Tiró una vez más de Elizabeth. Pero no, la joven parecía no tener ganas de llegar lo más rápido posible a la zona del barco, donde Kitty quería subirse. ¡Aquel día era gratis! Volvió a tirar de ella una vez más, agarrando su mano y haciendo fuerza para llevarla como fuera hacia el puerto. - Venga Eli, que yo quiero montar en barco. - Pero era tarde. Cuando consiguieron llegar a la zona de donde salía el barco, ya no había barco al que subirse. Las puertas acababan de cerrarse y policía impedía el paso a más gente. - ¡Eli, que yo quería montar! - Dio un pisotón fuerte al suelo y miró a la morena. - Pues ahora me compras un helado, por lenta.

Como una niña pequeña, se giró sobre si misma y pasó entre la multitud hasta donde había un puesto de helado. - Tanta mutación junta para que no sepas moverte lo suficientemente rápido para llegar a tiempo al barco... ¡Era un barco gratis! - Negó con la cabeza y esperó a que el hombre del gorro de los helados se girara para hacer caso a las dos nuevas clientas que aguardaban a su lado.

Patata:

Si Kitty seguía estirando tanto del brazo de Elizabeth se lo arrancaría. La aglomeración de gente en aquel lugar incomodaban a la joven que era arrastrada hacia el puerto donde se suponía que estaría la embarcación esperándolas, pero que de algún modo ya no las esperaba tanto. - Tampoco pasa nada. Ya volverá... ¿No? - Dijo la chica algo dubitativa de su propia respuesta. Sin embargo, la reacción de la chica, hizo reír a Betsy, y eso quizás también hizo que aumentara el berrinche de Kitty.

Esta vez más atenta, siguió los pasos de la joven entre el gentío, para luego suspirar negando con la cabeza cuando ya habían llegado al puesto de helados. - Si dejas de quejarte, para tu cumpleaños te compro un barco. - Comentó con una sonrisa ladina, volviendo después su mirada atenta hacia el hombre de los helados. - Dos de chocolate blanco, por favor. - Pidió amablemente levantando el dedo índice y corazón. Betsy sabía que ese era el sabor favorito de Kitty, y eso era un pequeño paso para que dejara de molestar con sus quejas. Pagó al hombre, cogió los helados y se dirigió hacia la chica apartándose ambas de la cola de los helados. - Como hemos perdido el barco por mi culpa... - dijo tendiéndole el helado en son de paz. - Te permito elegir otra cosa para hacer en la dichosa Isla de la libertad.

Y ahí estaba Leah, observando a la multitud con su típica cara de asco hacia los humanos, era obvio que la chica no quería estar allí ni un segundo más pero tenía que, Erik quería que los miembros de la hermandad se mezclaran con los demás invitados y analizar sus movimientos, él sabía a la perfección que más de un mutante estaría rondando por el lugar y a decir verdad, Leah también lo pensó y esa fue la única razón que mantuvo a la chica en aquella isla, era la oportunidad perfecta para reclutar a más mutantes a la causa, sin embargo todo parecía estar en orden. Por lo que Leah se decantó por pedir un helado y seguir observando, siempre manteniendo el margen.

A sus ojos, era demasiado hipócrita lo que estaba ocurriendo, pretender que todo estaba bien cuando era claro que no lo estaba, humanos y mutantes coexistiendo y lo más absurdo es que los mutantes lo permitieran, Leah no comprendía la forma de pensar de estas personas. ¿Acaso era ella la que estaba equivocada? ¿existía aunque sea la mínima posibilidad de vivir en paz? nadie merecía el desprecio por el cual tuvo que pasar Leah gran parte de su infancia y aunque eso no tuvo nada que ver con el ser mutante, ellos no dudaron en matarla cuando se enteraron de la verdad ¿Porque debía hacerlo ella?, Soltó un pequeño suspiro y se desplazo por el lugar, intentando imitar la ridícula cara de felicidad de la mayoría de los presentes.

Ambas habían pasado el día fuera de la Academia por alguna extraña celebración propia de Nueva York que Kitty ignoraba, pero total, era un día libre, ¿Por qué buscarle más sentido del que era realmente importante? Habían acabado comiendo en una pizzería y finalmente cogiendo un barco para ir al isla donde se encontraba la estatua que tan fea le parecía a la castaña. Kitty pretendía pasar el día montando en el barco porque aquel día era gratis, pero parecía que tendría que conformarse con un helado, que por suerte, fue su favorito y no hizo ningún feo. – Prefiero un erizo. – Nunca había tenido mascotas, tan solo peluches, como aquel dragón morado del que rara vez se separaba durante la noche. Con dieciséis años dormía con peluches, efectivamente.

