Por fin había logrado salir, y lo mejor de todo es que no se habían dado cuenta. Se encogió de hombros y decidió irse de ahí antes que la miraran. Aún no debía cantar victoria, se recordó. Agachada y siendo tapada por los muros mientras caminaba rápido, de vez en cuando levantaba la cabeza para cerciorarse que no la habían descubierto. Dio la vuelta en una esquina y se echó a correr como alma que lleva el diablo, se miraba sospechosa ¿pero qué más daba? Podría ir a donde quisiera y luego regresaría, seguro que nadie se daba cuenta que no estaba, después de todo no era alguien que destacaba mucho o que tuviera amigos que se extrañarían al no verla. Su estómago se revolvió al pensar que no tenía amigo alguno en el instituto, pero terminó pasando de eso y concentrándose en donde debía ir. ¿Central Park quizás? ¿O algún otro lugar? Chasqueo la lengua, no tenía ni la menor idea.

La gente caminaba con prisa, algunos hasta corrían y otros simplemente se tomaban su tiempo. Recordaba cuando su vida era normal, con unos padres que estaban para ella, si bien no eran amorosos, nunca la habían dejado sola, hasta ese día. Oh, y esas personas que siempre esperaban algo. ¿Como los llamaba? Ah, claro, sus “mejores amigos” ─ Hipócritas ─ murmuró mientras fruncía el ceño molesta, aunque su mirada se mostraba melancólica y triste. Todo había caído en pedazos. ¿O debería decir se había quemado? Rió con ironía.

Se dijo que no valía la pena o el tiempo como para pensar en ellos, pero eso no quitaba que extrañaba su hogar, lo que en algún tiempo lo había sido. Aun sentía su felicidad en alguna parte, como un cruel recuerdo. ¿Si regresaba todo sería como antes? Se rió de su ingenuidad e inocencia. ¡Había salido en las noticias! No debía esperar algo tan tonto como eso, era una idiotez de su parte.

Su escape del instituto era para dar un paseo y tratar de despejar su mente de sus fantasmas, pero se daba cuenta que no le estaba funcionando nada, hasta estaba peor ahora que antes. ¿Porque todo era tan complicado? Sin tan solo no tuviera ese poder que lo único que le había traído a su vida eran problemas y la había vuelto tan miserable que daba pena ajena. Bajo el rostro y tomó asiento en una banca que estaba cerca, supuso que ya habia caminado bastante porqué no veía rastro alguno del instituto o de algunas de las personas que vivían cerca. Conocía el camino, asi que no le era un inconveniente.

Era un día como cualquier otro. Remy tenía pensado robarle su cartera a un par de idiotas y así conseguir el dinero suficiente para poder rentar un coche, romper varios límites de velocidad y hacerlo saltar por el puente Brooklyn. Claro que primero debería conseguirse un buen choque para no chocar y para que la policía no lo atrape. El falsificar a nombre de quien lo rentaba, era cosa de novatos, al menos para él.

Más no había sido un día acorde a lo planeado y su "cacería" no había sido fructífera. De hecho, la pereza lo había invadido y no le apeteció aquel día hacer más miserables las vidas de un par de pobres diablos que se mataban la vida trabajando para contribuir a un monstruo capitalista sin sentido. Se encontraba caminando por Nueva York tranquilamente sin ningún punto fijo hasta que vio a una joven pelirroja caminar con cara larga y de pocos amigos. Arqueó una ceja al verla sola, infiriendo un montón de razones y porvenires, hasta que al pasar a su lado oyó un susurro. "¿Y a esta altura te das cuenta?" reflexionó mentalmente el ojicarmesí mientras se detenía y volteaba para observarla con más detenimiento. Su melena rojiza parecía fuego vivaz y sulfurante, mientras ondeaba al ritmo de su paso continuo y tranquilo, mientras se alejaba de él.

Emprendió una contra-marcha encandilado por la curiosidad ante una chica tan solitaria mascullando tal reflexión en voz alta -que sabía certero era para ella misma- siguiéndola de cerca. No llegaron a hacer dos calles que ella acabó sentada en una banca. En lo que se tomaba el tiempo de llegar hasta ella, se cruzó de brazos, deteniéndose a unos dos metros de distancia. —¿Te encuentras bien?— masculló entretenido, curioso y con voz amable el mutante, mientras su mirada estaba fija en la cabeza de ella, cuyo peinado ocultaba su rostro por la posición adoptada. Sus orbes escarlatas, que lo delataban, estaban fijas en ella. No era común encontrarse un rostro bonito adolescente solo caminando por Nueva York y mucho menos en ese estado...

