Interacción: Raven and Ginger

Deleitó su paladar con el algodón rosa de azúcar nada más tenerlo en su posesión, le dio un fuerte bocado porque el ansia le podía. Miró a Ginger ante su comentario y ladeó la cabeza, después miró a Raven e hizo lo mismo y al final miró al tío que se había chocado con la última con mala cara. Gracioso iba a ser lo que iba a venir después.
Sí, un poco de “acción” no vendría mal. Ejercicio para el cuerpo. – Sonrió leve y siguió comiendo su algodón de azúcar feliz, hace mucho que no lo probaba y le traía recuerdos, aunque recuerdos buenos que se volvían en malos.

La chica rubia que topó con Raven fue el colmo. Zaneta suspiró y negó con la cabeza. – Creo que hoy es el día de chocarse contigo, ¿me permites chocar mi hombro con el tuyo? – Preguntó sarcásticamente. El sarcasmo iba dirigido, claramente, a la rubia patosa si lograba escuchar. Después miró a Ginger y negó con la cabeza. – La gente está patosa hoy. – Susurró a la pelirroja al oído lo más bajo que pudo.

Aquella extraña criatura le daba respecto al joven Kurt. Era grande, imponente, su voz era seria y grave y parecía, aparentemente, tenerlo todo bajo control, algo que a Kurt le incomodaba por no tener ni idea de qué hacer. El hombre no quiso decirle el nombre, más el azulino se levantó de allí cuándo éste dejó de pisarle. Supuso que era consciente de lo que dolía que te pisaran una cola, ya que él tenía una. Preguntó por la manera de haber llegado allí arriba. Kurt suponía que él ya lo sabía, pero simplemente quería que el chico se lo dijera. En un principio iba a callárselo, pues él no parecía muy dado a intercambiar información, pero cuando el hombre le propuso ese intercambio, Kurt accedió. Quería saber el nombre de la persona con la que más parecido había acogido nunca.

— Teleportación —se teletransportó detrás de él— Pero algo me dice que ya lo sabías, ¿no? —se rascó la nuca, esperando a que el misterioso hombre se diese la vuelta— ¿Tú nombre?

Más no se quedó callado, si ahora mismo Kurt soltase todas las preguntas que podía tener podría hacer no terminaría. Pero había una que llamaba muchísimo a su interés, pues asumía que su poder era igual o parecido al de Kurt.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí encima? —preguntó. No todas las personas acogen este lugar como un buen pasatiempo.

Sonrío de costado al oír la voz detrás de él. Un acto de mucha valentía; considerando que lo estaba haciendo ante un completo desconocido. Siguiendo la misma acción del otro; apareció detrás de este y soltó con voz tranquila y simple. - Azazel, Beliar, Satanás. Depende del lugar, y el momento. - En un instante un bampf había aterrizado sobre el hombro ajeno. No habría mejor disposición que ver si el pequeño diablillo obedecía o no. Pequeños engendros hábiles para ser dominados por Neyaphems.

-El olor a azufre no suele ser un aroma de cocina. Y mucho menos si alguien lo realiza cerca mío. - Contestó viendo al personajillo que había aparecido. - ¿Te gusta? - Consultó entrecerrando los ojos y su propia cola se soltaba de su cintura para darse a ver. Era más cómodo estando libre.

Axel no entendía que hacía allí. Él de patriotismo y nacionalismo no entendía nada. Según sabía aquella fiesta sería presidida por el presidente y era muy importante. Veía a todos con los colores del país y cargando banderines incluso. Él estaba allí simplemente porque siguió a las masas y que estúpido se sentía por ello.

Fue un viaje corto, pero bastante incómodo, el ferry iba cargado de gente y todos amontonados se apretaban entre sí. Pero cuando llegó, el tamaño de la isla lo decepción. No obstante se quedó un buen rato observando la inmensa estatua de la libertad.
Llegó hasta el parque central de la isla y aun miraba la gigantesca figura de metal. —Increíble...— susurró para sí mismo.

