Pléyone había llegado tarde. Estaba en el muelle cuando las cosas se habían puesto feas... por poco no la había librado. Una chica le había ayudado a incorporarse, y mientras todos estaban asustados, y corriendo sin razón, Pléyone se había puesto las pilas... Sabía que tenía que irse a dónde todo parecía provenir. Podía ver la estatua arremolinada de nubes, así que hacia allá se dirigió, con cuidado de no caer víctima del pánico ajeno.

No veía a nadie conocido, aunque sabía que seguramente habrían mandado agentes solamente a revisar, y supervisar. Ella no era nadie relacionada, solamente hacía las armas y escudos. Cuando la lluvia comenzó, ella se refugió debajo de una carpa en una tienda, junto a otras personas.

Justo cuando pensaba que nada podía ponerse peor, el cielo comenzó a oscurecerse repentinamente y para cuando la joven se dio cuenta, pequeñas gotas caían por su rostro amenazando con una muy posible tempestad, Las personas a su alrededor comenzaron a correr hacia el refugio más cercano y leah hizo lo propio, buscando un lugar seguro ante tal anomalía climática.

Tal vez no sea tan mala idea el hecho de que comience a llover en la mitad de susodicho acto, tan sólo ver a aquellos humanos corriendo le hizo sonreír, creo que no se lo esperaban, nadie se lo esperaba a decir verdad. Y como dicen, el show debe continuar, haya contratiempos o no ¿qué hará el presidente ante esta situación? que lástima que no todo salió como lo había planeado pero que sería del mundo sin un poco de emoción extra. A decir verdad la chica estaba comenzando a divertirse en aquel lugar, era una celebración y había que celebrarla como era debido.

El agua golpeaba su cara al correr y le hacia difícil ver a donde se dirigía. Gabriel se detuvo a la altura de las carpas para poder orientarse.
En un vistazo, logro ver una pequeña figura conocida.


Después de dudarlo un segundo, se aproximo a la carpa.

Si, si es

— ¿Ple- Pl-eyoné? — Pregunto dudando de la pronunciación del nombre.

Pléyone tenía una percepción bastante surreal del mundo, para ella aquellos acontecimientos, incluso lo cercana que había estado de morir ese mismo día. Solamente contemplaba la lluvia, como todos los demás... ¿dónde estaban las personas de protección civil? Intentó distinguirlas entre la lluvia, cuando escuchó una voz a su lado. Volteó con una expresión bastante "amable por defecto" y sonrió.

— Pléyone — corrigió amablemente — ¿Y tu eres el hombre de los clips, no? — preguntó con cortesía — Qué clima tan extraño.

Pléyone sabía que el hombre era mutante, así como él sabría que ella lo era. Los mutantes en S.H.I.E.L.D. eran contados y casi ninguno mantenía el secreto.

El caos por aquella tormenta sin sentido hacía que la gente asustada nos impidiera avanzar con normalidad ya que a cada paso que dábamos un nuevo empujón, codazo o pisotón acababa impactando sobre nosotros. No podía comprender como había podido empeorar así el tiempo, sin embargo era obvio que no podía ser cosa del simple azar…tenía que haber sido algún mutante fuera de control o muy aburrido, sin embargo no era momento para hacer conjeturas ya que debía seguir avanzando.

Cuando llegásemos a las carpas y nos reuniésemos con Eric quizás pudiéramos conseguir hallar alguna explicación para ello. Esperaba que Eric se hubiera dado cuenta de que le había llamado y que avanzaba hacia él, sin embargo repentinamente la presión de que hacía sobre la mano de Luke se desvaneció, no podía ser no podía pasarme esto…debía encontrarle. Quieto donde estaba observe por encima de la gente y poco después observe el chico gritaba mi nombre intentando sobresalir sobre la gente que no me dejaba avanzar hacía el. Así que sin pensarlo dos veces mi ojos se tornaron plateados mientras avanzaba y alejaba a  la gente de mi alrededor sutilmente llegando por fin donde el chico. – ¿Estás bien? – le pregunte fijándome en la sangre de su nariz – mierda…lo siento no debí soltarte.- Le dije agarrándole y limpiándole la sangre.- Sin embargo debemos seguir, esta vez no te soltaré, te lo prometo.- Le dije poniendo sus manos sobre mi cintura, asegurándolas con las mías sobre las suyas.