Cogió el helado y negó con la cabeza mirando a la morena. No pensaba darle la razón, era demasiado cabezota para ello. - ¿Y aquí que se puede hacer? – Se encogió de hombros y miró entre la multitud al tiempo que caminaba en dirección a un pequeño banco sobre el cual acabó por sentarse. - ¿A quién se le ocurrió construir una estatua tan fea? Es que es fea, yo no la veo bonita. – Miró a Eli de reojo, quizá a ella si le gustase aquella estatua antiestética.

No tenía intención ninguna de ir a aquella tontería patriotica que organizaban los humanos todos los años. Se habría quedado en la tranquilidad de las alcantarillas porque casi todos los suyos habrían ido al evento.
Pero Ginger la había convencido de salir, Zaneta se había unido a la petición y al final... Bueno, había terminado recordando lo que era la diversión y que últimamente estaba muy faltada de ella.

Había elegido un aspecto radicalmente distinto a cualquiera de los suyos habituales, porque no quería que hubiera algún mutante incómodo de su pasado que pudiera reconocerla. Y en cuanto llegó supo que lo había hecho bien, porque tal y como si llamara su atención de un modo indignante, vio a Erik, evaluando a los presentes, seguramente intentando asegurar si había mutantes o no entre los presentes.

- Ese es Magneto. - dijo simplemente, pues ellos sabrían ya todo lo que es significaba. La Hermandad era peligrosa y debían mantenerse apartados - No le prestéis más atención de la necesaria y vamos a procurarnos algodón de azúcar. Creo que hace siglos que no como algo dulce. Yo invito. - porque estaba ahí para divertirse, y Erik Lehnsherr no iba a fastidiarle eso también.

Kurt hubiera preferido no tener que complicarse la vida en ese evento social buscando la manera de ocultarse y pasar desapercibido. A ver, es azul. Es imposible pasar desapercibido. Pero todos los de su habitación le habían convencido y la verdad es que... no iba a mentir, prefería ir con todos, aunque no fuera con nadie. Era una mierda que todos pudieran ir "cogidos de la mano" o en grupo, pues Kurt, a plena luz del día lo único que podía hacer era ir de tejado en tejado. Muchos le habían dado la opción de ponerse una capucha y esconderse la cola. Pero joder, tampoco quería parecer un traficante o un indigente. Por lo que siguió de lejos a sus compañeros, sin ser visto por nadie. A pesar de estar en los tejados de los grandes edificios y demás, llevaba la capucha puesta, para miradas indebidas.

Él no iba a coger el barco, ni tampoco ir a la parte baja de la estatua de la libertad. Ya que iba y probablemente estuviera solo, prefería ir por lo alto. Observó la parte alta de la estatua de la libertad y se teletransportó allí, justo por encima de la corona, por lo que si la gente miraba desde ésta, nadie podría verlo. Aquella parte era ligeramente inclinada, pero él se adhería bastante bien a las superficies.

Esperaría a que sus amigos subieran al habitáculo de la corona para poder asomarse y tener algo de conversación, aunque para eso todavía quedaba mucho.

OFF: Esto, señores, es ser un forever alone CON EXCUSA.

A pesar de que hacía un calor sofocante, yo estaba decidida a presentarme en aquella fiesta. Había visto el anuncio en las calles varias veces, y yo tenía que estar allí. Oh, vamos, ¿qué es una fiesta sin mí? ¡Algo completamente aburrido, sin duda! Así que me decidí a dirigirme a allí, poniéndome mi mejor modelito. Un vestido color blanco con algo de vuelo y sin mangas, coronado por unos tacones del mismo color. Me miré en el espejo con una sonrisa amplia y salí de mi casa.

El viaje en barco se me hizo hasta corto. Sabía que habrían más mutantes de la Hermandad por allá, aunque seguramente no podría verlos entre tanta gente. Bajé entonces y me dirigí hacia el parque central, con pasitos cortos y rápidos, contemplando la enorme estatua que se alzaba ante mí. No puedo negar que aún después de vivir allí desde siempre, aún me sorprendía su magnificencia.

