugar correspondiente, cada libro en su estante asignado. Si hubiera pensado un poco, se habría dado cuenta que el profesor hubiera visto cualquier detalle que en su despacho hubiera variado, aunque fuese mínimo. Pero su cabeza estaba tan pendiente de lo que Charlie buscaba que ni si quiera tuvo tiempo para percatarse de aquello. ¿Qué se le había perdido a Charlie entre aquellos papeles para buscarlos con tanto ahínco? Kitty no tenía grandes curiosidades acerca de los papeles que podría encontrar allí, pues sabía lo que creía necesitar para controlar su poder, conocía su propio pasado y no había nada significativo en él que mereciera mención. Pero… Ella quería saber más. Kitty quería conocer todo lo que fuera posible, siempre lo quería.

La atención de Kitty había acabado en cualquier sitio menos en aquella habitación. Mientras Charlie había dado con una caja fuerte, ella curioseaba en las vitrinas, donde se podían ver antiguas fotos y algún que otro diploma. Todo cambió cuando la voz de Charlie sonó y, al instante, un ruido sordo anunciando la caída de un objeto. – Creo que eso lo van a notar seguro… - Frunció el ceño y miró a Jean, la cual ya había abierto la caja, algo que agradeció, pues sin saber de qué material estaba hecho aquello, corría el riesgo de que las cosas fueran más complicadas y los nervios atacaran de nuevo, impidiendo que fuera intangible en algún momento.

La caja fuerte acabó por abrirse y Kitty miró con curiosidad hacia el interior, esperando a que fuera Charlie quien los cogiera. – Char, ¿Qué buscas exactamente? – Vamos, dudaba que se hubiera colado en un despacho en mitad de la madrugada para ver la fecha de nacimiento de alguno de los compañeros.