Los mares se remueven con fiereza, como si estos, furiosos por los actos de la humanidad, hubieran decidido rebelarse finalmente contra esta. El puerto es tragado por el agua, mucha gente se ve forzada a nadar, a intentar salvar sus patéticas vidas, algo que una figura dentro del agua, a pesar de todo el daño causado por los habitantes de la superficie, se niega a permitir. Otras muchas figuras, comienzan a rescatar a las personas que aun quedaban en el agua, y las devuelven a la superficie.

Pero los humanos, son siempre desagradecidos, son fáciles de aterrorizar, y más frente a algo de lo cual desconocen completamente. Si la idea - preconcebida, obviamente - era que su rescatador, era un ser humano, se equivocaron. Su figura, era humana, más su piel, era completamente azulada, además de portar una extraña escafandra. Portaban tatuajes de combate, y unas mallas armadas con un extraño acero que cubrian únicamente de cintura para abajo, dejando los tatuajes de su torso a la vista y unas máscaras que cubrian sus narices, boca y parte del cuello, las cuales tenían agua dentro.

Las personas que son rescatadas, y depositadas fuera del agua, huyen despavoridas, más no tardan en ser seguidas por numerosas de estas figuras, armadas, que comienzan a avanzar hacia la gente. La lluvia cesa, la figura que aun sigue dentro del agua así lo ordena, y unas extrañas maquinarias que se encontraban dentro del agua, cesan de inmediato en su función, más el agua del mar, no cesa en su furia. Los cielos aun siguen encapotados, mientra las figuras comienzan a asaltar a la población que allí se haya. No les dañan, más si que los agrupan y amenazan con armas, trazando un extraño pasillo hacia donde, teóricamente, se iba a dar el discurso de aquella "fiesta".

Los soldados con lanzas y tridentes comienzan a golpear el suelo con el pomo de estas, hablando una extraña lengua, y mencionando a un tal "Imperius Rex". La figura del agua no tarda en salir finalmente, engalonada con prendas extrañas y unos brazaletes de oro. Su apariencia es similar a la humana: su piel es del mismo color que la humana, más no obstante, sus rasgos faciales son extraños y similares a los de aquellas criaturas humanoides. Los gritos de los soldados ante su avance son más altos, y cuando finalmente, llega al podio, bajo la atenta mirada de sus soldados y la gente que allí se encontraba, esta figura, alza la voz:

- ¡Habitantes de la superficie! ¡Vuestra necedad y estupidez, ha condenado a una de las ciudades de mi imperio a la enfermedad y a la muerte! - gritó - ¡No estáis solos en este mundo, hombrecillos con complejo de superioridad! Solo sabéis mataros, destruir, y poco más. - sentenció la figura. - ¿¡Y ahora qué?! ¿¡Cómo saldar con vosotros las vidas que vuestros residuos y vuestra contaminación se han llevado?! Debería de mataros a todos vosotros, iniciar una guerra a gran escala para evitar la muerte de mi gente. - su mirada, estaba cargada de rabia contenida, de furia ante la situación que le había tocado vivir.

La figura humanoide toma aliento, más su gesto, es serio, digno de un rey, de un guerrero incluso. Finalmente, vuelve a hablar:

- ¡Desde aquí lanzo una advertencia, un aviso a vuestros "Estados Unidos" y a todas las naciones que habitan este mundo! ¡Cesad o reducid vuestras actividades, empezando por la costa americana para salvar las vidas de mi gente o me encargaré personalmente de saldar la deuda de sangre que tenéis en vuestras manos! ¡Doy un plazo de tres días, ni uno más, ni uno menos! - sentenció la figura.

Su mirada vuelve a recorrer el gesto aterrado de las personas que allí se encuentran, algunas estupefactas, otras aterradas, y otras, sin duda, comenzando a maldecir por su discurso, preguntando quién era él para exigir semejantes cosas:

- ¡Mi nombre es Namor, señor de Atlantis, señor de los siete mares, vuestro "presidente", tendrá tiempo de atender mis demandas y hablar, pero si la respuesta es el derramamiento de más sangre atlante, tendrá guerra! - sentenció finalmente la figura, presentándose ante el mundo.