A lo lejos pude ver al líder de la Hermandad, Erik, también conocido como Magneto. Sin duda no era un tipo muy cercano con su grupo, o por lo menos no con todos. Sabía lo difícil que era montar una revolución, pero un poco de atención... ¡la necesitaba, hombre! Si no, ya me preocuparía yo de encontrar un sitio donde valoraran mi potencial. Me procuré algo de beber y le di un trago tratando de manchar lo menos posible el vaso con mi pintalabios rosa palo, y miré alrededor intentando ver a alguien interesante con quien conversar.

Ropa:

Salir a tomar un poco de aire podía sentar muy bien al cuerpo, por eso mismo se unió a Ginger junto a Raven para ir a la conferencia esa patriótica de la cual todos hablaban. Quería pasárselo bien un rato como… ¿un humano quizás? Hacer cosas normales y todo ese rollo. Por supuesto llevaría su máscara, quizás llamaría la atención de muchos pero esa máscara significaba mucho para él para ahora quitársela. Nunca nadie ha visto su verdadero rostro y por supuesto hoy no era el día especial para mostrarlo a la multitud.

Optó ir vestido con un traje gris con una corbata amarilla, pero no amarillo chillón el cual llama la atención a tres kilómetros, un amarillo más apagado. Cuanto estuvieron listos marcharon hacia allá. Había multitud de gente celebrando este día y dando accesorios patrióticos. Zaneta se puso la bandera de los estados unidos por el brazo, sujeta con un lazo que había hecho él, por supuesto era una versión en miniatura de bandera, no una gigante.

¿Algodón de azúcar? – Preguntó curioso. Hace mucho tiempo que tampoco había probado ese dulce. Lo de Magneto le había quedado claro y no iba a preguntar más sobre ese asunto, era un hombre peligroso y de poca confianza. – Bueno, si invitas no me niego a comer. – Dijo con un toque de humor mientras se encaminaban hacia el puesto de chucherías y demás cosas alimenticias. – Espero que hagan algo interesante y no sea un muermo todo esto.

La vista de Azazel se dirigió velozmente en cuanto sintió a uno usando sus poderes. La corona de la estatua de la libertad. Lo había sentido; el cercano olor a azufre y la presencia del ejercicio del poder de teletransporte. No pudo evitar soltar una risa excitada; lo había encontrado. En un segundo ya no estaba ahí.

Azazel se había teletransportado raudamente hacia la misma posición donde estaba el joven. La piel azul y una cola notoriamente similar a la propia. Sin mucha piedad la pisó. - Quieto. - Sonrió esperando que este girase la cabeza y pudiera ver el rostro de su creación; hacía muchos años que había dado por muerta a su madre, sin embargo al derrumbarse dicha teoría la existencia de su hijo aun era probable. Aunque no tenía la total certeza estaba seguro de que este joven podía serlo, y como todo joven él solo expondría su naturaleza.

- ¿Quién eres? - Cuestionó con la sonrisa ladina desde atrás. Aun no era tiempo de ejercer control mental.

Kurt estaba sobre las placas de cobre en la corona de la estatua de la libertad tomando el sol. Las manos yacían detrás de su cabeza y sus ojos estaban cerrado, a la espera de hacer simplemente tiempo. El chico de repente, no sólo olió su característico olor -pues para él el olor del azufre quemado, era simplemente de él-, sino que aparte, sintió como algo le pisaba la cola. Mira que podría haber recibido burlas durante todos sus años, pero nadie jamás le había pisado la cola. Abrió los ojos de golpe al darse cuenta que no estaba solo y se giró hacia la izquierda. Sus ojos se encontraron con los de un mutante de color rojo y la expresión de Kurt cambió radicalmente al ver que poseía una cola tan similar a la de él. Además, ¿el poder? ¿Cómo había llegado allí? Kurt se mantuvo quieto. ¡Cómo para querer moverse ante el porte tan serio y autoritario que aquel mutante parecía ejercer por sí solo! Se intentó recomponer de su posición pero no lo consiguió, pues volvió a hablarle, preguntándole que quién era. Iba a usar su alias, más era consciente que alguien como él no quería un alias.

— K-kurt... —dudó en decir, serenándose—. Aunque quizás deberías presentarte tú primero.

El chico intentó tirar de su cola, para volver a adjudicársela y poder levantarse, para quedarse de pie en frente de él y no sentirse todavía más cohibido ante su presencia.

