Pocas veces la pelirroja de ojos color esmeralda podía sentir cansancio y eso era cuando mas que cansancio su rostro reflejaba aburrimiento, de esta forma la joven podía caminar días enteros sin entregarse a los encantos de Morfeo. Su exploración comenzó por la tarde de un día soleado y sabía que pasaríamucho tiempo antes de que volviera a verlo, necesitaba conocer las alcantarillas y aprender cada ruta de cada túnel de ese laberinto en el que ahora vivía, pero el miedo de sentir la claustrofobia la embargaba cada determinado tiempo despues de que sintio que había pasado días ahí abajo, justo cuando las paradas para asomar la cabeza se habían desvanecido por la falta de alguna tapa suelta, comenzaba a volverse loca y en su mente se formaban distorsiones espaciales. La alemana se enfrento con el miedo al encierro y sabía que correr en dirección contraria no sería una buena idea, de eso poco duro su demencia cuando empezó a cuestionarse si debía creer en alguna divinidad cuando miro una tapa y comenzó a subir por las escalerillas hacia la superficie.
Un vagabundo que empujaba un carro de supermercado le había dicho estaba en Queens, la mujer sonrio y camino como una turista hasta la estación del metro sin darse cuenta que había tomado la línea A de la Estación Beach 90th Street en dirección al Rockaway Beach y no a Manhattan. Que importaba no tenía nada mejor que hacer, se sento observando por la ventana los cambios de paisaje hasta que su cabina abrió sus puertas y algunas personas abandonaron el metro como ella, entre ella le llamo la atención un grupo de muchachos malhablados. Ellos le dedicaron miradas lascivas y decidió que no tenia ganas de matar a nadie, pronto los perdió mientras salía de la estación y se encontraba con una larga rambla de madera ocupada por algunas farolas que alumbraban la noche. Quinn camino con deseos de sumergirse en el agua hasta que despues de un rato unos sonidos llamaron su atención, se quito la ropa y la puso detrás de una de las bancas delante de la residencia abandonada de la que procedían los ruidos. Cambio los pigmentos de su piel para dar la ilusión óptica de un camuflage y se introdujo al interior notando a los mismos chicos y a alguien más, un joven rubio, no quería meterse por lo que se limito a observar a la distancia.

Ecuchar a tipo que era perseguido hizo que en la mente de la joven pasaran pensamientos del hermano menor que jamás tuvo, pero que se sentía casi del mismo modo en el que en ocasiones sentía con su hermana gemela Kat. Ese sentimiento de justicia. Que asco, Quinn no era así, la mayoría de las veces era ella quien provocaba los conflictos no quien los evitaba, ¿para que? Si era divertido ver las reacciones de las personas ante esas situaciones. Tal vez habia sido la forma en la que el rubio intentaba alejarlos lo que le llamo la atención"Por favor" ,¿quién le pedía algo así a unos tipos como esos?.
- en verdad crees que eso funcione?, espera tal vez reflexionen que está mal hacerte eso y se vayan... Espera un poco seguro pasará...  - dejo que su voz se confundiera con el mar rompiéndose en las rocas a pocos metros de ellos, en un susurro suave y sarcástico muy cerca del oído del joven. Ella caminaba a su lado por donde habia ubicado esa hilera de viviendas atrapadas en una apariencia añeja. Quinn confiaba en que los hombres estuvieran o muy ebrios o fueran lo suficientemente idiotas para no ver la distorsión de su femenina silueta cerca del chico que parecía no pertenecer ahí. ¿se había perdido? ,no lo sabía, Quinn solo quería ver como resultaba todo eso, podía ser morbo o un acto casi heroico pero de cualquier forma ella no pretendía irse aún.
Una vez que creyó al fin haría algo se encontró con una nueva petición absurda, tuvo que contener la risa para mantener controlado su camuflaje. Los hombres eran bañados por la luz de una farola y cuando ella se acerco para inspeccionar de cerca el potencial de maliantes que eran, se encontró con un par de cuchillos siendo empuñados detras de las espaldas de dos de ellos, nada de gravedad. Pero con esa luz la ilusión óptica podía  ser descubierta para quien se fijara con atención. - Golpealos! Seguro tu eres mas ágil que ellos - le aconsejo cuando volvió a tenerlo a su lado, lo decía con una voz ansiosa, y es que para ella la mayoría de las cosas podían resolverse con un buen golpe. - Golpealos! -insistió con molestia a la vez alentandolo. Y se imagino a ella misma en el hombro del muchacho con unos cuernos y cola rojas, como en un dibujo animado. - yo te ayudaré... -no lo conocía pero sentía que tres contra uno no era algo justo. - solo tienes que pedirlo... .
Y fue hasta entonces que no se acerco más de la distancia en la que su voz se confundía perfectamente sintiendo la mirada de uno de ellos sobre ella.

"Agallas", dio justo en honor de la joven, no podía quedarse eso así cuando en algo él muchacho que aún ni la miraba ya había atinado a golpear su dignidad. Quinn no era ninguna cobarde y el que estuviera cubriendo su apariencia con el paisaje del lugar la hacia sentir una cobarde. Se cuestiono entonces que no debía de ser hacía cuando ella misma era la que se paseaba por las calles como dueña de ellas. Tal acusación le hacía suponer que el rubio la subestimaba y eso a ella nada le agradaba. Apretó la mandíbula, los puños y su cuerpo se tenso por completo.