Después de la lluvia vino la tempestad. Resurgir a esos seres del mar y el hombre que al parecer mandaba le sorprendió demasiado y se quedó boquiabierto al descubrir vida en el fondo del mar, faltaba sólo que los extraterrestres existieran y Zaneta sería feliz de por vida. Miró con los ojos achinados a los invasores mientras se comía entretenido el algodón de azúcar que le quedaba, se sentía dentro de una película de acción y sentía mucha emoción recorrer su cuerpo. – Esto se está poniendo interesante, hicimos bien en venir. – Susurró a sus compañeras mientras la escena avanzaba. Parecía una invasión en toda regla aunque el jefe del grupo marítimo dio como un aviso. Zaneta torció los labios apenado ya que quería ver algo de acción hoy. – Uh, ya podrían no dar plazo. – Comentó tirando el palo con los pocos restos que quedaban de algodón al basura.

Todo pasó demasiado rápido. Cuando quise darme cuenta, el mar estaba arrastrando a civiles con esa furia que había desatado de repente. Y, lo que era peor, en el momento en que me dispuse a socorrer a los mismos, me vi con que estábamos rodeados por unos bichos azules con escamas. Traté de forcejear con uno de los guardias que tenía en frente, pero me di por vencido antes de hacerlo puesto que su jefe empezó a hablar con una voz imperativa que me heló la sangre. No era como ellos, pero tampoco era como nosotros.

Quise decir algo para romper el silencio que se había generado entre nosotros, mas la tensión del momento me lo impidió. Algo me decía que nos íbamos a una guerra y que muchos de nosotros participaríamos como soldados de los Estados Unidos.

"Imperius Rex" se escuchaba como un susurro, causando la curiosidad de Remy. Por fin, tanta teatralidad se hizo presente con sus causas: un montón de monstruos o gente del agua había emergido.

Hasta donde LeBeau entendía, del latín, imperius rex era rey absoluto, rey total. Entonces, eso no sonaba para nada bien, por tantos motivos y con un solo resultado: sangre.

Antes de darse cuenta, estaban todos amontonados, humanos y mutantes por igual, por los bichos, hasta que finalmente quien -él presumió- sería el imperius rex, hizo acto de presencia. —Hay que admitirlo, reemplazar el discurso de un idiota, por alguien que está defendiendo su reino, vale la pena.— masculló divertido Remy, observando como el pánico cundía en todos los presentes y a su vez el buscaba algún modo de zafar de todo aquello. —No sé si para nosotros la valdrá, pero para ellos seguro que sí— comentó hablando consigo mismo, mientras su mirada se encontraba con un par de viejos conocidos. "¿Y si la salida es abrirse el paso a golpes? Esa sería la solución de Logan... ¿Dónde estaba cuando se lo necesita?".

Mención a Kurt & Monet

Escuchó el discurso con algo de terror. Un ser como ese, saliendo del agua sin que nadie lo supiera era algo que no se veía todos los días... después del revuelo inicial, Ursa había temido que fuera un ataque terrorista. Recordó que tenía que verse con Kurt, y miró al rededor... No podía verlo por ningún lado... Aunque seguramente estaría en algún tejado, incluso en la estatua de la libertad...

Intentó buscarlo telepáticamente con el poder de Monet, pero no pudo hacerlo, ese poder no se le daba demasiado, lo cual la hizo sentir muy preocupada. Había quedado de verse con Kurt... Pero el alboroto había comenzado tan rápido que no había tenido tiempo de buscarle.

Tampoco veía a sus padres.

Adam ajustó mis manos a sus cintura aferrando las suyas encima asegurando que no me volviese a perder de su lado, por miedo a que lo que me pasara algo peor a lo sucedido. Una vez llegados a las carpas, aún sin estar junto a Eric, gritos de autentico terror me alertaron girándome un poco parando en seco al ver a unos seres de lo más peculiares, humanoides, con gestos raros emergieron del agua armados con tridentes, amenazantes rodeando a la muchedumbre empezaron a golpear el piso iniciando la entrada de otro muy parecido a ellos pero que se asemejaba también a los humanos.