La pregunta que le había lanzado Kitty dejó a Betsy bastante pensativa. Solo veía dos opciones: Dar veinte vueltas a la estatua o subir centro de ella. Así que se limitó a mirar a la joven e imitar su gesto encogiéndose de hombros algo confusa. Elizabeth la siguió hasta el bando donde se sentó Kitty y seguidamente ella. – Bueno…- suspiró después de escucharla hablar sobre la estátua, levantando la cabeza para mirarla más detenidamente. – Los franceses siempre han tenido un gusto extraño…- Comentó sin apartar la vista de la gigantesca estatua. Ella siempre había pensado que esa mujer tenía cara de poco amigos, parecía representar el acto de liberar a alguien después de una larga lucha. ¿Era eso lo que los franceses quería decir?

La voz de alguien que se acercaba por detrás la despistó de todo. – Oh, Hola Colin. – Dijo con una amable sonrisa, girándose en el banco buscando su cara entre la gente. – Si, enorme.- Asintió mirando la estatua con el rabillo del ojo sin perder de vista al chico. – Pero Kitty piensa que es muy fea. ¿Tú que crees? – Preguntó inclinando la cabeza hacia un lado, aún con la sonrisa en los labios. Colin era uno más de los alumnos del instituto al que asistían ambas, de ahí que no le sorprendiera mucho verlo por la Isla. – Siéntate con nosotras y danos tu increíble opinión sobre la belleza de la dama. – Soltó de la manera más poética que pudo, invitándolo a quedarse un rato con ellas por aquel lugar.

Los ojos de la castaña se perdieron en la inmensidad de aquella figura de mujer que sujetaba una antorcha y llevaba una curiosa corona sobre la cabeza. Escuchó la explicación de Eli acerca aquella construcción y asintió. – Me has resuelto todas mis dudas. – Ironizó la castaña antes de volver a bajar la vista para centrarse en su helado, pues conociendo su capacidad para acabar derramando la comida y  la bebida sobre su ropa, acabaría con una bonita y visible mancha en mitad de la camiseta.

En aquel momento uno de sus compañeros de la Academia apareció salido de la nada. Kitty se asustó y dio un pequeño bote sobre el banco, haciendo que todo el helado saliese disparado hacia delante. Por suerte, Colin venía de la dirección opuesta y el helado no fue directo a mancharlo. – No es tan fea como lo es mi helado. – Miró a Colin con cara de cordero degollado y negó con la cabeza. – Al menos quedaba poco. – Se encogió de hombros y subió sus piernas al banco, quedando sentada cual indio en aquel pequeño espacio de madera, donde todavía quedaba sitio para el nuevo acompañante. - ¿Cuánto crees que mide? – Preguntó a Colin levantando la vista hacia la construcción que tan fea le parecía segundos antes. Ahora no lo decía porque con Colin no tenía tanta confianza como podía tenerla con Elizabeth, y precisamente Kitty no se caracterizaba por su falta de timidez en momentos como aquel.

OFF: COLIN, ES 1982, NO HAY TELÉFONOS.

Interacción: Mystique & Magneto

Metió las manos dentro de sus bolsillos, tranquilo y relajado justo después de haberse separado de Colin. El lugar estaba lleno de confetti, habían globos de color blanco, rojo y azul; habían banderas de los Estados Unidos por todos lados y la figura del presidente en una pancarta de promoción justo al frente de la estatua de la libertad —Aburrido....— dijo entre-cortadas al no ver a nadie que le interesáse. Colin ya iba con su grupo de amigos, mientras que él, trataba de distanciarse lo más de los demás buscando a una figura en particular. Y para cuando un enorme poder y presencia mental le punzó en la frente como una aguja, se giró para ver a la figura de quién debía ser Erik Lensherr. Había quedado en reunirse con él, pero todo debía ser lo más discreto posible.

Se llevó a una chica morena (Raven) en su pasr. La golpeó con el hombro hasta casi el punto de tumbarla. Se giró hacia ella sin siquiera pedirle disculpas antes de llegar hasta donde se encontraba él. Varios pensamientos eran neutralizados por el telépata en su basto control sobre qué oir y qué no. —Ya estoy aquí— comentó tranquilo, manteniendo las distancias y haciendo que sus hombros señalaran por dónde el río de personas caminaba, apretando sus manos hacia el interior de sus bolsillos. —Colin también lo está.—

Interacción: Raven & Zaneta

Apenas había escuchado hablar de la celebración para el presidente, y más tarde haberse encontrado casualmente un afiche donde citaban la misma, que Ginger había querido saber de qué trataría. No sabía exactamente qué era lo que le llamaba más la atención, si visitar el lugar donde estuviese la gran estatua o ver a las personas tan comprometidas con su patria por ese día, pero si podía ir, intentaría. No había nada que perder. Por esa razón se lo había propuesto a Raven, creía que en un principio ésta lo encontraría ridículo, mas, por suerte se le unió al bando Zaneta con quien al parecer, lograron convencerla de que fueran.

