Muchos dirían que tener que soportar el terrible invierno en Alemania seria un castigo, pero el albino la pasaba bien donde estaba, tenia una vista maravillosa de la ciudad tras haberse escapado de la hermandad hace ya unas semanas. Quería "libertad" poder pensar por si mismo y no tener que seguir las ordenes de cualquiera que viniera a pedirle un favor para destruir a un ser. Todo era tan calmo cuando estabas en el campanario de la Catedral de San Pedro en Bremen, su poca iluminación y personas ignorantes de los mutantes que vivían a su alrededor era lo único que veía, sus ojos se clavaban en las luces mientras se abrigaba tembloroso con una manta y mordía una barra dulce preguntándose donde estaba su hermana.

Sonidos vacilantes provenientes del sur del campanario hizo que el albino girara tan solo un poco su cuerpo, sus labios estaban color cereza y su piel ya hacia contraste con sus cabellos aunque el ignorara por completo su estado físico, a fin de cuentas...¿Que era el sin Wanda?. Sin lo único que de verdad se preocupaba por el y podía confiar, algo digno de alabar y mantenerse con un perfil bajo, no tenia fuerzas como para luchar por mas abrigado que se encontrara y el vaho gélido saliera de sus labios mientras se acurrucaba en un lecho de paja que le habían preparado por unos días el monje encargado del sonar del campanario a las madrugadas.

-Vaya suerte. Gruñó, al acariciarse sus cabellos viendo la hermosa luna llegando a gatear al borde de la cima del lugar quedándose maravillado, sin duda la mejor luna menguante que hubiera visto en su vida, tan brillante y llena de vida que lograba arrebatar y calentar su cuerpo con una suave sonrisa infantil. Levantándose perezoso del suelo sacudiéndose las ropas e ir a investigar, mas que todo distraer su mente para no volver a aquel lugar...¿Que ganaba con verse con su "padre"?..¿Acaso le importaba si quiera tener su apoyo? ¡Ja!. Seguro siempre había sido un arma para él y mas que alegrarse, le dolía...Ardía como si tuviera una daga clavada en su pecho por culpa de una traición que ni el sabia como terminarla.

¡¡Oh por favor! tampoco el menor era de piedra, mostraba sus debilidades mas que nada cuando estaba desprotegido y sin nadie en quien consolarse, escuchándose pequeños gimoteos, apenas se recostó en una de las paredes y cubría su rostro, dejándose caer lentamente hasta quedarías veces sin querer hacerlo...¡No quería volver! ¿Pero que otro motivo tenia?. Necesitaba aunque sea una figura que le ayudara a seguir adelante sin tener que escuchar regaños de su parte...Algo que sin duda...Le arrebatara una pequeña sonrisa.