Fue en busca de alguna muestra interesante para después analizarla. Su mente prodigiosa no paraba de pensar y al igual que su cuerpo de evolucionar. Era un chico muy inteligente y gracias a esta inteligencia con una muestra de ADN de Raven pudo hacerse su máscara. Le cubría media cara pero era bastante peculiar ya que se ajustaba perfectamente a su rostro y era como si fuera su piel, la textura de la máscara era como tocar la misma piel de un panda, el mejor invento que pudo hacer y por supuesto puso su toque persona con la cruz invertida; el mismo anticristo. La cavidad de los ojos estaba vacía y por supuesto podía ver uno los ojos marrones del chico, con el sol tomaban un color miel bastante peculiar.

Más que recolectar fue un largo paseo por la ciudad y llegó hasta Manhattan a un polígono abandonado donde al parecer estaba vacío. En el polígono pudo ver a lo lejos como en una fábrica, prácticamente desolada, salían varias luces destellantes. Se quedó parado pensando en si sería una cosa paranormal o algún poder mutante. En este mundo ahora te podías encontrar de todo y a Zaneta le quedaba por ver aún las maravillas que iban a ocurrir en un futuro próximo y las nuevas generaciones de mutantes.
Como persona curiosa avanzó hasta la fábrica sin importar el peligro porque estaba muy convencido de que si lo atacaban podría sobrevivir y no morir, para eso estaba su mutación. Si Darwin estuviera vivo le hubiera dado un infarto al ver tal poder mutante, el evolucionismo que tanto trabajó en su teoría podía verlo en un chico extraño que tenía ese poder, evolucionar para sobrevivir.

Cuando estuvo ya allí un destello de luz potente le atacó la vista y por un momento se quedó ciego pero sus ojos evolucionaron creando una lente protectora tipo gafas de sol para poder ver y no quedarse ciego. Se tapó la cabeza como acto reflejo con sus manos y al ver que el peligro pasó al escuchar al chico se levantó lo miró curioso mientras ladeaba la cabeza. Alzó una ceja aunque con su máscara no se podía ver la reacción. ¿Rostro bonito? ¿Mi poder? Pensó mientras se rascaba la barba, empezaba a caerle mal. Se presentó y Zaneta se quedó mirando la mano sin reaccionar. Después miró al chico y le sonrió. – Sí, fui un panda y experimentaron conmigo, ahora tengo cuerpo humano y media cara de panda. – Bromeó al chico sin recibir su mano, quizás fuera un acto de mala educación pero Zaneta no acostumbraba a saludar a los desconocidos.
Sus ojos volvieron a la normalidad y así pudo ver mejor el rostro del chico y su cuerpo sudado, aunque no prestó mucha atención a lo último. – Me llaman Sir Panda, un placer Teo. – Dijo sarcásticamente mientras hacía una reverencia hacia delante. – ¿Tú poder es llamar la atención a 100 kilómetros? – Preguntó mientras miraba cómo había dejado el lugar hecho una mierda. – Interesante. – Volvió a rascarse la barba mientras se quedaba parado observando tal desastre. – Esto es arte y lo demás tontería. -  Soltó una carcajada y después se giró para mirar al otro con curiosidad. – ¿Te gusta mostrar tus perfectos abdominales a los desconocidos? – Se acercó más a él y se levantó un poco la camiseta. – Ves, yo también tengo.

El chico no puso interés en sus abdominales y eso le causó curiosidad y una sonrisa traviesa tras la máscara. Se bajó y escuchó la teoría que había dado hacia su poder. – Se le puede llamar así. – Respondió mientras se encogía de hombros observando con atención como destruía más cosas, era un chico caótico al parecer.
Se cruzó de brazos escuchando el significado de su poder y asintió con la cabeza en modo de comprensión. Era divertido, más de lo que pensaba Zan, le encontró cierto gusto al chico en su forma de expresarse y en lo sincero que sonaban sus palabras. A lo lejos vio como se marchaba y se le quedó mirando mientras ladeaba la cabeza hacia un lado. Le atrajo más el sarcasmo final, sí eso le atrajo definitivamente ya que sus orejas -de la máscara- se movieron como si tuvieran vida propia. Sorprendido se acercó al muchacho tras su pregunta mientras sus manos se escondían en cada bolsillo de su pantalón.

