Una tormenta se había desatado por la hermosa cuidad de Nueva York, con pasos apurados la pequeña de Charlie se dirigía hacía su próximo encuentro. Últimamente sus poderes se han salido más de control que lo normal, eso no le impresionaba mucho lo que le había impresionado más fue saber que existía gente con los mismo problemas que ella mutantes era como se les llamaba, la palabra le resultaba un tanto insultante era como si fuera un sinónimo de fenómenos o al menos para los oídos de ella así se escuchaba, nunca podría referirse a ella misma como eso una mutante.

Al entrar al establecimiento busco con la mirada las características del hombre que le habían descrito pero no le encontraba se dio por vencida rápidamente –La paciencia en ella es escaza- se sentó en una silla y pidió un café, cuando el café llego le resulto divertido comenzar a jugar un poco con su poder, sin importarle que alguien le viera movió su mano y con aquel suave movimiento dirigió la cuchara hacia el interior del café moviéndola lentamente y se perdió en aquel remolino que había formado dentro del café, cuando una mano toco su hombro alzo la vista para toparse con un hombre de aspecto extraño, llamativo, como le quieras decir. -¿James Howlett?- Preguntó alzando una ceja, cuando el hombre confirmo su identidad le dedico una mirada un tanto altanera. -¿No te han dicho que dejar esperando a una dama es de mala educación?- Inquirió dándole un sorbo a su café.

Alzo una ceja, vale aquel hombre si que tenía carácter, un carácter muy parecido a el de ella, le miro prender un puro y alzo una ceja, aquel hombre en vez de provocarle miedo o respeto solo le provocaba una enorme curiosidad, le dio otro sorbo a su café mientras le miraba estudiando cada rasgo de su rostro. –Charles- Le dijo secamente. Le escucho con atención y una vez que termino de hablar, alzo una ceja, menudo hombre que le habían recomendado ella esperaba a alguien más “educado” no a… pues esto, el humo de aquel puro comenzó a molestarle por lo que no dudo ni dos minutos estirar su brazo. –Primero que nada- Tomo el puro arrebatándolo de su boca y tirándolo al suelo. –Deja eso, me molesta, en segunda se que no te agrada la idea de estar aquí, por lo que esta bien para mi a mi tampoco me agrada, solo quiero unas cuantas respuestas y te aseguro que no volverás a saber nada de mi ni yo de ti y todos felices ¿Bien?- La pequeña Charlie, tenía agallas puesto que no se dejaba intimidar por nada ni por nadie, tantos años siendo victima de varios abusos le dio aquel carácter que tanto le caracterizaba, sostuvo la mirada con aquel hombre sin siquiera titubear esperando demostrarle que no le intimidaba en lo más mínimo.

-La primera pregunta es, ¿Tú eres un…- Buscaba otra palabra que no fuera “mutante” siempre se le había hecho un insulto en vez de un simple adjetivo calificativo. –¿Uno de ellos?- Pregunto. –Y si lo eres ¿Quiere decir que hay mas como nosotros? ¿Porqué somos esto? ¿Hay alguna forma de cambiar lo que somos?- Le empezó a bombardear de preguntas, Charlie parecía una niña pequeña que estaba pasando por la etapa de los “porques” pero no podían culparle aquello era nuevo para ella, era duro tener que adaptarse a algo que toda su vida había desconocido e ignorado, muchas veces había creído estar perdiendo la cordura pero desgraciadamente nada era producto de su imaginación, todo era real, muy real.

La chica no dejaba de mirar a aquel hombre, no dejaba de estudiar su fisonomía facial con sus ojos y es que no podía negarlo algo en él era llamativo, había algo en él que era “peculiar”, dio otro trago a su café sintiendo como poco a poco se le iba quitando lo caliente con cada trago que daba. Su respuesta la desanimo un poco en realidad pensaba que aquello se podía cambiar pues es que ella aun no lo veía como parte de ella, veía aquello como algo que había arruinado su vida, algo que le impedía ser normal. –Lo sé- Dijo secamente perdiendo su mirada en aquel liquido oscuro del café pero rápidamente alzo la vista y como si se tratara de una niña pequeña llena de curiosidad le miro. -¿Cómo puedo hacer eso si ni si quiera puedo controlar lo que siento? Ya he herido a mucha gente que quiero por culpa de esto- Le enseño sus manos, como si pequeñas y delicadas manos fueran un arma letal, sus manos comenzaron a temblar por defecto.

No podía soportar lastimar a mas gente ella misma, simplemente no podía, no podía soportar que le rechazaran otra vez pues antes ya había recibido muchas rechazos, tanto que aquello se había vuelto una especie de fobia, pero jamás lo daba a relucir ¿Por qué? Porque ella era una chica fuerte, era una guerrera ó al menos quería aparentar aquello. Miro al hombre que estaba enfrente de ella como podía hablar tan tranquilo, como podía tener una vida normal o al menos eso aparentaba. -¿Y tú has sabido lidiar con tú poder?- Pregunto curiosa, mientras volvia a examinarle con la mirada.