¿Cada cuanto acostumbraba salir del Instituto para recobrar la cordura? Monet no tenía ni idea pero sabía que una parte de ella le pedía que lo hiciera más seguido... tanta monotonía, tantas reglas la hacían perder la cabeza siendo que estaba acostumbrada a vivir como quería haciendo lo que quería cuando quería y sin que le reclamaran por ello. Su mente y su cuerpo le pasaban factura de lo que hacía en aquel Instituto, le pedían un poco de libertad, le pedían ver caras desconocidas en la calle de vez en cuando y hasta quizá comprarse un par de cosas innecesarias como hacía antes por que aún después de todo seguía teniendo dinero.
Pero ahora tenía una nueva vida, una nueva familia, personas que se preocupaban por enseñarle... personas que eran como ella y la entendían. Siempre estaría agradecida con el Profesor por haberle dado un lugar en su Instituto y por cuidar de sus hermanas, así que cada día estar atenta a todo lo nuevo que pudieran enseñarle y trataría de dar su mejor cara como mínimo así como ser una buena chica. Aunque, claro esta, tomarse un día libre nunca estaba de más ¿cierto?, para mantenerse contenta la mayor parte de tiempo posible.

Días como aquel eran típicos del sitio donde vivía ahora, así como el resto de las islas y la parte cercana del continente... soleados, con un poco de viento pero moderado. La morena había preparado ropa completamente casual para pasar inadvertida en la ciudad de Manhattan donde planeaba tomar un café, comprar una camiseta o incluso pasar a comer una pizza. Un poco egoísta ciertamente... debí haber traído a alguien más pensó, Que más da, ya estoy aquí así que puedo pasar a donde quiera. Y se dirigió ha un restaurante que llamó su atención por el olor.
En la entrada una chica de no más de 20 años le dijo que esperara un poco para que le dieran una mesa "-Esta niña quiere comer aquí y seguro no trae ni 10 dolares encima" pensó la chica de la entrada y Monet se limitó a bufar... ya vería aquella joven, claro que traía dinero no se atrevería a voltear si quiera si no fuese así

Acababa de salir de la clase de historia mutante que había dado Xavier y ya estaba saturad y hambriento que era lo peor. Sin embargo no me apetecía para nada la comida que le ofrecerían en la escuela, que no estaba mal la verdad pero el jaleo de todos los mutantes me cansaba algunos días y aquel era uno de ellos, ya que se me había hecho demasiado cargante aquella clase y quería comer algo rico en otro lugar que no fuera allí. Tenía en mente algunos restaurantes de Manhattan, ya que el nombre de su padre era bastante sonado aun y eso que aquel cabrón estaba muerto… pero su fama como cirujano aún perpetuaba permitiéndome el acceso a algunos lugares de forma más rápida de lo habitual y aquello era una ventaja que yo utilizaba cuando la situación lo requería, sin embargo a veces aquello levantaba preguntas que si me resultaban la mar de incomodas, pero solo tenía que despachar rápido a aquellos malditos cotillas y morbosos que preguntaban por la muerte de aquel monstruo que por desgracia era mí padre.

No me molesté en cambiarme si quiera, y tome altura con mis vaqueros rasgados y una camiseta negra de “Guns and Roses”, uno de mis grupos favoritos. Ya en Manhattan descendí disimuladamente en una calle algo vacía, demasiado para aquella hora, sin embargo no le di importancia aquello y seguí avanzando sin mirar atrás.

La ciudad de Manhattan estaba tranquila aquel día y el Sol no me molestaba para nada aquel día, la sonrisa no abandonaba mi rostro y como no mi estomago empezó a rugir como si no hubiera mañana, recordándome que necesitaba comer y que buscase ya un sitio donde me pudieran preparar algo apetecible. Avancé unas cuantas calles más esperando encontrar algún lugar apetecible o alguno donde poder adelantarme a la cola gracias a mi apellido, unos cuantos metros gire una esquina y me metí en una calle no muy ancha pero que me resultaba familiar y al fondo observe un restaurante que no sabía porque me resultaba aun mas que la misma calle, así que sin dudarlo me dirigí hacia él. Cuando estuve más cerca vi como una chica esperaba en la entrada y supuse que estaría esperando a que le dieran mesa, yo no tendría aquel problema así que pase por su lado y al observar su rostro tuve la impresión de que era una alumna de Xavier también, estaba casi seguro así que me decidí a averiguarlo, pero antes necesitábamos una mesa para poder saciar mi hambre. – Hola, buenos días. Quería una mesa para ya, que el hambre aprieta – le dije de manera distendida a la recepcionista del restaurante, y cuando esta me dijo que tendría que esperar si no tenía reserva no dude en utilizar mi arma – Soy Adam, Adam Edgington y vengo acompañado de una compañera de clase – le respondí haciendo hincapié en mi apellido. La chica parecía dudar unos instantes, sin embargo no parecía tardar en recordar aquel apellido y con una sonrisa nos invitó a entrar rápidamente. – Vamos, compañera de clase – le dije haciendo que mis ojos se tornasen plateados para que la chica se diera cuenta de que era como el, ya que estaba casi seguro de que era una alumna también.