Se acercó hasta el borde del acantilado y miró al vació mientras sus memorias revivían algo que no le gustó, uno de sus dos suicidios en toda su vida, quizás el primero, ¿o era el segundo?, verdaderamente no se acordaba. Miró al muchacho soltando un suspiro. – Me gustaría haber tenido tu poder antes, aunque ahora me conformo con el mío, he apreciado lo verdaderamente importante que es. – Comentó mirando al horizonte. – Me caes bien… y a mí tampoco me gusta comparar físicos, lo encuentro una absurdez. – Sonrió. Lo dijo como si fuera a ser una despedida -aunque estaba en un estado normal- para siempre aunque no iba ser así.
Tras terminar su frase se dejó caer al vacío dejando sus manos libres y cerró los ojos sintiendo como el aire le azotaba cada vez más fuerte al cuerpo. ¿Qué iba a ser esta vez?¿Le brotarían alas?¿Su cuerpo se volvería resistente a la caída y no sufriría ninguna lesión, en cambio el suelo sí?¿O simplemente se volvería gelatinoso y después volvería a su estado sólido? Múltiples opciones habían pero solamente una realizaría su cuerpo para evolucionar y no morir con los sesos esparcidos por el suelo.

Estaba dispuesto a dejarse fundir con el suelo a sabiendas de que sobrevivirá y justo cuando su cuerpo se iba a volver gelatinoso cual masa asquerosa y pegajosa, algo lo agarró. Abrazo por la misma esperanza ascendió hacia tierra firme antes de que su cuerpo se transformara, la energía que soltaba no le provocaba daño así que su cuerpo se mantuvo en un estado normal. Pisó tierra y suspiró. Este chico supuestamente le había salvado la vida, por alguna razón se sintió por primera vez seguro en los brazos de Teo. Abrió poco a poco viendo lo cerca que estaba del muchacho y la forma en la que lo abrazaba, como si no quisiera perderle. Sonrió feliz y después negó un poco con la cabeza, este chico le sorprendía cada vez más, ¿dónde estaría cuando en su momento más frágil en su vida iba a ocurrir, suicidándose por un puente? Quizás él era la respuesta de seguir viviendo y no desperdiciar de ese modo su vida ya que ahora con lo que le contaba se identificaba un poco con él. – Yo tampoco tengo a nadie y ya pasé una vez por esto, la pena es que sobreviví. – Comentó al otro mirando de nuevo al acantilado.

Se giró y vio al chico ahí tumbado en el pasto. Le acompañó tumbándose a su lado y se quedó mirando el cielo nuboso. – Tal vez. – Contestó a su pregunta mientras reflexionaba sobre todo lo ocurrido. Su compañero en cambio optó por darse una pequeña siesta y Zaneta por mirar a la nada y pensar. Pensó en que este chico podría ser su punto de esperanza y apoyo en este mundo dejando su personalidad pasota de todo el mundo y centrarse más en lo que quería… pero, ¿qué quería realmente? Su madre lo abandonó prácticamente al igual que su padre cuando tuvo cierta edad. No era un chico que soñase ser médico de mayor o cualquier otra profesión, no veía futuro, sólo veía negrura en su camino. Cuando se unió a los Renegados encontró su sitio ideal y la comodidad que necesitaba, rechazado por la sociedad como sus compañeros, era el sitio perfecto para vivir. Su personalidad dio un cambio radical al igual que su aspecto volviéndose más apuesto y mejor visto hacia los demás, pero claro, cuando era un bicho raro todos le rechazaban. Irónico, sarcástico, un panda con humor y con sus propias reglas, completamente temerario y sin miedo a nada, así cambió por completo dejando el chico asustadizo y tímido atrás.

Miró a su compañero después de pensar, ¿salvar a las personar, salvar a los mutantes? Realmente no le importaba ni uno ni lo otro, se mantenía al margen de esto como los Renegados. No le importaba nada, sinceramente, pero ahora que veía a Teo quizás si encontró una manera en la cual luchar y proteger lo que realmente importaba conservar en este mundo, ese chico que había conocido sólo hace unos minutos pero que ya le había tocado su parte sensible que permanecía muy oculta allí… en el fondo de su corazón, esos sentimientos que lo hacían ser humano.

La noche estaba cayendo y el viento empezó a azotar muy fuerte. – Se acerca una tormenta. – Comentó Zaneta mientras se levantaba y estiraba su cuerpo. A lo lejos, en las nubes oscuras, se podía ver como se formaban los relámpagos. Esbozó una sonrisa y cogió a su compañero en brazos al ver que no reaccionaba con los puntapiés que le dio en las costillas. – Espero que no peses mucho… vale, ¿para qué habré hablado? – Lo cogió fuerte en sus brazos para que no cayera y le costó, pesaba. – Quizás no deberías hacer tanto ejercicio, chico. – Comentó sabiendo que estaba el otro dormido. Su cuerpo se adaptó al peso de Teo otorgando a Zan más fuerza de la que tenía, así pudo llevar sin problemas al chico hacia su “casa”. – Mucho mejor, bendita sea mi mutación, jódete Jesucristo. – Soltó una fuerte carcajada y se puso en marcha.