Se hacía llamar Namor y después de un discurso algo perturbador exigía el cese de residuos al mar, los cuales ocasiona la muerte de su pueblo amenazando con un pago de sangre de no acabar con la contaminación, "hombre no es algo nuevo que somos un poco guarros, la verdad", algo asustado por la amenaza de aquel visitante de las profundidades, miré a Adam con gesto desconcertado, -¿qué se supone que tenemos que hacer ahora?- le pregunté en voz baja para no llamar mucho la atención, -es decir, ¿estaremos en una isla encerrados durante los próximos tres días, convirtiéndonos en los primeros fallecidos de la guerra si el gobierno no acepta sus condiciones?, porque la verdad no me ha quedado claro- le pregunté aparentemente con un todo de burla

El dulzor de su algodón, quedó temporalmente como un asunto pendiente ante los extraños eventos que se estaban dando, en lo que se suponía sería una simple celebración. Ginger continuó mirando a su alrededor, hasta que repentinamente la naturaleza del mar comenzó a hacerse presente en un estado violento; se sobresaltó un tanto, pero sin duda alguna lo que aconteció después la petrificó a tal punto, que por poco olvida seguir respirando. Apenas así pudo asentir con la cabeza a lo que Zaneta comentaba. Observó curiosa a cada una de esos seres marítimos, terminando por centrarse en lo que el jefe de éstos proclamaba con tanta energía y seguridad. Jamás creyó que en su vida sería testigo –o protagonista– de algo así, pero allí estaba.

— ¿Qué se supone que deberemos hacer ahora? —Susurró aún atónita por la situación, viendo casualmente tanto a Raven como a Zaneta. No iba a mentir, ciertamente le pareció defender la causa del solemne sujeto, sin embargo, no aprobaba el hecho de acabar con vidas de personas inocentes para dar fin al asunto, ¿por qué aquellos que protegían las especies marinas, también deberían pagar?. Estaba confundida.

Había demasiada gente como para que todo el mundo tuviera lugar en alguna de las carpas, especialmente en la principal, que ya comenzaba a rebosar gente. La lluvia y el escándalo fuera le indicaban a Lorna que había pasado algo más que por el momento desconocía, pues se podía palpar la desesperación de la gente. Tanto, que alguien debía querer hacerse sitio, empujando a alguien contra Lorna. No cayó al suelo por poco, si no hubiera sido porque un chico alto, aparentemente musculoso, rubio y de ojos azules, la había sostenido a la vez que impactaba sobre ella (Alex). Lorna sintió un pinchazo en su estómago y cómo sus mejillas se tornaban a un color rosado — No... No pasa nada — Articuló como pudo, quitándole importancia.

No hubi mucho tiempo de más porque, de repente, una voz lo inundó todo. Lorna abrió la boca levemente, en un signo de sorpresa. ¿Qué clase de broma era aquella? Una vez, ese ser que decía llamarse Namor había terminado, Lorna miró a las personas que había a su alrededor, tan confusas como ella. ¿Qué demonios acababa de pasar?

Las carpas ya estaban allí, a nuestro lado, sin embargo el tumulto de gente creaba un muro entre nosotros y Eric que solo me dejaba observarlo entre los huecos que creaban los cuerpos de aquellas personas. – Eric….- Comencé a llamarle, sin embargo me vi sorprendido por aquella aparición, Namor se hacía llamar aquel ser que tanto se asimilaba a los humanos como a aquellos súbditos que traía con él, portando una exigencia en realidad verosímil, pero que sin embargo ponía en peligro demasiadas vidas inocentes. No sabía cómo reaccionar, pero no pretendía quedarme quieto eternamente, y parecía que Luke no estaba aseguro de cómo actuar.

- Creo que deberíamos agruparnos con Eric, al menos por ahora.- Le contesté mirando de nuevo hacia atrás localizando a mi amigo. - Pero si la cosa va a peor no pienso ser yo quien muera, tocará responder de manera activa. – Concluí, cuando uno de aquellos hombres-rana estuvo a punto de alcanzarme con un tridente, obligándome a responderle tornando mis ojos plateados de nuevo y lanzando varios metros atrás a aquel ser que no esperaría tal respuesta.

Sin dar tiempo a que ningún otro se acercará nosotros me elevé agarrando a Luke conmigo y llevando con nosotros a Eric, posándonos en el pedestal de la estatua, por encima de las carpas. - ¿Qué piensas de todo esto Eric? – Le pregunte apretando a Luke hacia mí, sintiéndolo bien cerca.

Creo que fue un yankie el que dijo una vez "si algo puede ir mal, irá" porque la situación se había puesto aún peor en un instante y de la manera más bizarra posible. Si, quizá la lluvia torrencial había parado, pero coño, ¿qué mi puta vida eran aquellas personas con pintas de primos trasnochados de la sirenita? ¿Y por qué estaban reuniendo a la gente?

