Se había esfumado, clarissa había desaparecido como por arte de magia y eso nunca había pasado. El simple hecho de pensar que algo le pasó simplemente hizo estremecer el cuerpo de Leah, salió disparada de la hermandad en su búsqueda pero sin resultados. O al menos eso pensó Leah cuando apareció, repentinamente, sin embargo no se encontraba bien, estaba herida, lo cual alarmó demasiado a la chica y lo primero que se le ocurrió fue llevarla al hospital y así fue.

Tenía una herida de bala en el pecho, por suerte ésta no traspasó ninguna parte vital y se salvaría, Leah suspiró aliviada, por algunos instantes había recordado aquellos días en su infancia, en los cuales sobrevivir era incierto, en el cual eran ella y su pequeña hermana contra el mundo, solas y sin ningún tipo de apoyo moral. Ambas habían salido adelante, este no podía ser el final para ella, por supuesto que no. ¿Quién sería capas de hacer tal atrocidad? sea quien sea, Leah obtendría su venganza y vaya que lo haría. Esto sólo puede ser obra de algún humano, asqueroso y mugriento humano.

Como la chica lograse ponerle una mano encima, no saldría bien librado. Lo primero que pasó por su cabeza fue el instituto xavier, aquel recinto de mutantes que veneran a los humanos, patéticos, pensó la chica. Sin embargo no sabía el motivo del cual vino eso a su cabeza, sólo vino y ya. No había discusión aparente, de modo que abrió un disco frente a ella y lo atravesó, apareciendo en la entrada del Instituto Xavier, escondida, como lo ha estado el resto de su vida, lo menos que quería era que se dieran cuenta de su presencia y por suerte no había tanta muchedumbre suelta, la verdad fue un poco estúpido ir a ese lugar, en el que estaba lleno de personas iguales a ella, no sabía a lo que se enfrentaba, pero sólo quería respuestas, era lo único que quería.

—¿Qué se supone que estoy buscando— susurró para sus adentros, estas personas no le dirán lo que ella quería saber, no la dejarían hacerle daño a ningún humano, ¿porque no había recurrido a Erik? era algo que aún se estaba cuestionando. ¿Quería desquitarse? podría ser una opción, pero quien sabe cuantas personas estaban allí en ese momento, tal vez la ira pudo más que ella, pero la chica no era ninguna tonta.

Y allí se encontraba Leah, mirando a todos aquellos individuos que iban de un lado a otro como cucarachas, felices, sin nada por lo que sentirse mal, los envidiaba, Leah quería sentirse aunque sea una vez como ellos, sin preocupaciones y con una vida plena, pero eso no le correspondía a ella, ya que había tomado un rumbo diferente y por más que intentase pasar página, los recuerdos son algo que siempre llevará con ella a donde quiera que vaya. Sumida en sus pensamientos, apenas se dio cuenta de una presencia cuando ya estaba frente a ella y supo que era demasiado tarde, la habían atrapado.

Alzó la vista, con aquella mirada inexpresiva tan característica de Leah y ahí estaba, aquella barrera impenetrable que no dejaba pasar absolutamente ningún tipo de sentimiento, fría, distante, no se podía dar el lujo de sentir miedo, porque sabía perfectamente quién estaba adelante de ella. —Charles Xavier...— musitó, estaba sorprendida por supuesto, pero trató de aparentar lo contrario, había oído hablar de él pero nunca verlo personalmente y sí que se veía imponente, poderoso.

Ahora entendía porque Erik hablaba tanto de él, era un enemigo formidable. ¿Ahora qué? pensó la chica, se había quedado sin ideas. —¿Vienes a detenerme, temes por la seguridad de tu séquito de seguidores?— exclamó, sin quitar ni un segundo la vista de Charles, tal vez provocarlo no sería la mejor opción, él podría acabar con Leah en cuestión de segundos y ella lo sabía muy bien. Pero quería saber como funcionaba y que tan diferente a Erik podía llegar a ser.

Leah no entendía la razón, pero por algún motivo Charles había sido amable con ella, a pesar de haber amenazado con dañar a sus alumnos, sin embargo él estaba en lo cierto, la chica de cabellos castaños estaba muy lejos de querer dañar a alguien y mucho menos a algún miembro de ese instituto que eran mutantes, no tenían la culpa de nada. En qué estaba pensando Leah, es obvio que Charles no le temería, él era de lejos, mucho más experimentado que ella en lo que a controlar sus poderes se refiere, Charles aseguró que ella no era un enemigo ¿pero qué lo hace pensar de esa manera? Tal vez no en este momento, pero tarde o temprano ambos bandos tendrían que enfrentarse y ahí sí que serán enemigos. —Te veo muy confiado en tus palabras, justo lo que esperaba de alguien a quién Erik hace tanta mención— Dijo la castaña, desviando sus ojos hacia los lados, de alguna manera, mirar aquellos ojos llenos de compasión no era nada agradable, leah no quería que le tuviesen lastima, todo menos eso.

Charles le había ofrecido dar un paseo, cosa que Leah se lo pensó dos veces, podría ser una trampa, pero viendo la calidad de sujeto que era charles, lo descartó casi que inmediatamente, tenía curiosidad sobre en qué pasaba por su cabeza. —Vale— Dijo a secas, avanzando junto a él por los pasillos del Instituto. —¿Porqué lo haces, defender a los humanos?— le preguntó la joven, era una duda que tenía desde hace muchísimo tiempo, ellos no lo merecían, son una asquerosidad de personas que se dedican a juzgar sin importarles absolutamente nada.