El pasado debía quedarse donde estaba hasta ahora, solo que era un problema el que se mantuvieran en su mente en todo momento. Debía dejarlo atrás, olvidarlo por completo. ¿El profesor Charles estaría dispuesto a borrar su memoria? Se golpeo mentalmente, era absurdo. Debía ser fuerte y enfrentar lo que viniera con la frente en alto, aunque nunca pidió tener ese poder. Solo quería ser alguien normal, como los demás; no tendría que preocuparse por controlarse y no dejar en cenizas a alguien por un arrebato infantil. Le aterraba el lastimar a una persona de nuevo o tan solo que el fuego saliera de ella: sin que pudiera detenerlo y fuera demasiado tarde. Mordió su labio inferior con fuerza; hasta el punto de sacar sangre de el, afligida.

¿Como se encontrarían? ¿La extrañarían tanto como ella a ellos? Si por alguna razón era asi debían decirle y, sin preguntar si quiera, regresaría. Se sentía tan sola que no le importaría si la trataban de nuevo como antes; si le llamaban monstruo o le gritaban tanta cosa se les viniera a la cabeza. Sus ojos se cristalizaron y aun con el sabor metálico en su boca; un pequeño sollozo se le escapo.

Dio un pequeño salto al escuchar una voz cerca de ella; que la había sacado de sus revoltosos pensamientos. Desconcertada levantó la cabeza, encontrándose con una mirada escarlata que la observaba curiosa ─ T-Tus… o-ojos… ─ fue lo más coherente que logró decir, totalmente confundida y sorprendida como para haber dicho aquello y no el que fuera un completo extraño que estaba a punto de verla llorar.

Un sollozo se hizo audible hasta los oídos de Remy. El sollozo previo a que la chica se percatara de su presencia, de que él se hiciera notar. Por alguna extraña razón aquel sollozo que notó frágil, de una chica quebrada, en lugar de serle... indiferente, despertó algo.. ¿profundo? en él. Mientras tanto, se dedicó a notar -ofuscado- como reaccionaba la pelirroja.

Sus ojos, empañados y vidriosos, por el amontonamiento de lágrimas, se clavaron en los propios. Y entonces aquel comentario hizo que apretara las muelas, no se lo esperaba, estaba siendo amable. Gruñó, intentando de no mandarla a la mierda, no tenía que asumir tantas cosas y darlas por inferidas. —¿Qué tienen? Los tuyos están que derraman lágrimas...— dijo demostrando un deje hostil en su tono de voz, decidiendo sin embargo hacerse el idiota respecto a que remarcara su mutación.

Acabó por dar un suspiro de resignación, ya quería marcharse, se había interesado por una desconocida que demostraba estar mal y eso se llevaba. "Por meterte donde no te llaman, donde no te incumbe, eso obtienes, idiota" resonó la voz de su consciencia, haciendo que arrugase la nariz, molesto consigo mismo. —Te pregunté si te encontrabas bien, ustedes los humanos no acostumbran a los buenos modales si no es entre vosotros ¿verdad?— inquirió retórico y sarcástico por igual. Incluso su tono tenía un matiz mordaz y burlón, dando a entrever que se estaba mofando de ella y en cierta forma de una hipocresía que había oído quejarse hacía tan solo segundos.

Bajo la cabeza y limpio sus ojos con rapidez mientras su ceño estaba levemente fruncido y el desconcierto se expresaba libremente en su rostro. No había sido su intención insultarlo, ¡ni siquiera lo conocía!, y ahora le hablaba de esa manera tan hostil y burlona. En cualquier otra ocasión le habría respondido de la misma manera, pero no ahora. Tragó con dificultad y se mantuvo en silencio, sin ánimos de querer hablar. Se sentía tan débil y sabía que su apariencia no era la mejor al estar llorando minutos atrás y el que alguien se le acercara a preguntar si se encontraba bien. Patética. ─ Humanos ¿eh? ─ trató reírse de él y burlarse de la misma manera que antes lo había hecho con ella sin importarle. En ese tipo de momentos era cuando deseaba molestarse e irse enseguida, pero su cuerpo le traicionaba como tantas veces lo había hecho ya.