Se lo llevó a la base de los Renegados con cautela para que no le vieran, aunque por mucho que quisiera ir por las sombras le vieron y preguntaron por el chico, Zan se excusó diciendo que era parte de un experimento y así se libró. Las alcantarillas no era un lugar muy acogedor para vivir, pero tenían cuartos y en esos cuartos se estaba medianamente bien, habían logrado disimular un poco el olor a peste y hacer su pequeño espacio propio acogedor. Tumbó a Teo en un colchón con sábanas limpias, ahí es donde dormía Zan, y después lo tapó un poco. – Duerme pequeño, yo vigilaré tus espaldas, te debo una supongo, me has salvado la vida, bueno… exactamente no porque podía haber sobrevivido, pero bueno, te hiciste el héroe y eso es lo que cuenta. – Sonrió el panda y cogió un libro sobre medicina y empezó a leer apagando antes la vela dejando así el habitáculo a oscuras, sus ojos se adaptaron a la oscuridad y consiguió leer, con algo de dificultad, el libro.

El tiempo pasó al igual que las hojas del libro. Escuchó al chico como se removía en la cama, notó como sudaba y según si aspecto, no se le veía muy bien, ¿una pesadilla quizás? Justo iba a despertarlo cuando se levantó él. Zaneta dio un paso atrás como reacción por ese pequeño susto. – No estás solo. – Encendió una vela dejando el lugar más iluminado. – Estás en mi habitación o casa, por así llamarlo. – Añadió. – Te has quedado dormido bello durmiente, te traje aquí porque se acercaba una tormenta, esas tormentas típicas de verano. Y bueno, ya sabes que por las noches no es un lugar seguro Nueva York. – Se acercó un poco más a él dejando la vela a un lado. – ¿Tienes hambre? ¿Quieres que vaya a por algo de comer? – Preguntó al chico. – Puedes quedarte aquí si quieres hasta mañana, pero te advierto, no salgas de aquí sin mí… es peligroso. – Dijo más serio. En realidad no sabía si Teo era un mutante enemigo o aliado, pero lo que sí sabía es que no pertenecía a los Renegados, La Hermandad o los del Instituto de Xavier no eran bienvenido aquí.
Bueno, también podemos dar un paseo por la ciudad, saltarnos las reglas y divertirnos. – Sonrió el panda, era una idea que le agradaba demasiado, ahora que tenía compañía juvenil sería entretenido hacer un poco de maldades por la ciudad de noche.

Se apoyó en la pared con el libro de biología mientras miraba al otro, ¿estaba rezando? Se preguntó al verle de rodillas, se encogió de hombros y siguió un poco con su lectura escuchando al otro. – Sí, yo también odio ciertos episodios, por ejemplo el último que han sacado de Star Trek, me esperaba más. – Dijo sin saber a lo que se refería el otro por eso mismo contestó con eso, con cierta broma claro.
Alzó una ceja al ver que entraba Alana, una chica muy maja pero a la vez muy promiscua. Zaneta le sonrío feliz al ver que le traía los libros que pidió. – Oh, muchas gracias. – Dijo acercándose a donde estaban mientras los observaba con gusto sin atender a las acciones que estaban haciendo esos dos pero sí escuchando sus palabras. – Siempre igual, pitufa. – Comentó Zaneta a modo de despedida cuando la otra se largó. Dejó los libros allí y miró a Teo. – No te asustes, siempre es así. Lo intenta con varios, conmigo aún no lo ha conseguido, se ha resignado. Se la puede llamar la prostituta de los Renegados. – Sonrió ampliamente pero al escuchar su comentario se le borró la sonrisa ya que se quedó estupefacto.
Era curioso para Zaneta conocer a un chico por primera vez que no le atraían las chicas, según la biología era una cosa de sus genes lo de la homosexualidad, según la religión era una enfermedad que se podía curar… pero claro, Zaneta no creía en ninguna religión sólo en él.