Fuera como fuese, toda aquella escena me dio miedo, sobre todo cuando el dios Neptuno aquél, o como coño se hiciera llamar, dio un poético ultimátum a la humanidad ¿en serio? Sí, en mi academia tenia compañeros que volaban, leían mentes e incluso atravesaban paredes, pero coño, las civilizaciones submarinas retrofuturistas ya eran lo puto más para mi limitado intelecto mutante. Y lo peor de todo es que la Winnie y yo estábamos rodeando de humanos, por lo que usar nuestros poderes no era una opción, de hecho, bien pensado, no teníamos muchas opciones.

-Oye pava, mejor nos piramos -le dije a mi amiga mientras no le quitaba la vista a los hombres merluza -  No tengo ni puta idea de que va esta mierda, pero no creo que sea el momento de hacerles frente, así que lo mejor será volver con Xavier, a la seguridad del instituto.

Aquel atlante se alzó ante nosotros como si de nuestro Dios se tratara,dándonos ordenes y sintiendose superior mientras mandaba a sus súbditos a que nos atacaran.

La gran  mayoría de la gente estaba aterrorizada, en cambio, los mutantes (al menos los que se encontraban cerca mía) simplemente observaban a Namor, que así se hacía llamar esa bestia, y esperábamos a que diese por finalizado su discurso.

Yo por mi parte miraba de un lado a otro intentando ver a Adam y su amigo entre aquel tumulto de gente. De repente y sin previo avisome elevé por encima de las carpas, suponiendo que el que estaba causando esto sería Adam. Llegué al pedestal de la Estatua de la Libertad a la misma vez que ellos dos.

-Creo que este es subnormal.-Le contesté a Adam, mientras nos apartabamos de los insoportables hombres-rana, súbditos de Namor.-Y que no va a conseguir lo que quiera...No le vamos a dejar.

La situación había cambiado y esto ya era más que un desastre natural.


— Si por buen clima te refieres a una tormenta endiablada con probabilidades de trogloditas y atlantes, si hay buen clima. — Dijo en tono sarcástico.

— Hay que contactar al resto de los agentes, esto es serio y necesitamos hacer llamar a la central, si alguien hace algo imprudente eso se puede volver una masacre. —

Pléyone le sonrió a su compañero, no dejaba de ser un agente prevenido. La chica, que trabajaba en el área de tecnología sacó de su bolsa la primitiva herramienta que algún día sería llamada celular, era tecnología rusa, como ella. Marcó el único número importante y le tendió el aparato a Gabriel, después de todo, el agente era él, ella sólo proveía tecnología (además le daba flojera llamar).

— Haga su trabajo, agente — dijo. Aunque Pléyone se tomara la vida como un juego, aquello le preocupaba. No todos los días salía de debajo del agua un hombre pez exigiendo que limpiaran el mar porque su gente moría. Tomó a Gabriel de la mano, y mientras hablaba, lo llevó tranquilamente hacia donde la criatura se encontraba.

Adam me contestó que lo mejor sería agruparnos con Eric, aunque yo creía que agruparnos con todos los nuestros era aún mejor idea pero no dije nada esperando que él también hubiese caído en la cuenta, y al fin nos reunimos con su amigo Eric al cuál yo conocía de vista mayoritariamente y pensando en presentarme formalmente sabiendo que ese chico no tenía ni idea de quien era yo recordé la delicada situación en la que estábamos, y antes de poder decir nada al respecto, Adam me había agarrado como si me fuese a escapar, elevándonos los tres hasta la base de la estatua dejando bien lejos a los extraños, mientras escuchaba la conversación de los machotes que tenía como acompañantes.

-Sí está muy bonito decir eso, pero la cuestión es ¿como impedírselo?- les dije mirando alternativamente a ambos chicos como si estuviese en un partido de tenis, esperando que mi intervención y sobre todo mi tono al hablar no les hubiese molestado ya que lo ultimo que se necesita en un problema, es una disputa entre colegas, -es decir-...-ahí abundan los civiles, y los tres sabemos que hay personas a las que no les caemos muy bien, y lo que menos necesitamos es que nos asocien con el cara pez- dije tranquilo intentando explicarles a que me refería antes.