Suspiro con pesadez. Frunciendo aún más el ceño y levantó el rostro insegura ─ ¿Porque te importa si estoy bien? No me conoces, mucho menos yo a ti ─ bajo la mirada ─  Sigue tu camino y si, mis ojos derraman lágrimas ¿que más te da? ─ estaba a la defensiva. Si bien no haría lo mismo que el chico; solo trataría que la dejara tranquila y se marchara por donde había llegado hasta ella o que tomara otro camino, le daba igual.

Se recostó en la banca y lo observo con cuidado, preguntándose si traía consigo lentillas y por eso el color de sus ojos. No habia otra explicación, trato de convencerse, pasando por alto la idea que era un mutante; le parecía absurda por más que al verlo por primera vez eso fuera lo primero que habia pensado preguntarle y las palabras no habían salido de su garganta.

Su comentario hizo que frenara sobre la marcha y se detuviera a contemplar un poco mejor la situación. Remy se quedó callado, meditabundo, a punto de mandarla a la mierda, calmándose. Quizás y la había juzgado muy rápido, después de todo, que se sorprendiera por el color de sus ojos era incluso algo lógico. —¿Si? ¿O eres una extraterrestre?— comentó irónico, pero sin malicia en su voz, esta vez en un plano mucho más amable y totalmente bromista. Mientras tanto su mirada observó y contemplo sus facciones, su expresión. Chasqueó la lengua negado, aquella chica poco más y estaba destrozada.

—¿O sea que porque no te conozco entonces no me puede importar si estás mal? Creo que se lo conoce como amabilidad, solidaridad, desinterés...— propuso el mutante con descaro, él no era así. De hecho, era increíble lo que estaba haciendo, porque no esperaba rédito, gratitud ni premios por su accionar. Bufó obstinado y se acercó un poco más a ella. —¿Qué más me da? Que tu maquillaje es muy caro para arruinarlo con tus lágrimas, que tu rostro muy bonito y tus ojos demasiado cautivadores...— soltó con tranquila naturalidad, mientras se acuclillaba frente a ella para buscar sus ojos, ya sin que ella pudiera rehuirle la vista aun bajando la cabeza o la mirada.

Contempló como entonces dejó su cuerpo descansar en toda su extensión sobre la madera del asiento. Recostada como estaba, sus pies en una punta y su cabeza del lado que él estaba acuclillado, aun frente a frente, solo que de un modo y altura distintos. Arqueó una ceja, pensativo y continuó observándola, estudiándola. —¿No quieres hablar? A veces escupir mierda -incluso a un desconocido- puede ayudarte...— le propuso Remy notando como ella se seguía fijando en sus ojos, estimando que por el color. —Si, son carmesís y si, son así porque soy uno de esos monstruos llamados mutantes...— masculló adoptando un tono y una voz totalmente burlonas, intentando sonar aterrador e incluso levantando sus manos y moviendo sus dedos con las palmas hacia abajo y apuntándole a ella, como si quisiera asustarla.

Volteo el rostro al lado contrario de donde él estaba, evitando su mirada. Solo quería que se fuera y la dejara sola ¿era tan difícil entenderlo? Si bien no lo había dicho en voz alta era más que obvio. Hasta ese punto había olvidado por completo lo odiosas que podían llegar a ser las personas, en todo caso, los humanos. ─ Preferiría ser uno,… ─ murmuró mientras lo observaba de reojo de reojo ─ pero no ─

Estaba sorprendentemente tranquila, quién podría pensar que minutos antes estaba hecha una maraña de sentimientos depresivos, bueno, aun estaba, solo que el hablar con alguien la estaba distrayendo y más al este estar retándola con cada cosa que salía de sus labios. Se removió incómoda, pensando en irse ella y dejarlo ─ ¿Y tu eres amable, solidario y desinteresado? ─ lo volteo a ver ─ Pensé que ese tipo de persona se había extinguido ─ abrió su boca con falsa sorpresa ─  ¡Eres un espécimen raro! ─ no lo había podido aguantar más, esa era la única verdad, además, era un patán por como se estaba comportando con ella ─ No puedo creer que estás flirteando conmigo ─ puso los ojos en blanco y negó con suavidad.