El gemelo tenia la mirada perdida en algún punto de aquel parque, aunque eso no significase que pasara de las chicas, todo lo contrario, las estaba escuchando detenidamente aunque no las estuviera mirando. Sonrió por el comentario de Katherin respecto a su nombre  y ladeo la cabeza para mirarla - Ok, entonces te llamare Kitty a partir de ahora -dijo  dibujando una sonrisa en sus labios- No quiero que me veas como tu madre eso esta claro -dijo dirigiendo la mirada hacia Elizabeth- La verdad no tengo ni idea de lo que tienen planificado para nosotros, solo se que si no mejora el panorama me marchare de aquí y me ire a algún lugar mas entretenido a perder mi tiempo -dijo encogiéndose de hombros e imaginándose la tortura que seria pasar una noche sentado en un banco sin nada que hacer.

De repente el gemelo comenzó a mirar al cielo observando unas nubes extrañas que ocultaban las estrellas, lo extraño era que las nubes parecían  centrarse únicamente  sobre el parque, lo que hizo que el gemelo se pusiera alerta. - Me da a mi que algo raro esta pasando ... -dijo mirando a las chicas. Segundos después una gota de lluvia colisiono contra el rostro del chico, seguido de  mas gotas que comenzaron a apoderarse del lugar - ¡Aquí esta nuestra diversión chicas!  -dijo en tono irónico-  Seria bueno  buscar un sitio donde cubrirnos de la lluvia -dijo elevando su tono ante la agitación de la gente.

La multitud que huía de la entrada de la isla la llevó hasta el parque central. Lorna estaba asustada, algo demasiado peligroso debía haber pasado allí para que la multitud saliera corriendo de aquella manera. Deseaba encontrar a sus padres, en ese momento más que nunca. El tiempo había cambiado de repente, la fuerte lluvia la empapó en seguida, haciendo que su cabello se le pegara al rostro. Ya que estaba sola y atemorizada, decidió que debía seguir al resto de personas que la rodeaban, quienes aceleraban el paso a trompicones para refugiarse en alguna de las carpas.

El poco tiempo que tardó en llegar hasta una de aquellas carpas le pareció eterno, pero una vez que estuvo dentro se sintió segura, a salvo. Lorna se abrazó en un intento por calentar su piel de la fría y lluvia y esperó a que arreciara. No pasaba nada, solo una tormenta repentina.

Todo estaba tan tranquilo, con tan buen ambiente, que cuando el cielo empezó a tornarse oscuro y la lluvia empezó a caer sobre los tres jóvenes Elizabeth no pensó directamente en que alguien había hecho esto a propósito, y al parecer no era la única, ya Kitty y Colin se encontraban en la misma situación. - Si, y rápido, o me veo en el cuarto encerrada con Kitty con 40 de fiebre ambas. - Dijo levantándose de golpe del banco, y tendiéndoles las manos a los chicos para irse de allí en ese mismo instante.

Mientras la gente enloquecía y se aglomeraba debajo de un mismo sitio, ella sacó la chaqueta de cuero que llevaba en la mochila y se la colocó a Kitty sobre la cabeza. No quería tener que pasarse semanas haciéndole sopa y obligándola a que se quedara quieta en un mismo sitio durante horas. Sería un infierno tanto para Kitty, como para Betsy. - Vamos a aquella carpa. - Elevó la voz debido a los gritos histéricos de la gente, señalando con el dedo a una de las que menos gente tenía debajo, más que nada porque no soportaba estar pegada a tanta gente sin moverse y sin ver nada. Cuando llegaron allí, Elizabeth elevó la mirada al cielo, donde las nubes parecían haberse puesto de acuerdo para quedarse sobre la cabeza de la dama, la que era el centro de atención ese día. -Esto pinta extraño... - Murmuró cruzándose de brazos, intentando proporcionarse calor así misma.

