Habitualmente, las tardes en la base de los Renegados se pasaban muy rápido. En cambio, hoy no era ese tipo de tarde. La mayoría se habían ido a una misión especial que les había encargado Raven, una misión de la que carezco de información. Los demás, nos habíamos quedado a guardar las alcantarillas por si alguien intentaba acceder, no íbamos a dejar esto sin ninguna protección, claro. Habían unos pocos que se lo habían tomado en serio y estaban patrullando, y otros... jugaban al póquer simulando que de verdad protegían la base. Bueno, mientras pase algo y actúen en vez de seguir con las cartas... no voy a ser yo el que critique su forma de hacer guardia.

Yo, en cambio, estaba repasando cosas importantes sobre la organización en una sala especial. Principalmente, me fijé en los datos de la misión que se estaba realizando a cabo. ¿Buenas o malas intenciones? fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Eso era algo que desde siempre me ha hecho reír. Un día robamos al banco, al otro donamos sangre, un día secuestramos a un pez gordo, y al otro acabamos con unos peligrosos terroristas. No necesariamente es verdad, pero a lo que me refiero es lo que malvados que podemos parecer un día y lo bondadosos otro.

El lugar, salvo por las risas y las quejas de los jugadores profesionales de póquer, estaba bastante silencioso. Desconocía si Raven había ido a la misión o se encontraba en las alcantarillas, la verdad es que no le había visto en todo lo que llevaba de tarde.
A estas alturas, dudaba de si unirme a las cartas, patrullar, o continuar allí, observando planos y escrituras. No lo decía, pero en su interior esperaba... esperaba algo, acción, una nueva misión. Era como si su umbrakinesis se estuviera oxidando.

Poco a poco iba teniendo la suficiente confianza en los mutantes que poco a poco se habían unido a ella para dejarles al cargo de algunas misiones. Misiones que por supuesto se había encargado de planear hasta el más minimo detalle antes de darse por satisfecha. Pero descubrió que también era agradable no tener que hacerlo absolutamente todo.
Por eso aquella tarde había decidido quedarse en las alcantarillas, que después de todo el dinero conseguido con los robos parecía todo menos una alcantarilla. De hecho habían conseguido arreglarlo lo suficiente para que fuera un hogar agradable. Un hogar para ella, pero también para todos aquellos que se habían querido unir a ella, porque consideraban que no tenían otro lugar en el mundo.

Obviamente estaba enterada de absolutamente todo lo que pasaba entre sus renegados. Sabía que algunos que debían estar vigilando jugaban a póquer, otros pocos estaban cumpliendo sus órdenes de vigilar y Frederick había aprovechado para repasar detalles de los planes que se estaban llevando a cabo.

Le gustaba ese muchacho, era serio y siempre cumplia con lo que le pedía sin preguntar. Sin duda era uno de los que tendría en cuenta si algún día necesitaba alguien de confianza para algo importante.
Con su andar silencioso y luciendo su aspecto original se unió a él, observándole sin decir nada al tiempo que se sentaba encima de la mesa llena de papeles, cruzando las piernas.

- De esos todavía no he hablado con nadie. He estado investigando los casinos de Las Vegas. Se puede conseguir montones de dinero, y ya es hora de ampliar horizontes lejos de Nueva York. Un robo a gran escala, y quizás incluso podremos encontrar una mansión para vivir, y dejar las alcantarillas. - no le molestaba compartir sus planes con aquellos que sentía que lo merecían. Y hasta incluso tenía en cuenta sus opiniones... algunas veces, cuando estaba de buen humor.

Ni siquiera se molestó en girar la vista al oír un débil andar detrás suya. Supuso quién era, pero sus sospechas se vieron confirmadas al ver una figura de piel azul y cabellos pelirrojos. Al parecer no se había ido a la misión como pensó anteriormente. Dirigió lentamente su vista hacia Raven y se quedó mirándola hasta que acabó de hablar. Estaba de acuerdo con lo que dijo, Nueva York comenzaba a parecerle algo tediosa... ¿Las Vegas, eh? Eso sí que sería un buen robo... -contestó.

Dejó de apoyar sus manos sobre la mesa y se cruzó de brazos, analizando el supuesto robo. Iba a ser una misión diferente, claro está. Ya no es un banco en el que hay ocho personas y el de seguridad, es un casino, y encima en las Vegas, con lo cual habrían cientos de ludópatas por las salas. Aunque pensando en lo distraídos que estarían con las tragaperras, no se darían cuenta de quién ha entrado y quién ha salido. De todas formas era algo que le atraía... era responsable, pero también le gustaba sentir la adrenalina en su cuerpo.
Y eso era algo que, sólo los Renegados le podían hacer sentir.

Claro que, evaluando la misión en el mapa, es cierto que las Vegas estaban bastante lejos de Nueva York. Aún así, pensó que sería buena idea. Quizás así escuchaban cosas de los Renegados en toda las zonas que rodeaban Nevada.

- Si me permites, cuenta con mi apoyo para organizarlo todo. - le comentó en señal de estar de acuerdo. También le interesó lo que dijo sobre la mansión. Las alcantarillas estaban bien, y por ahora nadie les había descubierto, pero no era lo más cómodo, eso desde luego. Quizás, si conseguían una mansión y la camuflaban a la perfección, nadie se daría cuenta y estarían mucho más cómodos que en el subsuelo.

Evidentemente no necesitaba que nadie le dijera lo que era un buen plan y lo que no lo era (aunque evidentemente sabía que todos sus planes eran buenos, y a la vista estaba). Pero siempre era agradable oírlo y aquello la animó a seguir hablando. Igualmente necesitaba a alguien que la acompañara a un viaje de reconocimiento hasta ahí, y Fred parecía una buena opción: era de confianza, jugaba en otra liga así que seguro que no había distracciones de tipo sentimental-hormonal y tenía una mutación interesante.

- Necesito a alguien que me acompañe. Un viaje hasta Las Vegas. Veremos que cara tienen los guardias, los jefes de sala, los encargados... Robaremos targetas de seguridad y volveremos para trazar un plan.

Necesitaba tener referencias para saber que aspecto debía adoptar. Necesitaban también un modo seguro de entrar en las zonas seguras de los casinos, que en ocasiones tenían más seguridad que un banco. De hecho, probablemente fuera un juego emocionante, cosa que la hacía sonreir con anticipación, porque hacía tiempo que ninguna misión la motivaba especialmente. Sólo eran pura rutina.

- Saldremos en dos días. Es una suerte que no pueda haber un malentendido o alguien que se ponga celoso con nosotros dos viajando juntos. - no es que se metiera en la vida de sus renegados. En realidad todos tenían libertad para hacer lo que quisieran con su vida privada, pero las alcantarillas eran un lugar cerrado y al final todo se sabía. Y precisamente sabía que a Fred sus encantos femeninos le daban absolutamente igual, y por eso seguramente podía relajarse completamente en su presencia.