Levanto la vista de donde estaba sentada, aquel lugar era aburrido hasta decir basta, eran la mayoría mutantes insulsos y uno que otro que la odiaba por su don, ¿no debería ser lo contrario?, empezaba a acostumbrarse a andar cubierta, siempre con el par de guantes negros, no importaba que ya les hubiera dicho que ella podía controlarse, aun así debía llevarlos, “por precaución” o eso le habían dicho, pero en aquellos dos meses, le habían dicho muchas cosas, empezaba a preguntarse si realmente había sido buena idea salir de la academia, al menos en aquel lugar había una sala comedor decente y no olía a alcantarillas.

Se levantó con cuidado al ver a dos mutantes bien mutados, como diría ella, ambos con mutaciones físicas, era de lo que más abundaba en las cloacas, los que no querían ser vistos a la luz del día por vergüenza o simple miedo. Ajusto su cacheta de color verde oscuro a sus hombros, y subió la cremallera hasta su pecho, estaba bastante cubierta, lo suficiente como para no llamar la atención, y no sustraer ningún don sin querer queriendo.

-Esto es aburrido…- susurro con voz cansina y los ojos fijos en los túneles, dispuesta a seguir su camino, hasta que de uno de ellos un ruido se asomos con un eco que hubiera resultado atronador de estar más cerca. Thage curiosa como era se acercó, no sin quitarse los guantes, su ultimo don sustraído había sido el de una niña de diez años que lo había presentado a muy temprana edad, ahora sin la telequinesis que en su momento le hizo perder el control era una niña feliz, aun cuando sabía que disponía de un año, o eso le había dicho Thage, un año sin poderes como mucho.

-Pero si es un lindo gatito- miro el enorme jaguar mitad hombre, o lo que aquella cosa fuera, los mutantes de su tipo siempre habían despertado curiosidad y cierto miedo en Thage, quien de pequeña siempre se alejó de ellos, con miedo a un día sin controlarse poder arrebatar una de esas mutaciones. -¿Estas bien?-

Podía resultar un tanto extraño que hubiera despertado tan temprano, e incluso se extrañó de sí misma, pero todo cobraba sentido si hacía memoria y recordaba que se había ido a la "cama" más pronto que otras veces. No tenía tanto que hacer y estaba cansada por las actividades de los días anteriores, al parecer todo había recaído en la pelinaranja la noche anterior. Así que no tuvo opción que levantarse y empezar el día, además quería continuar con algunos escritos que llevaba, algo ligero, ideas en realidad, de lo que podría ser alguna canción o historia, de aquellas que tanto le gustaba escribir.

No obstante, decidió perderse unos momentos del resto de mutantes y cruzó uno de los enigmáticos túneles que presenciaban la estancia. En ese instante no supo qué le dio a pensar que el sitio podría tener aunque fuese una guía para cruzar, y no aquella oscuridad que le hacía un sendero infinito, mas allí estaba y no tenía intención de echar marcha atrás. Sin embargo, al entrecerrar los ojos vislumbró a lo lejos más claridad, que la motivó a terminar trotando en su trayecto. Así fue a parar al otro lado, curioseando lo primero que saltase a su vista. No había visto esa parte antes.

Entonces, se instaló en algún improvisado asiento y extrajo de su mochila el cuadernillo donde solía escribir. Su distracción salió a la luz, que ni siquiera se dio cuenta que tenía compañía hasta que se sintió observada. Ginger alzó la vista y se percató del extraordinario mutante con rasgos felinos que había hecho su aparición, se asustó un poco al verle de repente, pero la sensación se fue en cuanto se distrajo en ver qué malabares hacía con su agilidad. Un estruendo no fue parte de los planes, y la pelinaranja cerró los ojos en reacción al desastre. Cuando los volvió a abrir, halló al muchacho en el suelo— Dios mío, ¿te encuentras bien? —Dijo risueña, dejando a un lado sus cosas para ir a ayudarle, si es que lo necesitaba. Casi a la vez de su comentario, escuchó una tercera voz. — Oh, ¡hola! —Sonrió a la muchacha. ¿Qué tan perdida habría estado, que no recordaba haberlos visto antes?

Una sonrisa apenas perceptible al escuchar al mutante, hasta que hizo la pregunta del millón, ¿Por qué siempre preguntaban algo como aquello?, era obvio que ciertos mutantes encontraban problemas con decir sus “dones” como en algún momento escucho que Magneto les llamaba, para otros era una carga y para Thage, para ella aun no tenían un significado propio, por eso estaba en las alcantarillas y no en el colegio o con la hermandad, ella no estaba segura de lo que pensaba, y así, no iba a inmiscuirse en una futura guerra.

-Telequinesis… Por el momento- respondió, levantando una de sus manos y formándola en el clásico saludo hippie de amor y paz, saco sus guantes y los puso sobre ambas manos, acomodando su chaqueta y sacudiendo sus jens, para levantar la vista hacia los otros dos mutantes, con una mueca parecida a una sonrisa en su rostro. –Me llamo… Díganme Thage-

Dio un paso atrás con un poco de timidez, no conocía a ninguno de los dos, y en momentos como esos se ponía nerviosa, o quizá por el hecho de tener un mutante con cara de leopardo o jaguar, lo que fuera, frente a ella, tenía miedo de absorber por accidente su mutación y convertirse en eso, estaba segura que el que la cara y los huesos se deformaran era de todo menos lindo, quizá muy doloroso, e incluso aterrador, pero no era lindo, si ya se sentía mal con su don, no quería imaginarse a aquel mutante.

Ginger volvió a sobresaltarse en cuanto notó lo rápido que se incorporó el anteriormente afectado por la caída, pero en lugar de exclamar algo, liberó una cantarina risa, retrocediendo unos pasos para verle posteriormente con una gran sonrisa en su rostro. — ¡Bien! Eso fue rápido —Comentó aún risueña.

— Jaguar, —Repitió alegremente— un placer conocerte —Realizó al mismo tiempo un asentimiento de cabeza a modo de saludo; sin embargo, antes de responder a sus espontáneas preguntas, su atención se dirigió a la morena que hizo su presentación. A pesar que le sorprendió el poder que ésta poseía, el que por cierto recordó que coincidía con el de su mejor amiga, le llamó la atención el "por el momento" que añadió a su respuesta, pues le daba a interpretarlo de dos maneras que su inocente curiosidad le proveía, mas, desistió de la idea de preguntar más, al considerar que podía incomodarle. Así que volvió a sonreír con simpatía— ¡Es un gusto conocerte también, Thage! —Replicó su saludo cordial.

Lo curioso y estrambótico del caso era que no simplemente se conocía a más personas, sino que cada vez se sentía menos fuera de lugar al conocer las diversas realidades de sus semejantes, sus experiencias o vivencias con esas inesperadas mutaciones que pasaron a formar parte de su vida, como a ella misma le había sucedido. La pelinaranja caminó unos pasos, de tal forma que quedó ubicada más en medio de ambos mutantes, para poder verles de mejor manera— Bueno... yo soy Ginger, encantada —Sonrió ampliamente— Y puedo manipular el clima —Se rascó la mejilla ingenuamente, terminando en encogerse de hombros con una risa. Aún le era extraño exponer ese 'talento'.