La camina siguió y noto como los hombres comenzaban a perder interés en el solitario hombre, pero uno de ellos seguía convenciendo a sus amigos a no abandonar su cometido. Cada zancada representaba para la doncella sin ropaje que la cubriera; el alejamiento de sus prendas ocultas detrás de esa banca. Se preocupo un poco y tras la ultima frase dedicada al aire, ella se dio vuelta y camino hacia donde estaban sus cosas decidida a alejarse de ese problema, no era el suyo y era claro que el muchacho parecía preferir una paz que los hombres no estaban dispuestos a admitir.
Bien ! que te maten! no es mi problema! -dijo indignada siguiendo sus propios pasos de regreso. Una vez que volvió a envolverse a ese olor característico de las alcantarillas, se reprocho la cobardía nuevamente, sin sentido quería que ese desconocido le mirara y comprobara que no era ninguna cobarde, además de que sentía que ella era la única dueña de hacerlo fastidiar y no esos maleantes sin talento.
Oye tú!-se escucho un tono acusador y malhumorado cuando una joven pelirroja en unos jeans desgastados y una blusa entallada se abría paso entre los bribones un poco más cerca de ese pacifista-Tú no me dices cobarde sin verme la cara, ahora dimelo, y veras que en un tronar de dedos te hago cambiar de parecer...- los hombres acordaron una risa y parecía ella ser un segundo problema para el hombre. Uno se le acerco y ella solo quería oír del rubio esa acusación una vez más, no quería ser jodida por alguno de esos humanos. A ese únicamente le obstruyo la respiración cerrando el puño cuando sintió su aliento alcohólico acariciando su nuca.

La progresión de disculpas y explicaciones se hicieron persistentes cada  vez que el joven de ojos claros abría la boca para tratar de enmendar el clima conflictivo que los envolvía. El matiz de la voz del rubio parecía ser sincero y las dudas de la alemana se vieron diluidas en cuanto noto sus gestos y postura. Por un momento envidio su autocontrol y compostura- Me gustan los problemas -admitió con una sutil sonrisa y un nuevo acercamiento hacia el joven-...pero al parecer a ti no,pero tampoco estas asustado, o al menos eso creo, te molestan pero no los detienes, ¿por que?.- Quinn comenzó a cuestionarle con una ceja alzada y su interés aumentando gradualmente.

El impacto de la cabeza del hombre intoxicado produjo en la duela un sonido hueco y al parecer eso había llamado la atención del desconocido que comenzaba a interesarle a la pelirroja; los otros dos socios del hombre inconsciente exhalaron una especie de alaridos cargados de un halo de sorpresa y tal vez temor. Quinn había presenciado como a sus espaldas ambos arrastraban a la cabeza de la operación fallida y en un español de lo más altivo acusaban de "bruja" a la pelirroja. Lo hice yo, sí. ¿por qué ? ¿también vas a huir como ellos? -no le extrañaría la mayoría lo hacía y Quinn ya se había acostumbrado a compartir las noches solo con su propia sombra.Anda corre! - le dijo sonriente.Al menos seré mejor acosadora que ellos,lo prometo - dijo entre risas ya sin importarle los insultos que los latinos se dedicaban a profesar en su contra mientras se alejaban un poco.
... o me acompañas a sentir la arena?-dijo mostrándole una sonrisa mas pacífica.

Quinn era una de esas personas hiperactivas. Personas que no tienen la suficiente paciencia para quedarse en un sólo sitio o haciendo la misma cosa por un tiempo prolongado, le fastidiaban las rutinas despues de que su infancia estuviera repleta de ellas, era por eso entre tantas otras razones que a cualquier lado al que iba siempre buscaba mantener el dinamismo aunque eso significará romper las reglas o meterse en problemas.-...creo que no es mala cuando se trata de defender tu propia vida, o crees que es estar mejor estar muerto antes de luchar por tu vida?- susurro impulsiva ante la respuesta que no tenia sentido para la pelirroja, quería entenderlo, quería conocer sus motivos por los su su autocontrol lo dominaban, pero claro si quería conocer eso debía ganarse su confianza. Para Quinn bastaban a penas unos cuantos minutos para determinar el trato con el que se dirigiría con los demás, y aquel rubio para ella era de cierto modo su opuesto.

- Me haz dicho "mutante"? ¿Cómo conoces ese término para los de mi clase? - la alemana continuaba abriendosecamino en una conversación acelerada exigente de atención y agilidad mental, su interés incrementaba cada vez mas y su índice viajo reflexivo a su mentón donde mas al norte sus ojos expresiovos transmitían intriga - ¿Será que tienes amigos como yo? O.... -una sonrisa iluminó la incertidumbre de la joven- eres tu un mutante!? - acuso con duda sin dejar de sonreírle.-Me alegro que no huyas o tendría que matarte por saber mi secreto... -la seriedad de sus palabras fueron distorcionadas por una sutil carcajada.-Sólo bromeo. .
Mas allá tres siluetas se perdían y ella sonreía. - ...mas bien es parte del Atlántico,pero si, vamos será divertido! -dijo entusiasta animando esa timidez que habia detectado en el sonrrojo del joven, tanta inocencia casi la hacia sentir como una persona mala. - Me llamo Morgan, por cierto... - sus pies parecían ser llamados por el oleaje cuando revelo su nombre ya con los zapatos nuevamente abandonados en la duela y la imagen de ella acariciando la arena con pisadas profundas. - Ven...tal vez la arena te obligue a decirme tu nombre! - una brisa despeinó sus cabellos y la alemana tuvo que girarse para notar que ni un alma a esa altura se paseaba por la zona.