Si aquella lluvia hubiera tenido lugar en cualquier otro momento, era posible que la gente no se alterara tanto cómo lo hacía en aquel momento. Pero no, estaban en plena celebración de algo que Kitty ni si quiera llegaba a comprender y debía resguardarse con el resto de gente que ahora vociferaba como si aquella lluvia fuera ácida y pudiera acabar con sus vidas al caer sobre ellos.  La castaña no medió palabra, sino que se limitó a asentir a las órdenes de sus dos acompañantes, ambos mayores y por tanto, solía hacerles caso en aquellas situaciones.

Las pequeñas piernas de Kitty avanzaron bajo la lluvia, aunque Eli había cubierto su cabeza con una chaqueta, aunque ella ni se había dado cuenta. Tan solo notaba que no se mojaba, y eso ya era más que suficiente para ella. Luego se preocuparía por la razón por la cual no se mojaba. – Venga, es solo agua… - Añadió recordando que pocas noches atrás otra tormenta como aquella surgió de la nada cuando veía una película con Jean. Miró a Eli contrariada por su último comentario. ¿Qué había raro en la lluvia? ¿Acaso había más mutantes como Ororo por aquel lugar? No lo sabía, y quizá pronto lo descubriera.

Habían quedado bajo aquella carpa, con cientos de personas rodeándoles y sin permitirles moverse de un lado a otro. No podía si quiera respirar, por lo que optó por situarse en una zona lateral de la carpa, donde a poco que se moviera, podía acabar empapada por la lluvia.

Había estado a punto de montar una escena con gritos y demás en cuanto una segunda persona chocó con ella, pensando que ya era demasiada casualidad. Por suerte el comentario burlón de Zaneta en dirección a lo patosa que era la gente le permitió darse cuenta de que en realidad estaba a punto de montar un escándalo por una tontería. Así que se dedicó a concentrarse en su algodón de azúcar y en la gente de su alrededor.

Fue entonces cuando, sin previo aviso, empezó a llover con fuerza. Podía parecer una simple tormenta de verano... ¿Pero no había sido todo muy rápido?

- ¿¡Que diablos...!? Decidme que esto no es normal y no es solo cosa mía. - les dijo a Zaneta y a Ginger, junto a los que se había refugiado bajo una de las carpas que había instaladas.

Maldita marabunta de gente. Por culpa de la tormenta que se avecinaba se pusieron como locos a correr. Perdí la pista a mis padres y hasta yo misma no sabía a donde me dirigía, simplemente seguía al resto. Miraba para todos lados por si encontraba a alguno de los dos pero con tanta gente era casi imposible, era como buscar una aguja en un pajar.

Inspiré y respiré para calmarme. Si fuese el colegio ya me estaría dando de ostias con el de al lado por el simple hecho de empujarme y después mis golpes se dirigirían al resto, pero conseguí aguantarme las ganas. Lo primero que tenía que hacer era encontrar a mis padres y juntarme con ellos, nada más. El tiempo que estaba haciendo en aquellos momentos me importaba un pimiento y que la fiesta se hubiese aguado menos todavía ya que me estaba aburriendo más que en una clase de matemáticas.

La vista del castaño se oscureció. Llegaba hasta el parque central desde la playa y sus zapatos tenían un poco de arena húmeda adherida a ellos. Pero en medio del trayecto el clima había cambiado. Tuvo que quitarse las gafas de sol que había llevado para ocultar sus ojos, sino no veía nada.

Llegó hasta el lugar donde -en teoría- haría presencia el presidente y se llevaría a cabo el acto. Sin embargo una lluvia totalmente inusual y anormal, hizo que todos -incluido él- buscaran refugio bajo las carpas, que azotadas por el viento, amenazaban con salir corriendo. Aquello simplemente no era normal. Remy elevó la vista al cielo, encontrándolo no gris, no nublado, simplemente negro. —Soy yo, ¿o a alguien se le ha dado por apagar la luz?— hizo un mal chiste, mientras con sus manos ajustaba su gabardina, extendiendo el cuello para que lo protegiese del viente, hasta las mejillas.

Fue como si su madre adoptiva de hacía tantos años atrás, le apagara la luz, como decía que hacía con Todd a la hora de dormir. La sombra se extendió por toda la isla. El viento se arremolinó violento mientras unos nubarrones comenzaban a tronar y relampaguear en lo que un aguacero azotaba a los presentes.