La pelirroja no podía estar más contenta, casi parecía la hermanita pequeña de sus compañeros, mas le era inevitable, hacía mucho tiempo que no participaba en algún evento alegre; incluso había aceptado encantada el collar de guirnaldas que le había ofrecido una persona, la que fue a terminar en su cabeza, adornado su colorido cabello. No obstante, todo entusiasmo se vio temporalmente detenido en cuanto escuchó a su líder hablar de Magneto. Inconscientemente Ginger dirigió la mirada a los lados, si es que tenía la suerte de identificarlo, pero no lo consiguió, y aunque le llamaba la atención lo que se decía de él, no quería entrometerse demasiado. — ¡Uy, sí, algodón de azúcar! Muchas gracias —Accedió a la advertencia, mostrando su emoción por lo propuesto. Rió por el comentario de Zaneta. — Sería demasiado injusto que lo arruinasen —Hizo un breve puchero, que deshizo después con una sonrisa.

Colin camino para colocarse delante de las chicas, las cuales se encontraban sentada en el banco. Para nada quería suponerles un estorbo a Elizabeth y Katherine, solo iba a pasarse a saludarlas y a emprender de nuevo el camino, pero estas comenzaron a entablar conversación con el gemelo haciendo que se sentara en el banco mientras esperaba a ver si llegaban los tardones de sus amigos. Pudo fijarse también en la reacción que tuvo una de las chicas al verlo,  la cual parecía haberse llevado un susto.

La belleza es algo subjetivo, cada uno tiene sus propios gustos ...-dijo Colin mirando fijamente la estatua y buscando algún tipo de belleza en ella- A mi simplemente me parece una obra de arte que tiene un gran significado -dijo girando su rostro para  tener campo visual con las chicas- Creo que su tamaño ronda los 90 m, lo se porque una vez tuve que hacer un trabajo de ella, y fue muy aburrido ... -dijo dibujando una curvatura en la comisura de sus labios a modo de sonrisa - Y siento lo de tu helado  Katherine -dijo mirando al suelo una parte del helado que se le había caído a la chica. - Espero que esto se motive un poco porque sino terminare por aburrirme -dijo estirando un poco sus extremidades.

Contuvo una carcajada al ver como el helado de la joven caía al suelo, por un momento pensó que la pobre Kitty estaría viéndolo caer a cámara lenta. Miró su helado, a medio comer y algo derretido. -Si quieres el mío lo puedes coger, pero será ahora o nunca. - Dijo con una sonrisa dibujada en el rostro.

Elizabeth asintió sin dejar de mirar la estatua mientras Luke les explicaba la altura. Lo cierto es que ella no imaginaba que fuera tan grande, desde las postales se veía mucho más pequeña. - Los franceses siempre han tenido gustos raros. - Repitió en voz alta casi sin darse cuenta. Bajó la mirada a sus acompañantes cuando Luke dijo algo referido al ambiente. - ¿Luego que hacen? ¿Lanzan fuegos artificiales? ¿Cantan el himno? ¿Nos mandan a casa a patadas? - Pregunté seguidamente intentando adivinar que función tenía esta festividad, pues, al ser de Inglaterra sus conocimientos sobre tradiciones Estadounidenses eran algo limitadas. -Por lo menos espero que sea algo entretenido, al menos de ver... si pretenden que nos quedemos toda la noche mirando la estatua van listos. - Comentó la chica agitando la cabeza, pues con solo pensar en quedarse horas y horas mirando aquella dama gigante le daba dolor de cuello.

Kitty era una de esas personas cuya atención podía estar en un punto fijo durante gran parte de tiempo. Pero tendía a estar tan pendiente de las cosas que sucedían a su alrededor, que era incapaz de prestar atención realmente a algo. Como en aquel momento, que estaba más pendiente de cómo las hormigas iban en dirección a su helado estampado contra el suelo que a la conversación que estaba sucediendo a su alrededor.  - ¿Eh? No, no, ya no quería más. – También era cierto, tendía a cansarse rápido de la comida, era más gula que otra cosa.