Interesante, ¿los hombres te gustan más que las mujeres? – Pregunté fascinado observando como se le acercaba más. El toque de la mejilla le sorprendió de nuevo pero se dejó, su piel se erizó y su cuerpo tembló un poco al sentir un escalofrío ¿Qué eran estas sensaciones que sentía? No tenía idea. Dirigió su mirada viendo cómo se sentaba en la cama y rascaba el pecho, no puso mucho interés en lo último. ¿WTF? Este chico… ¿Le estaba tirando los tejos? – ¿Estás intentando ligar conmigo, muchacho? – Preguntó por su comentario de lindo. Pero al parecer esta situación cambió al verse tumbado en su cama encima del otro y recibiendo un beso, su primer beso encima, era extraño pero gustoso saborear los labios ajenos.
El panda se relamió los labios y miró al otro la cara de tomate que tenía, se había ruborizado demasiado por este beso y era normal una reacción así, Zaneta tenía un leve sonrojo y lo bueno es que no se le veía por la máscara. – Uoh, creo que estás yendo muy rápido con nuestra relación. – Comentó mientras su cuerpo comenzaba a sudar por el calor que estaba sintiendo más el calor del otro, su camiseta ya estaba llena del sudor procedente del pecho de Teo.

Suspiró el panda y se hizo a un lado. – Creo que se ha formado un ambiente de tensión y está claro que me resultas curioso y me atraes. ¿Pero no es muy pronto para tener sexo? Pregunto solo, no sé si es eso lo que quieres pero al ver esto, es lo más… que se asemeja. – Se levantó y se quitó la camiseta sudada dejando su cuerpo al descubierto. Dejó la camiseta en una esquina del habitáculo y después se giró mirando al otro.
Estaba confuso, nunca había tenido una atracción así por otra persona y ni siquiera por un hombre, pero el otro tenía algo que le llamaba la atención y no era su físico ni su aspecto en sí, su personalidad y su forma de ser… eso quizás era. – Quizás no sea pronto. – Dijo pensando lo del sexo. – Nunca he experimentado esto y siento curiosidad. – Añadió desabrochándose los pantalones mientras estos caían. Se quitó los zapatos y se quedó más cómodo con la ropa interior. Por supuesto no dejó de mirar a Teo en todo momento, era interesante ver sus reacciones. – Quizás estoy siendo muy precipitado, que frustración. – Se llevó una mano a la cintura y otra a la cabeza para rascarse el pelo de la máscara. Estaba hecho un lío ahora mismo.

El panda aún seguía pensando si era una buenas idea esto pero es que en realidad tenía ganas porque su entrepierna lo pedía pero otra parte estaba sus principios o algo así y más bien lo que le importaba. Perder algo así con alguien que lo acababa de conocer unos minutos no era del todo bonito, tampoco buscaba algo romántico porque realmente no creía en el amor. Era algo extraño sí y las hormonas no ayudaban. Se ajustó el calzoncillo que llevaba puesto mientras con la mano desocupada se rascaba la cabeza mediando sobre esto pero al parecer no había alternativa al ver como Teo en su momento más vergonzoso cambió a ser todo un león. Era extraño verlo cambiar tan rápido de pensamiento o más de su forma de ser. Zaneta tuvo que corresponder el beso con rapidez porque el otro le pilló de improvisto. Sí que era toda una fiera al sentir cómo las manos del otro agarraban fuerte el trasero del panda, éste alzó una ceja mientras abría los ojos al notar lo posesivo que estaba el otro. Se quedó besándolo pero sin agarrarle de ningún lado, con sus brazos muertos sin reaccionar. No sentía la necesidad de cogerle o algo además… ¿Dónde debía agarrarle? Nunc antes había dado un beso o sea que estaba perdido.

Su comentario era cierto, ambos se gustaban y a Zaneta ya le estaba dando corrientes eléctricas allí abajo levantándose un poco eso pero no se sentía con esa necesidad de hacer sexo con el otro ahora lo que pensó bien. Soltó una risita al verlo sonrojado y después actuar en modo animal de nuevo cuando lo tiró en la cama. Las cosas que le empezó a hacer le provocó una excitación y varios escalofríos al sentir su lengua húmeda por su cuerpo, se estremeció cuando le tocó sus tetillas inclusive le hizo soltar un leve gemido de placer, todo esto era nuevo para Zaneta y le estaba gustando, de nuevo se estaba contradiciendo. El otro lo hacía demasiado bien que pensó el panda en cuantas veces Teo se acostó con un hombre, era todo un misterio este chico y bastante peculiar por eso le atraía. – No sé cuánto tiempo llevas acostándose con otros hombres, pero supongo que sabes cómo hacerlo. – Dijo mientras pensaba en que debía reaccionar y hacer algo ya que el otro le estaba dando placer y él ni uno a su compañero de cama. Suspiró y llevó su mano a la entrepierna del otro metiendo la mano allí agarrando su pene con fuerza, era lo mejor que se le ocurría en esta situación. Pensó en que debía de coger práctica con el tiempo.