—¿Soy yo o ese rugido son olas de mar?— inquirió más para sí mismo que para otra persona, dejándose arrastrar por la multitud hasta las carpas, que de frágil refugio les servirían. Acabó al lado de una muchacha castaña  que parecía bastante asustada y víctima de un empujón nervioso de alguien desesperado, acabó encima de ella, haciendo que por poco cayeran, juntos. Era Lorna Dane. —Yo, yo, lo siento...—

Mientras corría hacía las carpas, oí una voz familiar, me giré ya que no lo reconocía, era Adam que pedía que le hiciera sitio en la entrada junto con un chico el cual no sabía quién era pero había visto hace un rato por el ferry que nos había llevado hasta allí.

Asentí con la cabeza, aunque con el tumulto de la gente no estaba seguro de si me habría visto,pero siguió avanzando hacia las carpas asi que supuse que si.Aun así no tenía tiempo para pensar en nada, continué corriendo para llegar hasta la entrada de las carpas, abriéndome paso entre todos los que corrían como yo para resguardarnos.

Una vez allí, intenté dejar un pequeño espacio donde cupieran ellos dos mientras intentaba secarme,aunque, fuera como fuese nadie podía apenas caminar por la zona, ya que prácticamente toda la isla se estaba metiendo o ahí o estaba en ello.

Veía de lejos como los dos chicos corrían hacia donde yo estaba mientras las olas seguían azotando la isla y yo continuaba preguntándome que era lo que estaba ocurriendo, ya que aquello no parecía obra de la naturaleza.

Azazel, Beliar, ¿Satanás? ¿Quién era ese hombre rojo sumamente parecido al joven azulino? Por los colores, estaba claro que no se poseían ningún parentesco, pero… la cola, las facciones… Y ese olor a azufre tan característico con esa manera de teletransportarse. Por una parte Kurt no paraba de negar la posibilidad más obvia y por otra no podía parar de encontrar a esa persona tan llamativamente cercana.

Pudo haberle contestado, pero no fue así. El cielo empezó a oscurecerse y las nubes parecían arremolinarse justo encima de Kurt, que se encontraba en el centro de aquella pequeña isla en dónde reposaba la estatua. Aquello ni de lejos era fruto de la naturaleza. La lluvia comenzó a caer y, evidentemente, en la base plana de la corona no había dónde refugiarse, por lo que Kurt se empapó entero mientras decidía que hacer.

— Un placer, Azazel —Y Kurt miró hacia la base de la estatua, teletransportándose de allí por miedo a quedarse allí encima con ese tiempo tan poco favorable. Y con ese mutante.

Se teletransportó encima de un edificio, intentando buscar con la mirada a sus amigos bajo las carpas. Se puso la capucha y divisó a Kitty. Se sentó por allí escondido, a la espera de poder unirse a ellos en algún momento, ya que no sabía dónde meterse.

─ Todos debajo de la carpa. ─ comentó la profesor a los alumnos que habían venido con él: Bobby, Scott y Jean. Nadie más, o eso esperaba, no podía dejar que alguien se pierda. El profesor les guió hasta la carpa que había mencionado y dejó que su cuerpo cayera sobre el suelo, soltando un suspiro tranquilizador. ─ Ésto no es algo normal. ─ comentó, intentando pensar que hacer, y que iba a decidir Charles, porque al fin y al cabo Charles era el director y él tenía que decir que hacer. Además, nadie podía mostrar sus poderes pues el que los use sería culpado por los humanos, y no podía dejar que éso pase. ─ Que nadie use sus poderes a menos que diga lo contrario. ─ y con éso, aumentó la temperatura corporal de su cuerpo gracias a sus habilidades pues el frío había aumentado. Por suerte, ésto era algo que pasaba en el interior del profesor, algo que los humanos no podían ver.