Y ahora era amable ¿que pasaba con él? Era más complicado que una mujer adolescente con mestruacion y con un novio que la acaba de dejar por otra. Bien, ¿que pasaba con ella? ¿Por qué de pronto se sentía con más ánimo? ¿Como si nada hubiera pasado? Supuso que era el saber que alguien, desconocido o no, le estuviera alentando para desahogarse y el que por primera vez en mucho tiempo; no se sintiera sola del todo. ─ Yo… ─ bajo la mirada al suelo sin saber que decir, las palabras de nuevo parecían morir en su garganta. Y como una bomba que cae en donde no lo esperan; el le suela como sino pasara nada el que es un mutante. Abrió la boca hasta formarse en una perfecta O y sus ojos abiertos a más no poder. No le sorprendía el que lo fuera, mas bien el que lo aceptara como si no pasara nada, cuando era todo lo contrario. ─ ¿C-Como…? ¿Tu…? ¿Q-Que…? ─ estaba estupefacta, sin poder creerlo.

Una ceja se arqueó en cuanto ella desvió la mirada. Tan solo había hecho un comentario y era claro que si bien era sarcástico, también era una broma. Rodó los ojos y suspiró resignado, la histeria provenía de cualquier mujer, más si eran jóvenes, niñas como ella. —¿Lo preferirías? Que triste debes ser, porque tengo por seguro que tu vida no lo es...— chasqueó la lengua falazmente. No podía afirmar que su vida no lo era, de hecho, probablemente si lo era, como la de cualquier humano.

Una risa escapó de su garganta, al escuchar aquella respuesta. Tenía un punto a su favor, él no era de aquella forma. Y no podía explicar -ni a sí mismo- por qué lo estaba siendo con ella. Teniendo en cuenta que era una completa desconocida de cabello rojo. —No, pero lo estoy siendo contigo, ¿no cuenta?— admitió sin pelos en la lengua, tratando de sacar algún rédito de ello. —Yo nunca creí que hubieran existido— transformó con su comentario, el de ella en un juego y le sonrió, con naturalidad y encanto sin intención. —Vaya, ser sarcástica conmigo seguro que te ayudará— le reprochó frunciendo el ceño, demostrándose claramente molesto por ello. Él solo intentó ayudar y así se encontró, con el orgullo siendo atacado. Pero no iba a irse, no si quería recuperarlo.
Rió sarcástico al oírla, terminando de hacerse una idea de ella al instante. —Debes estar muy acostumbrada a que lo hagan, si eso asumes, corazón. Pero más quisieras que lo haya hecho.— negó cortante con la cabeza. —Tal vez de donde vengas, coqueteen contigo, pero yo simplemente te halagué para subirte el ánimo. Aunque, como veo que ya estás mejor, si puedes darte el lujo de quejarte por como te "flirtean"— ironizó con acidez. —Puedo marcharme entonces— concluyó dándose la media vuelta, luego de haber admitido su condición mutante dispuesto a irse.

Más el silencio de ella le fastidió aun más. Al menos, un "hasta nunca" era mejor que nada. Pero en cambio recibió un balbuceo dubitativo que le hizo detener. Y voltear, quedando de perfil hacia ella, observándola de reojo. La notaba pensante, reflexiva, debatiéndose entre abrir la boca o no. Que estupidez.
Pero al procesar el hecho de que era él, quién, o qué había dicho. Pareció sorprenderse en demasía. Incluso hizo que él riera burlón. —Vaya, parece que eres lenta o tienes problemas, a ver vamos de nuevo...— se mofó, volteando hacia ella completamente -de nuevo- y empleando las manos para gestualizar, palabra por palabra. —Yo...— comenzó y se señaló a sí mismo. —...soy...— gestualizó, una interpretación de lo que podría ser "ser". —...un...— con un solo dedo elevado marcó la cifra uno. —...mutante— sentenció, aquella muestra de gracia y para finalizar la demostración, llevó una mano a su gabardina. Tomó de la baraja de cartas que guardaba, un naipe y cargándolo con poca energía cinética, lo lanzó al aire. Llegó a ascender unos cinco metros antes de estallar levemente, apenas una nube de humo que no dejó ver las llamas que se extinguieron al instante al no encontrar ningún medio combustible en el aire, para expandirse.