Quinn tenía los conocimientos suficientes como para saber como eran los movimientos de una empresa puesto que de niña su padre le habia inculcado los suficientes como para heredarle una de las empresas mas prosperas de la época que de no haber sido por el altercado de los laboratorios nazis no sería estudiada por los administradores del presente siglo como "uno de los mayores lamentos para el mundo de las finanzas" cuando se quedo sin heredero. Y ese día Quinn volvía a escuchar la historia llena de falsedades de boca de dos ancianos sentados en algunas de las sillas recargadas en los pilares de la planta baja del famoso banco JP Morgan Chase en Manhattan; las cuales ella misma compartía con los pingüinos entrajados. Rodo los ojos con ganas de hacer valer su apellido y revelarles que ella era la heredera pero en cambio, guardo compostura y ajusto los guantes de piel que recubrían sus finas manos, retoco su lápiz labial en el pequño espejo extraído de su bolso y que al mismo tiempo usaba para espiar a los guardias de las bodegas. Llevaba varios días visitando el lugar y cambiando de apariencia para comprender los movimientos de los empleados, necesitaba dinero y esa era una forma divertida de conseguirlo. Guardo el espejo y con una ligera inclinación de cabeza hacia ambos ancianos se encamino por el largo pasillo decidida a dar el primer golpe cuando calculo la llegada de un camión lleno de dinero ,lo que daba como resultado el apoyo de todos los guardias a la entrada principal. Inclino el sombrero de ala larga que adornaba su cabellera pelirroja como dama de alta clase y no fue hasta que siguió con la mirada a uno de los guardias que pasaban a su lado cuando se encontró con una postura conocida, se detuvo y volvió a revisar esa visión dándole vuelcos el corazón al confirmar esa presencia. ¿Qué hacía el ahí? . Se preguntaba y esperaba él no la hubiera visto...cuánto lo odiaba.No le permitiría arruinar esto como lo había hecho dos años atrás.