Lo mantuvo agarrado hasta que notó como se ponía más duro y crecía, el Panda asintió con la cabeza sorprendido y empezó a masturbar su miembro lentamente mientras el otro le daba placer aunque ya se estaba acostumbrado a lo que estaba haciendo. Había aquí un gran debate, el poder de Zaneta estaba en constante adaptación y, ¿qué pasaría si algo de lo que estaba haciendo le dolía y su cuerpo reaccionase contra el dolor apaciguando este? Era complicado y un gran problema. Ahora de nuevo le venían las dudas y más que dudas un poco de miedo por lo que le podía pasar a su cuerpo, por ahora le daba placer y no estaba reaccionando contra ese sentimiento porque le gustaba pero cuando llegase en algún momento una pizca de dolor, ¿qué ocurriría? No lo sabía ni él.

Cierto era que el panda estaba disfrutando ahora más que al principio pero menos mal que fue el otro que paró esta tontería. No era decente que ambos se acostasen sin conocerse aún y Zaneta era extraño en estas relaciones, nunca antes había tenido nada serio con nadie chico o chica, pero sentía que podía formar un vínculo perfectamente con alguien, por ejemplo con su jefa Raven, se sentía a veces atraído por ella por este vínculo que se había formado pero nunca llegó a nada más que una amistad.
Con los calzoncillos puestos aún se le quedó mirando mientras se sentaba también en la cama. – Menos mal, también tenía pensado parar, no me convencía mucho esto. – Comentó al chico mientras le observaba levantarse e irse con sus palabras. Alzó una ceja sin comprender muy bien su reacción tan repentina. – mmm, ¿le habré asustado? – Se miró un momento a su entrepierna para ver si en realidad fue eso porque el otro salió huyendo pero tampoco encontró nada extraño allí.

Se levantó de un salto y estiró su cuerpo, parte de sus huesos crujieron y así en ropa interior caminó por las instalaciones de los Renegados hasta salir a la superficie y buscar a Teo. Se lo tomó con calma ya que no tenía prisa alguna y justo cuando iba a abrir la “puerta” de la alcantarilla una luz le deslumbró, cuando se pasó salió y pudo ver lo que había causado este chico en un abrir y cerrar de ojos. Sí que era peligroso. Pensó mientras caminaba hacia él, la tormenta al parecer huyó de allí ya que quedó un claro de luz solar en una amplia zona. Alzó una ceja al escucharle y negó con la cabeza. – No me iré. – Se incorporó a su lado mientras lo veía caminar hacia la nada quizás. Le sorprendió bastante la personalidad de este sujeto, de tímido muchacho pasó a una fiera y de fiera de nuevo a tímido y terminó en un ser más frío que desde sus principios. – Oye, tenemos que salir de aquí, mira cómo has dejado esto, seguro que vendrán esas personas con traje a buscar el culpable y si te cogen lo tienes jodido. – Comentó el panda agarrando el brazo de este para que se estuviese quieto. – Ey mira, no te conozco, ni tú a mí, pero me resultas curioso y a mi cuerpo le gustas. Si quieres irte y estar emo todo el día adelante, no me importa… pero puedo ayudarte y tú a mí, aprender cosas y si quieres que nos conozcamos mejor, pues puede que esta sea la ocasión. Esto es una oferta limitada para que lo sepas, lo aceptas o lo dejas. Me será fácil olvidarme de ti. – Comentó Zaneta al muchacho dejando de agarrarle el brazo y porque sí le dio un último beso en los labios, le había gustado para que mentir.

Le dio la espalda y se encaminó hacia la playa. Si Teo le quería seguir sería cosa suya, si prefería irse a donde fuera pues allá él, pero los hombres de negro se tomaban muy en serio estas cosas de mutantes y causar un desastre así por muy despoblado y abandonado que sea el sitio no se quedarán de brazos cruzados frente a una amenaza mutantes. En realidad eran unos tocapelotas a nivel avanzado, Zaneta no los soportaba. El panda caminó en sus ropas interiores hacia allá pensando en que si hizo bien lo de este chico. Con lo poco que hubo ya se abrió un pequeño vínculo y ahora tenían que reforzarlo hasta el máximo y más allá si se puede.