Escuchó la información sobre aquella estatua, la cual seguía siendo fea por mucho que hablaran de ella, y afirmó con la cabeza. - ¿Katherine? Vaya, pareces mi madre cuando está enfadada. Mejor Kitty, me pega más. Por eso de la altura y tal...– Sonrió. Poca gente usaba su nombre completo para referirse a ella. Y decir poca gente es como decir nadie. - ¿Van a hacer algo? Seguro que nos  dan banderitas para que las levantemos o algo así. – Lo normal en América, pero Kitty aún no estaba acostumbrada y eso que llevaba toda su vida allí. Se giró para mirar a Eli con una sonrisa de oreja a oreja. – Si nos aburrimos, siempre podemos entrar a la estatua. – Miró a Colin con la misma sonrisa. – Se puede visitar, ¿No? – Llevaba dos años en la ciudad y jamás había entrado, pero suponía que se podía, pues mucha gente hablaba de las vistas de aquel lugar.

Interacción: Zaneta & Ginger, y secundariamente Erik & Samuel.

No tenía más intención de prestarle a Erik y sus secuaces más atención de la que hubiera sido necesaria, pero aquello se complicó cuando uno de ellos pasó corriendo por su lado, dándole un golpe tan fuerte que hizo que perdiera ligeramente el equilibrio, seguramente con demasiada prisa. Aquello hizo que mirara al tipo en cuestión y a Erik, dejando que sus ojos amarillos de reptil se manifestaran en el rostro de la chica morena que había adoptado para ese día, una mirada llena de ira. Tan solo unos segundos antes de volver la atención hacia sus acompañantes y a los algodones de azúcar que les habían empezado a preparar.

Pagó al señor del pueso y les tendió uno a cada uno, quedándose el tercero para ella misma. Antes de empezar a comerlo, por eso, se bajó las gafas de sol que descansaban sobre su cabeza. Así no habría más lapsus con respecto al aspecto de sus ojos.

- No creo que haya mucha cosa que arruinar. Son solo un grupo de humanos siendo patrióticos. Algún suceso quizás lo haría... interesante. - dijo sonriente, porque de algún modo Raven no era mujer de eventos tranquilos.

- Tengo muchos nombres. Es indiferente ya que no conocerás ninguno de ellos. - Sostuvo levantando el pie de la cola ajena. No por algo ambos llevaban una cola aunque este mismo la tenía enrollada en la cintura. - De hecho es inherente en la siguiente pregunta. ¿Cómo llegaste hasta aquí arriba? - Consultó mirando sus ojos frente a frente; tenía el mismo color de piel que Mystic; la cual daba por muerta hacía muchísimos años. Y la presencia de una cola tan similar a la propia no parecía ser una simple coincidencia.

- Giró levemente la cabeza hacia la muchedumbre bajo sus pies. Y sostuvo que era muy probable que el joven era parte del grupo de Xavier. Probablemente era un mutante con dotes muy útiles. Los cuales no tenía interés en que siguieran con el enemigo; más aún cuando su existencia tenía otro propósito. - Si me enseñas el truco. Te diré mi nombre. - Sentenció acercándose al borde para mirar con atención. El otro no tenía nada que perder y Azazel mucho por descubrir. Su existencia probaba la existencia de Mystic.

Interacción: Magneto

Bufó por debajo con las palabras con las que le había regresado el magnetoquinético. Negó con la cabeza, mirando hacia los costados en busca de la mirada de su hermano, pero entre tanta gente poco se podía ver. —No se preocupe por eso. Tampoco tenía intenciones de presionarle. Tengo mi propia forma de atraerlo— dijo en un tono de voz normal, no había nada que ocultar en sus palabras y la verdad no había nadie que se pusiera entre tanto movimiento a estarles prestando atención. —Si usted quisiera ocultar su cara, se fuese traído una máscara. Mientras más misteriosos parezcamos, más atención nos pondrán. Permítame ser discreto a mi modo— volvió a comentar, mirando de nuevo la morena con la que se había tropezado hace un par de segundos —¿Tiene algo en mente?— divagó mirándole de medio lado, pasando una mano por su cabeza para acomodar el gorro que le acompañaba —Por cierto. Esa que ve por allá. Es Mística— resopló señalando con la mirada a la chica desde lo lejos y entre las personas. Había notado sus ojos de reptil en el momento en el que le tropezó —Haré lo que usted me pida hoy—