Parecía que no era el único que pensaba que aquel cambio repentino de clima no era por pura casualidad. Me crucé de brazos mientras observaba como mi profesor se tumbaba en el suelo con su típico pasotismo. Nos había advertido que no usásemos los poderes. Yo ya sabía que no debía emplearlos, no era tonto. Pero, además, estaba casi seguro que él iba a ser el primero en sacarles partido, como si no fuese conociéndole ya.

-Si Azazel está por aquí, su jefe seguro que también –reflexioné en voz baja para que solo pudiesen escucharme mis amigos. Mientras tanto, miraba fugazmente a cada uno de los presentes-. Y seguro que llevará ese ridículo casco.

Interacción: Raven & Zaneta

Se sobresaltó en cuanto notó cómo un muchacho había pasado de largo y por poco, botaba a Raven, incluso tuvo la intención de sujetarle del brazo, pero por suerte no fue para tanto y la joven olvidó el suceso, invitándolos a comer el merecido algodón de azúcar. — ¡Muchas gracias! —Sonrió nuevamente, llevándose un poco del rosado algodón a su boca, en lo que asentía en acuerdo por el comentario de Zaneta. La sensación agradable y dulce de su sabor, era como si la trasladase a un espectacular mundo de felicidad. ¡Era increíble lo bien que le hacía comer dulce!

Pero aún cuando la felicidad la despistó un poco, volvió a sorprenderse cuando esta vez, una chica chocó con Raven. — Uy, cuidado —Murmuró, desconcertada por la situación ya. ¿Eso se podía considerar normal?, no obstante fijó su atención en lo que Sir Panda le susurró, viéndolo enseguida con una expresión entre risueña y extrañada aún. Susurró: — Me temo que sí —Suspiró, y cuando iba a proponer que mejor se movieran de allí –quien sabe, podía ser el sitio el incorrecto–, sintió cómo una gran gota cayó de lleno en su cabeza. Ginger alzó la vista y se topó con que el clima repentinamente había cambiado. Así que su idea de moverse de allí sí o sí se tuvo que hacer realidad para refugiarse del agua. — ¡Estás en lo cierto!... esto es muy extraño —Le respondió, mirando a su alrededor e intentando averiguar qué sucedía. Ella no había sido.

Ursa tomó la mano de Monet, y ambas caminaron hacia el Parque, era un lugar mucho más seguro, eso era un lugar mucho más seguro, y quizá Ursa podría encontrar a sus padres. Temía no encontrar a Kurt tampoco, acababa de llegar y se había parado a molestar a Monet.

— Esto es tan extraño... — murmuró Ursa. No esperaba que ese día continuara así, ella tomada de la mano de Monet. De hecho, esperaba que siguiera robando cosas brillantes... y luego vendiendo recuerditos en la academia.

Adam me agarraba con fuerza para no separarnos en la multitud desorientada y asustada de la isla por aquella tormenta que había llegado de improvisto y con fuerza, el día había empeorado lo suficiente como para no volver a pisar la isla en mi vida, aunque el echo de estar con Adam me tranquilizaba, y teniendo que empujar a la personas tanto como lo hacían ellas a mi para no separarme y perderme de mi acompañante, emprendimos camino hacía las carpas donde el castaño localizó a un amigo suyo, a quien yo no conocía si quiera de vista, y gritando su nombre alertando al chico quedaron en verse en la entrada de las carpas.

Y justo cuando empezamos a emprender otra vez camino un hombre agobiado y confuso por todo el descontrol de la situación me empujó con fuerza para abrirse paso haciéndome caer contra el piso llevándome un rodillazo en la nariz del mismo, y en el piso con la nariz sangrando y la vista nublada por el repentino golpe intenté ubicarme llamando la atención de alguien que me ayudara a ponerme en pie, pero sin recibir ayuda de nadie me puse en pie como buenamente pude intentando ver donde estaba Adam aún dolorido y desorientado por el golpe, -¡¡Adam!!- grite mientras me ponía de puntillas para poder ver algo desde arriba y poder localizarlo dando vueltas sobre mi mismo empezando a desesperarme y ponerme nervioso.

Off-rol: